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Isabelle Waldberg, Repertorio de las ideas, c. 1968 |
Tres nuevos
tomos de “Surréaliste” la colección dirigida por Georges Sebbag en Jean-Michel
Place, acaban de aparecer. Son los dedicados a las Filosofías, las Revoluciones
y el Cine.
El más
interesante de estos volúmenes, al menos por lo que se refiere al estudio que
incluye, es el que ha hecho el propio Sebbag, sobre la filosofía y el
surrealismo. Dividido en cuatro secciones, que son “No hay nada incomprensible”
(lo que significa que se comienza bajo el signo de Isidore Ducasse), “De
Heráclito a Nietzsche”, “El superracionalismo” y “El asunto Heidegger”, concluye
con estas palabras: “Existe un proyecto filosófico surrealista que se traduce
en una elección de vida, pero que se expresa también por una profusión de
conceptos inventados, de sentencias recalcadas, de intuiciones geniales
asumidas”.
El dedicado al
surrealismo y la revolución es obra de Mark Polizotti, que se ha hecho famoso
por una biografía de Breton calificada por Fritz Erik Hoevels, en la demoledora
reseña que le hizo a la traducción alemana, de “ladrillo pedante y rencoroso”.
Pero la selección de textos guarda el nivel del resto de los volúmenes y solo
en la nota final se derrapa, la inicial cumpliendo en cambio bien su función.
El volumen
cinematográfico está a cargo de Dominique Rabourdin, y es el más vulnerable,
aparte coincidir en el propósito antológico con The shadow and its shadow, de Paul Hammond, que en 2000 ya iba por
su tercera edición. Aunque nada más fácil que señalarle ausencias a una
antología de cualquier tipo o a un panorama histórico, aquí son quizás
demasiado abundantes: Svankmajer, Svab, Vachek, Marek, Effenberger, Istler,
Simpson, Paranaguá, Lenica, De Sanctis, Freddie, Morris, Lye, Cornell (todas, o
casi todas ellas en el período acotado por la colección). Centrándose sobre
todo en Francia, Rabourdin dedica una nota final a los belgas, pero aún así en
la que no se habla ni de Storck ni de Moerman. Lástima, porque su trabajo es
como siempre muy fino. Entre los textos, leí por primera vez los de Gérard
Legrand y Georges Goldfayn pertenecientes al n. 3-4 de L’Âge du Cinéma.
Prosigue esta
útil colección su singladura, restando por aparecer los tomos de encuestas,
poesía, arquitectura, fotografía y revistas.