martes, 29 de diciembre de 2015

Samuel Martin –Ribitch

Ribitch, Season of the witch

El fin de año trajo una noticia aciaga, como es la pérdida de Ribitch, un nombre firme del surrealismo en su proyección norteamericana.
Ribitch murió de modo fulminante a los 69 años, el martes de la semana pasada. Deseo suyo era que se tocaran los blues en su duelo, lo cual nos recuerda estas palabras de Ramón Gómez de la Serna: “El ideal final sería que los amigos el día de nuestra muerte se reuniesen en fraternal banquete para recordarnos y no fuesen al repugnante e inevitable sepelio”.
Ribitch se incorporó al surrealismo  en 1975, a través del círculo de Philip Lamantia. Dibujos suyos aparecerían en Surrealist and its popular accomplices, Free spirit, Arsenal o el catálogo del centenario de la histeria, pero luego, la absurda ruptura en el seno del grupo de Chicago lo obligó a continuar la aventura surrealista con los nombres que forman parte de Invisible heads y al fin con el movimiento surrealista en su sentido más amplio. Algunas publicaciones muy importantes en los últimos tiempos incluyen su nombre, empezando por Hydrolith, del que era coeditor y cuyo número primero ostentaba una ilustración suya en la portada. En ese número podían leerse el poema “Delta blues” y la prosa “Visiones de amor en un mar violento”; al segundo contribuía con un largo texto refiriendo sus indagaciones de carácter práctico en el lenguaje de los niños, a través de los cuentos inspiradores y apoyándose en maestros gitanos, y con el juego de las “historias encadenadas”, inventado al pulsar despistadamente una tecla mientras leía electrónicamente una novela erótica del siglo XIX.
En las publicaciones colectivas del surrealismo hay también cuentos suyos en The somnambulist footprints, e imágenes en What will be, Lithaire (“Season of the witch”, que recordará a quienes escuchaban música en los años 60 el título de Donovan), el n. 3 de A Phala (el collage digital “El último testamento de Arthur Le Tagazo”), el n. 1 de Loup-Garou (sus fantasmas, “resultado de la poética esencia del surrealismo”), el monográfico sobre los templarios de La Vertèbre et le rossignol y Collage redux, donde Melanie Nicholson, al referirse a su fabulosa imaginación gótica escribe que sus paisajes recuerdan las fantasías marinas de Maldoror; los seis incluidos allí se titulan “Mar profundo”, “Laberinto de fantasmas”, “Carta del Dr. Lavish”, “Montón de calaveras” y “Quantum electro-morphous”.
Ribitch es un feliz exponente de ese impacto que la cultura popular ha ejercido sobre el surrealismo, en los Estados Unidos en particular pero inscrito ya en sus orígenes, o si no recuérdense Nosferatu, el cine de Keaton o las novelas de Fantômas. Alimentado de la savia y de los excesos de la cultura popular, el surrealismo se situaba así en las antípodas del buen gusto, del academicismo, del elitismo burgués.
De Ribitch hay que recomendar su antología de escritos, con ilustraciones suyas, Carnival of sleep, aparecida en 2011 y asequible fácilmente vía lulu. Y por supuesto su página, aunque sin incluir textos. En ella hay dos secciones soberbias, una de arte y otra de fotos. La de arte se despliega en estos títulos: “Nuevos fantasmas”, “Sueños digitales”, “Ilustraciones”, “Viejos fantasmas”, “Animación” (con una serie de cortometrajes magníficos) y “La familia”. La de fotos se compone de sendas series dedicadas a los músicos de blues y de jazz y a sus instrumentos, de “El ojo misterioso”, de los “Gráficos musicales” y de una admirable e hilarante galería de intervenciones sobre los esperpénticos álbumes fotográficos familiares, en que se muestra lo que hay que hacer con todo ese horror de un género que hoy cierra el círculo de toda su abyección ultrarrealista.
En suma, Ribitch deja un filón de imágenes convulsivas y de textos en que reina la imaginación más frenética. Como el Dr. Z de su cortometraje “The show”, él ha sido un malabarista de maravillas poéticas.


Minutos antes de recibir la noticia de la desaparición de Ribitch, buscando los títulos del disco Mala kunia de Tangerine Dream, que se inspira en los aborígenes australianos, tomé conocimiento de la muerte, aunque casi cerca de un año, de Edgar Froese, de quien, en la necrológica del grupo, se transcriben estas palabras: “La muerte no existe, se trata solo de un cambio en nuestra dirección cósmica”. En su glorioso mensaje de 1855 al cretino que entonces presidía los Estados Unidos, Jefe Seattle le decía que los muertos desaparecen “para vagar por las estrellas”.
“Surrealism is a lightning field of the possible, where the horizon is set aflame by human potential. It is here amongst the corellas of this possibility that the marvelous displays its fine wings of gossamer silk and smoke. It is the play between the invisible and the visible dancing under a moon, recognizing its dreams in crystalline reflection. It is the erotic sensation of breath, like the shaman’s drum, the heart beat of the marvelous is calling to the unseen chimeras of the unconscious to reveal their stories at the edge of the eye. Nothing is beyond my exploration, to lift the veil of shadow and dance with the ghost of chance”. (Ribitch)
“Gracias a un extremo poder de desafío, algunos seres rarísimos, que pueden esperar y temerlo unos de otros, se reconocerán siempre”. (André Breton)

Ribitch, Laberinto de fantasmas, 2014

miércoles, 23 de diciembre de 2015

“Matérika” y las llaves del deseo

El n. 11 de la revista digital Matérika, dirigida por Alfonso Peña, está íntegramente dedicado al surrealismo, con motivo de la exposición “Las llaves del deseo”, que tendrá lugar en marzo de 2016 en la ciudad costarricense de Cartago.
Su contenido es muy rico, incluyendo un diálogo entre Ludwig Zeller y Hernán Ortega Parada, un texto de Cruzeiro Seixas sobre su vida y su obra, un ensayo de Floriano Martins sobre el surrealismo en América, una evocación por Susana Wald de Eugenio Granell y Édouard Jaguer, un ensayo de Claudio Willer sobre Breton en tanto crítico literario y una entrevista de Floriano a Amirah Gazel y Alfonso Peña, los organizadores de “Las llaves del deseo”, que ha conseguido reunir 300 obras de 100 artistas de 24 países. Hay también textos de Laurens Vancrevel, Enrique de Santiago, David Nadeau y Arnost Budik, y una antología de 21 poetas contemporáneos, con Beatriz Hausner, Carlos Barbarito, Max Jiménez, Óscar González, Raúl Henao, Rodrigo Verdugo, etc.
En la muestra gráfica casi todos los nombres son bien conocidos del medio surrealista: Élise Aru, Josef Bubenik, Guy Ducornet, Rikki Ducornet, Arnost Budik, Laura Corsiglia, William Davison, Nelson de Paula, Linda Filipová, Joël Gayraud, Pinina Granirer, Miguel Ángel Huerta, Enrique Lechuga, Miguel Lohlé, Michaël Lowy, Sheila Higgins, Misiano-Genovese, Jörg Remé, Pierre-André Sauvageot, Virginia Tentindó, Aldo Alcota, el Inner Island Surrealist Group, Iñaki Muñoz, Jan Wolf, Guy Girard, etc.
Un número, en fin, excepcional, y al alcance inmediato:

“Drosera”, n. 3

Este es el n. 3 de Drosera (con versión inglesa: Sundew). Sobran los comentarios cuando tenemos el material a mano:





Alain Joubert

Alain Joubert anuncia para el próximo año un nuevo libro y la segunda edición de Le mouvement des surréalistes ou le fin mot de l’histoire, obra capital para entender la ruptura producida en el seno del grupo surrealista de París en 1969, y muchas cosas más. Esta edición se verá enriquecida por un largo postfacio destinado a lanzar algunas pasarelas entre el ayer y el hoy. El libro nuevo lleva por título íntegro Pour le Grand Surréalisme. La clé est sur la porte. Fragments désordonnés d’un impossible manifeste.
A la vez, Alain Joubert ha hecho circular un texto demoledor en respuesta a la “Entrada de los figurantes” que Jean Bazin y Jerôme Duwa publicaron en el último de los Cahiers Benjamin Péret y al que yo aquí mismo aludí hace poco. “Salida de los payasos” es una divertida burla del schusterianismo recalcitrante que aún forma parte del folklore liquidacionista, y concuerda en lo esencial con los términos de mi comentario. Cierre del texto de Joubert: “Cuando pienso que estos guiñoles no divertidos son quienes han puesto la mano sobre la Asociación de los Amigos de Benjamin Péret, imagino sin dificultad, yo, que a diferencia de ellos lo he conocido, su reacción ante tamaña impostura”.

Rápidos

He aquí un vídeo en que Ron Sakolsky, surrealista y anarquista, habla de su nuevo libro, Mutual acquiescence or mutual aid?:
Lo que nos lleva a anotar este otro, de 2013, presentado por Penelope Rosemont:

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Ya se ha editado el último número de A Ideia, dedicado, como los dos anteriores, al surrealismo, y que reseñamos aquí anticipadamente.

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Maria Estela Guedes ha publicado cinco títulos de la nueva colección Cadernos Surrealistas Sempre. Entre ellos están el de João Garção O teatro surrealista em Portugal, el de Claudio Willer A verdadeira história do século 20 y el de António Cândido Franco História e mito do surrealismo em Portugal.

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Este domingo, a los 87 años,  murió Alain Jouffroy, a quien se deben tantas buenas y apasionadas páginas sobre el surrealismo, y hace unas semanas, a los 95 años, Gisèle Prassinos, cuyos poemas y cuentos, sobre todo los de los años 30, no faltan en ninguna de las grandes antologías del surrealismo.

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Centenarios del año 2016, si mis datos andan bien:
Marcel Lefrancq, Paul Paun, Dolfi Trost, Juan Eduardo Cirlot, Ünica Zurn, Emile Van Moerkerken, Manuel Viola, Tristan Meinecke, Carlos Latorre, David Gayscone, Carl Otto Hultén, Albert Dumouchel, Fernand Leduc y Roger Roughton.
1916 fue un año clave para el surrealismo: Breton se encuentra con Vaché y descubre el arte primitivo, la pintura de Giorgio de Chirico, la obra de Jarry, el psicoanálisis de Freud…

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En una reciente subasta de libros, dibujos, fotos, collages, etc., que tuvo lugar en Limoges, la pieza que nos pareció más interesante fue la de Claude Tarnaud Las alegres mironas Braille, variante de otra que ya reproducimos aquí mismo, aunque en aquella se valía también de la cera y la tinta china y el título era Las alegres mironas Braille. La anémona de mar. Bellas danzas de manos, pero ¿cuándo reunirá alguien estas joyas de Tarnaud?


C. Tarnaud, Las alegres mironas Braille, c. 1960

















C. Tarnaud, Las alegres mironas Braille.
 La anémona de marc. 1960






















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Una corrección hemos realizado a la reseña de Il convient de Jean-Pierre Lassalle, por lo que rogamos su relectura.

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Y nos despedimos con una imagen apropiada a estas cristianas fiestas:


Aunque esta, con dibujo de la mayor artista del siglo XX, es aún superior:


miércoles, 16 de diciembre de 2015

El trapecio volador

El n. 43 (otoño 2015) de la revista Midi-Pyrénées Patrimoine, dedicado a las “huellas meridionales del surrealismo”, nos depara una sorpresa al revelar la existencia en Tolosa, allá por los años 30, del grupo surrealista “Trapèze Volant”, también llamado movimiento K.O.
Raphaël Neuville ha hecho un gran trabajo rescatando los avatares de esta pionera aventura provincial del surrealismo, protagonizada por un grupo de estudiantes ideológicamente radicales aficionados al jazz y, sobre todo, al cine. De hecho, el grupo se funda, el 14 de junio de 1933, con ocasión de una velada especial en el cine Le Fantasio, donde fueron proyectadas La edad de oro, Black and tan fantasy (precioso cortometraje con Duke Ellington y sus muchachos) y Una vida de perro de Chaplin. El nombre que quedará asociado duraderamente al surrealismo es Adrien Dax (de hecho, yo sí tenía noticia de que Adrien Dax había animado un grupo surrealista en Tolosa en 1933), siendo algunos de los otros Lucien Bonnafé (estudiante de medicina a la sazón y luego psiquiatra), Jean Marcenac, Gaston y René Massat, Jacques y Léo Matarasso, Marie-Louise Barron, Paul Ollé, Stéphane Barsony, Henry Cazals, Claude Malafosse... Descubren el surrealismo gracias a Ginette Augier, estudiante de filosofía en Tolosa y amiga de Joë Bousquet, quien fue decisivo en la cristalización del grupo. Ginette regala un manuscrito de Bousquet a Gaston Massat, quien lo visita, quedando fascinado por su colección, en aquel cuarto mágico de Carcasonne: “Tuve la impresión de que el mundo y mi vida comenzaban en ese momento. Max Ernst, Magritte, Tanguy se abrían como puertas”. Todo se desencadena de modo vertiginoso, como ha ocurrido tantas veces en el surrealismo. Leen a Rimbaud, a Lautréamont, a Sade, junto a los textos mayores del propio surrealismo. Y lo leen como es debido, o no hubiera afirmado Bonnafé que “la lección surrealista es una lección de libertad”.
En 1933, el grupo organiza una exposición, celebrada, con sentido escenográfico no convencional, en la sala de entrada del cine. Se compone de fotografías, fotogramas, collages, dibujos y pinturas ejecutados por una decena de personas, ninguno de ellos considerándose “artista” e incluso realizando ante los visitantes, el día de la inauguración, collages a partir de revistas ilustradas. Porque “la poesía debe ser hecha por todos”.
Pero lo que más llama la atención, por su carácter pionero, es la combinación de las obras propias con producciones de locos, provenientes de la colección del entonces director del asilo de Braqueville, con quien en sus cursos ha conectado Marcenac. Entre ellas destacan las de un maniaco desconocido que desde 1915 dibujaba a color el mismo sujeto todos los días: en total seis mil ejemplares del mismo modelo, ferozmente anticristiano, pero del que por desgracia no restan imágenes ni descripciones.
La politización de la época, con el ascenso de la extrema derecha y los violentos motines antifascistas en el centro de Tolosa en junio de 1934, hacen imposible la continuidad del grupo, que rápidamente se dispersa. Matarasso y Bonnafé se instalan en París, donde, con Marcenac, conocen a los surrealistas en el café Les Deux Magots, visitando Bonnafé y Marcenac a Breton en la Rue Fontaine. Marcenac publicará varios poemas, por iniciativa de Breton, en Intervention surréaliste, pero luego se desorienta al estalinismo, convertido en íntimo de Aragon y Éluard.
El estudio de Raphaël Neuville viene acompañado de reproducciones inéditas de obras expuestas en 1933, conservadas en los archivos de Bonnafé. De ellas, el collage Palais de mirages ostenta una calcomanía bien anterior al redescubrimiento de Domínguez.
Como lecturas recomendadas, se anotan las cartas de Joë Bousquet a Ginette Augier (Lettres à Ginette, 1980), de Lucien Bonnafé Désaliéner? Folie(s) et societé(s) (1991), de Jean Marcenac Je n’ai pas perdu mon temps (1982) y de Annie Weidknnet Un ciné-club en 1933 (1988).


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André Breton observando un sapo en el jardín de Saint-Cirq-Lapopie

Pero este pleno descubrimiento no es lo único de este suplemento fabuloso dedicado al surrealismo. Se abre con un trabajo de Alain Paire sobre la legendaria habitación de Joë Bousquet, y, tras el trabajo de “Le Trapèze Volant”, continúa Didier Foucault disertando sobre la diáspora surrealista en el Mediodía tolosano, durante los años 40-45, atendiendo especialmente a Bellmer. Mireille Larrouy escribe sobre Artaud, Ferdière y Delanglade en Rodez, y Dominique Rabourdin sobre Breton en Saint-Cirq-Lapopie. Raphaël Neuville vuelva a la carga enfocando a Adrien Dax (de cuya obra es un gran conocedor) y luego a Raymond Borde, gran cinéfilo amigo de los surrealistas cuya ruptura con ellos, a diferencia de otros casos, resulta hoy mohosa por lo inmerecida e innecesaria.

Guy Cabanel

Queda para el final el otro plato fuerte del suplemento: una muy rica entrevista a uno de los grandes nombres del surrealismo, ese poeta inmenso que es Guy Cabanel. No hay aquí ni un momento sin aliento, y ya de por sí merece la obtención de la revista. Me limitaré a traducir estas palabras suyas, que vienen tras la afirmación de su rechazo del gesto liquidacionista de 1969: “He de confesar que, si creo firmemente en la permanencia del surrealismo, no escribo ni actúo de manera deliberada para mantenerlo. No escribo con vistas a prolongar el vuelo surrealista, pero sé que esa es la mejor manera de contribuir a ello”. La entrevista viene seguida de unos poemas inéditos asociados a obras de Robert Lagarde, cinco maravillas en ese diálogo entre poeta y artista que tan fecundo ha sido siempre en el movimiento surrealista.

Robert Lagarde, Sacude tus brumas

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Tinta viva de Jean-Pierre Lassalle

El n. 448 de la colección Encres vives se dedica a Jean-Pierre Lassalle, de quien ya había aparecido allí Les petites Seymour. En la contraportada leemos:
“La vida y la obra de Jean-Pierre Lassalle parecen presentarse como las mansiones del teatro medieval: mansión surrealista; mansión esotérica; mansión caballeresca; mansión de las mujeres amadas bajo el doble signo de Eros y de Ágape.
Humor, creatividad en los temas y las imágenes, pero también tonalidad elegiaca caracterizan esta nueva recopilación.
«Quien imagina sin erudición tiene alas pero no tiene pies», escribía Joubert en sus Carnets; el poeta surrealista Lassalle calza las sandalias aladas de Hermes”.
El título de esta bella recopilación de dieciséis poemas, Il convient, es la divisa autógrafa de Antoine Lassalle, antepasado del poeta, que la grabó el 18 de mayo de 1420 sobre las paredes de la Gruta de la Sibila, como refiere Lassalle en “Rêver de convenir”. (Pensé primero que esta Gruta de la Sibila era el Templo de la Sibila de Les Buttes-Chaumont, pero me corrijo gracias a la amabilidad de un lector de esta nota, quien me escribe: “Se trata de una alusión al cuento de Antoine Lassalle «El paraíso de la reina Sibila», relato de viaje iniciático con una reina inmortal y supremamente bella que vive en un jardín de las delicias, futuro modelo del Venusberg de Tannhäuser. La soberana de este paraíso pagano conocerá numerosos avatares literarios, siendo uno de los más fascinantes el personaje de She de Rider Haggard. Antoine de la Sale ha descubierto efectivamente una gruta en Italia en los Montes de la Sibila situados en la Marca Anconitana, pero no ha podido explorar más que la entrada”.)
Otro de los poemas incluidos es “Matta no es de los que mueren”, evocando la ceremonia sadiana surrealista que tuvo lugar en la casa de Joyce Mansour, y a la que Lassalle asistió. El último, “Hanko Miastik”, extrae de los “sargazos de la memoria” los nombres de muchos amigos surrealistas ya muertos, aparte André Breton: Marcel Duchamp, René Alleau, Roger Van Hecke, Jean Palou, Sarane Alexandrian, E.L.T. Mesens, Guy Rosey, Gérard Legrand, Gaston Puel, Adrien Dax...

Guy Girard/Friedrich Nietzsche

Pierre-André Sauvageot, collage
Guy Girard alcanza el número 17 de sus autoediciones en Saint-Ouen con Le déménagement du territoire, diálogo con buena parte de las sentencias e interludios que agrupó Nietzsche en la sección cuarta de Más allá del bien y del mal.
Como este libro era uno de mis favoritos de Nietzsche, tuve la suerte y la diversión de poder cotejar los textos de Guy Girard con los suyos. El ejercicio retrotrae a Isidore Ducasse y puede decirse que podía haberse explorado más de lo que se ha hecho en el surrealismo y fuera de él. Guy Girard elude las sentencias misóginas, uno de los puntos endebles del pensador alemán, por no hablar de aquella estupidez del “superhombre” o de la “voluntad de poder”, que como mínimo eran expresiones mal elegidas. En los “años de penitencia”, que decía Octavio Paz, recuerdo la electricidad de Más allá del bien y del mal y sobre todo de La genealogía de la moral, pero también el cansancio rápido que me produjeron las majaderías de Zaratustra, nada proclive que he sido siempre a los gurús (otro que me pareció insoportable por los mismos años era el Don Juan de Castaneda): creo que la verdad no debe buscarse con ayuda de nadie, y en este sentido André Breton no fue para mí sino alguien que confirmaba mis intuiciones (lo que no es poco en un mundo hecho de opacidad y mala fe, que solo busca desviarnos de toda autenticidad).
Es una delicia tanto leer las sentencias autónomamente como contrastándolas con las nietzscheanas. Escribe Nietzsche: “Una cosa que queda explicada deja de interesarnos. ¿Qué quería decir aquel dios que aconsejaba: «¡Conócete a ti mismo!»? ¿Acaso esto significaba: «¡Deja de interesarte a ti mismo! ¡Vuélvete objetivo!» ¿Y Sócrates? ¿Y el «hombre científico»?” Y Guy Girard: Una cosa inexplicable deja de emocionarnos. ¿Qué quería callar el que nos obligaba a la objetividad? Percevaldoror invita al gayo saber”. Nietzsche: “Quien no sabe encontrar el camino que conduce a su ideal lleva una vida más frívola y descarada que el hombre sin ideal”. Y Guy Girard: “Quien, llevado por su revuelta, encuentra el camino de su ideal vive de manera más insolente, más luminosa que quien tiene el ideal frívolo”. Nietzsche: “El sentido de lo trágico aumenta y disminuye con la sensualidad”. Y Guy Girard: “El sentido de lo maravilloso aumenta y disminuye con la sensibilidad”. Son solo tres ejemplos de las 55 “sentencias” que componen Le déménagement du territoire.
Como de costumbre, el cuadernillo de Guy Girard lleva un precioso frontispicio de Pierre-André Sauvageot, en este caso remitiendo a la nota introductoria de Guy Girard, que versa sobre el lugar de Nietzsche en “el arsenal filosófico del surrealismo”, citando a Georges Bataille, André Masson, René Char, Georges Henein y, por supuesto, el capítulo bretoniano de la Antología del humor negro, pero también una rareza como el exaltado, virulento poema de Fanny Beznos en el n. 9-10 de La Révolution Surréaliste. Georges Sebbag ha dedicado, en sus libros sobre el surrealismo y la filosofía, páginas muy agudas a Nietzsche, desde su ensayo sobre la Mole Antonelliana, pero ya inaceptable es un reciente intento por demostrar que el principal progenitor intelectual del surrealismo no fue Freud ni Hegel, sino Nietzsche. Curiosamente, en el juego de “Ouvrez-vous?” (Médium, n. 1, 1953), Nietzsche recibía nueve síes y cinco noes (entre estos el de Adrien Dax: “No, debe hablar demasiado alto”, y el de Wolfgang Paalen: “No, admiraba demasiado la armada prusiana”).
Con esta publicación de Guy Girard (que ya había incluido a Nietzsche en uno de los sueños de su Abrégé d’histoire universelle vu en rêve, donde se lo encontraba cerca del Madrid revolucionario cuando se dirigía con unos anarquistas a fusilar una estatua de Cristo, y con quien sostenía unas “confusas consideraciones estéticas sobre las latas de sardinas”), estamos ante otro de los capítulos de Nietzsche y el surrealismo. Para Guy Girard, “el eco de su risa es el de la tragedia permanente del individuo confrontado no tanto a lo que lo aliena (en el sentido en que esto implica una dialéctica) como a lo que lo encierra en el juego de espejos mortíferos de la moral dominante”. Y en este sentido el mejor Nietzsche continúa siendo un pensador liberador.


Fotos de Peter Overton

Peter Overton, foto en Waterloo & elsewhere

En las Surrealist Editions del grupo de Leeds ha aparecido un segundo conjunto de fotos de Peter Overton, titulado Waterloo & elsewhere. El anterior, Down victory!, es de 2007 y llevaba una introducción y un postscriptum de Kenneth Cox. En el origen de aquellas fotos estaba el juego del grupo de Leeds “Exploraciones de ausencia”, sobre cuatro lugares abandonados. Las fotos de ahora, la mayoría en color, siguen la misma indagación, aunque centrándose más en los objetos.
El texto inicial, “Down is up”, lo firma ahora Krzysztof Fijalkowski, quien inserta el trabajo fotográfico de Peter Overton en la línea abierta por Atget, continuada entre otros por Emila Medková y Alois Nozicka (y los checos en general) y llevada a nuestros días, principalmente, por los grupos de Leeds, Praga, Madrid y Estocolmo.
Si las fotos de Down victory! iban acompañadas en la página opuesta de un texto inspirado en ellas, las de Waterloo & elsewhere llevan un breve pie que va conformando el poema final que da título al conjunto. En cualquier caso, estamos ante dos expresiones interesantes de un nombre del surrealismo que ya conocemos desde los años 80, cuando animaba Extrance, una de las publicaciones en que se producía el tan constante como impredecible resurgir del surrealismo.

Exposición “encontrada” de Katerina Pinosová


Cádiz es sin duda un buen sitio para el encuentro de los surrealistas, por sus propias características, sobre todo marinas, y por la ya no tan reciente instalación en ella de Bruno Jacobs.
Tras varias fulgurantes exposiciones callejeras, ahora tenemos una que es una sorpresa... incluso para los propios “expositores”. Estamos en la Galería Castillo de San Sebastián, 24 de noviembre de 2015, y el capturador es Javier Gálvez, de nuevo de paso por tierras gaditanas.
En Other air, Katerina Pinosová, que forma parte del círculo surrealista A.I.V. desde 1995 y del grupo checo y eslovaco desde 1997, narra la creación del objeto Jemu (2003), y tiene una presencia muy rica, con poemas, pinturas, esculturas, objetos, sueños, dibujos y fotos.


Roberto Yáñez, “El reino inestable”

Roberto Yáñez, El árbol de la sabiduría

Las Ediciones Derrame acaban de publicar un nuevo libro, en este caso de Roberto Yáñez, uno de los fundadores del grupo en el año 2000, junto a Aldo Alcota, Rodrigo Verdugo y Rodrigo Hernández.
El reino inestable es el quinto de sus poemarios, tras Poemas encontrados en San Pedro de Atacama, Espejo ultrasombra (que fue ilustrado por Aldo Alcota), El objeto del vértigo y Lluvia de primavera.
El reino inestable se compone de 32 poemas en prosa o “pasajes” y lleva un breve prólogo de Rodrigo Verdugo, que puede consultarse en este enlace:
http://letras.s5.com/rver181115.html

Seixas Peixoto, de pie sobre el huevo

Seixas Peixoto, díptico de la serie Oro sobre azul, 2011

Seixas Peixoto celebra treinta años de actividad artística con el libro de collages y dibujos Little boy blue, título de un blues clásico que grabó Robert Lockwood por primera vez en 1942, basándose en una canción de cuna pero incorporándole imágenes violentas, y que tendría grandes versiones de Lightning Hopkins, John Lee Hooker, Scrapper Blackwell, Otis Spann y Walter Horton; curiosamente, en el lenguaje jazzístico ya lo registraban Sharkey Bonano, Billy Kyle, Teddy Hill, Ella Fiztgerald y Bunny Berigan en 1937.
Este libro objeto con 17 imágenes que nos transportan a una historia basada en el azar fue presentado hace unos días en la librería conimbricense de Miguel de Carvalho, uno de los principales centros mundiales de reunión de las huestes surrealistas.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Rik Lina: la aventura del dibujo

Rik Lina, Reefscape, 2002

Vuelve Rik Lina a ser noticia en nuestra página, al acabar de aparecer en Amsterdam el libro Het avontuur van tekenen, antología de unos 300 de los millares de dibujos que ha realizado desde fines de los años 50, elegidos por él mismo como los más característicos de sus sucesivos momentos. Los diferentes capítulos cronológicos –nueve en total– van precedidos de poemas de Jan Bervoets, otra notable figura del surrealismo neerlandés.
Rik Lina,
Liana, 2012
Una de las cosas que más sorprenden en la obra dibujística de Rik Lina es la poderosa unidad que ofrece, siempre bebiendo en las mágicas fuentes de la naturaleza, como si fuera un amerindio trotamundos. Por sus imágenes de trazo rápido y seguro pasa la vida secreta y salvaje, árboles, bosques, junglas, montañas, cardos, arrecifes coralinos, animales pelágicos a la deriva de los mares, rayas, medusas, delfines, pulpos, tiburones, pájaros, pelícanos, camarones, mariposas, colibríes, lagartos, cactus, lluvias tropicales, terremotos, torbellinos, huracanes, constelaciones... También, dragones que evocan los de Renzo Margonari. Y muchas veces, las exuberantes formas femeninas irrumpiendo, incluidas las de una mujer tiburón (la mujer tiburón hace pensar en la célebre aventura de Maldoror, a quien por lo demás se celebra, en expresiva continuidad y fidelidad, tanto en El meteoro. Lautréamont, que es de 1971, como en Maldoror, que es de 2000).
Erotismo, metamorfosis, ascensión de lo sutil por separación de lo espeso, el principio omnipotente de la analogía y la música de la naturaleza, que es la más bella música, aunque Rik Lina también presente varios Free jazz de diferentes épocas, en la ecuación que para él hay entre el jazz y el automatismo plástico.
En la primera foto de las que abren las secciones del libro tenemos a Rik Lina en los Pirineos, año de 1963, y en la última lo vemos dibujando en el Cabo Mondego en 2010; en medio quedan Amsterdam, Bonaire, Saba (el bosque de Elfin y la bahía de Wells), Scuba, el desierto Atacama de Chile. El Cabo Mondego parece ser su residencia definitiva, en uno de los países que ha acabado consagrándose como una de las tierras electivas del surrealismo. Hasta el punto de que también a Rik Lina, como recientemente a Miguel de Carvalho y a Zuca Sardan, lo ha inspirado Mariana Alcoforado –en su caso multiplicada nada menos que por tres (Tres monjas portuguesas, 2009).
De 1959 a 2015, Rik Lina ha protagonizado una de las aventuras más fértiles, duraderas e inspiradas del territorio surrealista, todo un triunfo –sobre la realidad rugosa– de los lujos alquímicos del automatismo, que al final no viene a ser sino un retorno en nosotros de la voz de la naturaleza.
La edición de Het avontuur van tekenen se debe, como la de Multiversum, a kadeKUNST, Amsterdam (www.kadekunst.nl).

Rik Lina en el Cabo Mondego, 2010

Paul Bogaers

Estudio de Paul Bogaers, 2014

De Paul Bogaers ha habido reciente noticia en Lo que será, el n. 2 de Hydrolith y el 3 de A Phala. Amigo de los surrealistas neerlandeses, Bogaers era conocido sobre todo por sus fotografías extendidas y por el libro Upset down (2010), que trata de la fotografía de los pensamientos. Pero ahora da la sorpresa con su obra en cartón piedra, originalísima, con una muestra amplia en la exposición “My life in the bush of ghosts”, título tomado de un influyente disco de Brian Eno y David Byrne (1981), a su vez tomado de una novela del nigeriano Amos Tutuola (1954) donde se describían las errancias por un monte de fantasmas, que Paul Bogaers afirma visitar diariamente.
Estudio de Paul Bogaers, 2015
Es enorme el interés que ofrece esta nueva inmersión africana, tras las de Cruzeiro Seixas y Jules Perahim. Paul Bogaers se puso a trabajar el cartón piedra –un “material fantástico”– cuando comenzó a interesarse por las imágenes y las máscaras africanas. Rodeado en su estudio de infinidad de objetos que lo inspiran, considera que una imagen demora en completarse: “En la tradición occidental se hace una cosa y se da por concluida. Se cuelga en un museo o en una iglesia y allí se queda. Con las esculturas africanas es diferente. Son usadas en rituales, y en el proceso se le añaden otras cosas: objetos, sogas, sangre sacrificatoria. Las imágenes cambian continuamente, y tienen que hacerlo si quieren permanecer «vivas». Creo que eso es algo maravilloso y lleno de sentido. El arte occidental y especialmente el arte moderno han tomado un camino minimalista. Menos es más. Pero para esas imágenes africanas y también para mi trabajo, más es más. Cada adición, si es la adecuada, refuerza el poder de la imagen”.
No extraña que para Paul Bogaers la palabra invocación sea fundamental, en la búsqueda de “fuerzas y poderes que no son visibles aunque no por ello dejen de definir nuestras vidas”. ¿Y merece recordarse que el término arte jamás ha existido en los idiomas africanos, hasta la invasión de la barbarie europea?
“My life in the bush of ghosts” se celebra en la galería Foam de Amsterdam hasta el 17 de enero de 2016.

Lou Dubois, buscador de estrellas

Lou Dubois, Souvenir de Brighton

Una nueva exposición de Lou Dubois se inaugura mañana jueves en la galería Les Yeux Fertiles, 27 rue de Seine. Son cajas, montajes y collages reunidos bajo el título de “Aux sources de l’éclair”.
En la imagen del catálogo, Souvenir de Brighton, nos saluda Erik Satie. A la escuela de Brighton pertenecía George Albert Smith, fotógrafo de retratos (quizás fuera él quien fotografió a Satie niño, cuando su madre inglesa veraneaba en Brighton) e inventor del “kinemacolor”. La pipa inhaladora de mentol la encontró Lou Dubois en el rastro de Brighton.
Con ocasión de esta exposición, ha sido editado el libro de artista Chercheurs d’étoiles à dormir debout, en Venus d’Ailleurs, que ya dio a la luz hace un año el precioso librito Mad is Rose.
Lou Dubois es uno de los maestros del correo artístico, y de él tengo el placer de atesorar una docena de sobres maravillosos, de los que doy hoy dos muestras. Se trata de un género muy arriesgado, ya que cualquier cartero de buen gusto y sin muchos escrúpulos no dudaría en quedarse con estas cartas. Por suerte, predomina incluso la bestialidad, como se advierte en los garabatos de la segunda carta, la que por cierto fue devuelta a París, por lo que la dama fue flotando tres veces por encima del mar. En contrapartida, obsérvese en la primera cómo pudo escapar el jilguero al triste destino del matasellos.