Sergio Lima, ilustración de A noite absoluta |
En Perspective dépravée, Annie Le Brun concluye asociando la debacle
natural de las últimas décadas a la pérdida de fuerza subversiva de la poesía,
que dominantemente se limita a las especulaciones lingüísticas que no reenvían
sino a sí misma. Una de las raras excepciones a esa dimisión de la poesía nos
la ofrece ahora Alex Januário con la docena de poemas que componen A noite absoluta.
Alex Januário es sobre todo
conocido por sus collages, pero estos en realidad no son sino su medio
expresivo más habitual de encarnar la revuelta de la poesía. Animador fijo del
grupo brasileño Decollage, interviene en muchas de las actividades internacionales
del movimiento surrealista, al que aporta una exaltación que, tengo el
convencimiento, hubieran llevado al propio André Breton a incluirlo en una
lista ideal del surrealismo hoy. De
hecho, este cuaderno poético hace constar su publicación “en enero/febrero de
2016, cien años después del encuentro de André Breton con Jacques Vaché en
Nantes”, como forma de afirmar la continuidad ya secular de la aventura surrealista,
en un año en que también se celebra la vitalidad permanente del signo
bretoniano, cincuenta años después de la desaparición “física” del fundador del
surrealismo.
A noite absoluta lleva una nota introductoria, acertadamente
breve, de M. R. Salgado, quien señala cómo esta es una poesía “movida por la
búsqueda”, una poesía “en régimen lunar”, “una fuerza centrípeta que lo
arrastra todo para el interior del vértigo”. Un epígrafe de Aldo Pellegrini en
el primer poema le vale a su vez al poeta para exponer su concepción: “La
poesía es la reflexión de las cosas en el hombre, pero al mismo tiempo la
reflexión del hombre en las cosas. Así se establece una verdadera corriente que
va del mundo al hombre y del hombre al mundo, por un mecanismo de vasos
comunicantes”. Otros epígrafes hay del propio Breton, de Benjamin Péret, de
Malcolm de Chazal, de Ghérasim Luca y de Sergio Lima, a lo que puede sumarse
que uno de los poemas sitúa el amor en el Cais Maldoror y se firma en
Montevideo, ciudad a la que Alex Januário acude con frecuencia en busca de las
huellas ducassianas, y de la que ha ofrecido hace poco algunas fantasmales
imágenes, de carácter enteramente chiriquiano.
Alta es la calidad visionaria
de esta poesía en cuyo vértigo afloran “fragmentos del oro del tiempo” y por la
que “sonidos de caballos ciegos / transportan lluvias adormecidas / durante
tantos años”, y si el amor es su motivo central, es un amor de “piernas
envueltas en sábanas de carbón” y de “senos en forma de anzuelos”, en la tentativa
desesperada de “fundir los deseos a través de la luz más negra”.
Esta es otra de las primorosas
Ediciones Loplop, al cuidado de Rodrigo Mota, otro de los componentes del grupo
Decollage. La enriquecen dos dibujos de Sergio Lima, realizados en aquella
febril etapa creativa suya de la segunda mitad de los años 50.