domingo, 17 de agosto de 2025

Lou Dubois: haikus y collages

 
Como siempre, Lou Dubois sorprende con una nueva serie de collages, en este caso de haikus y collages. El álbum, primorosamente editado (no podía ser de otra manera) por Venus d'ailleurs, se titula  Cipango m'était conté, siendo Cipango el nombre antiguo del Japón (así era conocido, por ejemplo en los tiempos medievales). Son en total dieciocho planchas, casi todas dobles (en la parte final, todo se multiplica y exacerba) facsimiladas, con dos haikus cada una y llenas de personajes poéticos nipones que en este caso sustituyen a las habituales del surrealismo, aunque Man Ray asome en la estampa cuarta. En el origen de esta aventura collagista se encuentra el descubrimiento, en un rastro parisino, de un álbum japonés de fotos con grabados de laca y páginas de seda antigua.

La estampa que reproduzco cuenta con la presencia de Youki, que en japonés quería decir "rosa de las nieves" según me refiere el propio Lou Dubois, quien, amigo siempre generoso y atento, acostumbra señalarme las claves difíciles o imposibles para mí de sus collages. Pero hay mucho más, aparte el "explosivo fijo" que nos sitúa en el centro del surrealismo: "youkinensumo" es "youki n'en sut mot", youki no supo ni una palabra, porque "sut mot" se pronuncia como "sumo", luchador japonés; la témpera es aquí pintura al huevo, y por eso "dans le noir un oeuf explose"; Hiroshi Sujimoto es un fotógrafo japonés que admira a Marcel Duchamp, y por eso tiene los bigotes de la Gioconda... 

Nunca he tenido muchas simpatías por las furias de haikuizar de tantos poetas occidentales. Aludiendo a "la degeneración mediática del zen y de las artes que de él derivan", Ricardo Paseyro se apoyaba en Arthur Koestler para esta cuestión de la insípida proliferación de haikus: "En 1956, la revista Haiku Research calculaba que por lo menos cuatro millones de poetas practicaban este arte –si es que se puede llamar arte a las incansables permutaciones de cuervos colgados de una rama, de ranas que saltan en un charco, de gotas que se deslizan a lo largo de los bambús y de hojas de otoño que susurran en las cunetas". Solo he abierto en tiempos recientes dos excepciones: la de Raúl Henao en Una alberca en la luna, por ser con él imposible una decepción, y esta de Lou Dubois, por ser una exploración de lo más original, al combinar los haikus con el collage, y por llevar como siempre el sello de su humor peculiar y de sus malabarismos verbales.


jueves, 14 de agosto de 2025

Los vértigos de Massimo Borguese

Massimo Borguese, Antiguos dadaístas, 2024

Lo asombroso de una imagen como esta es que no es ninguna excepción entre las que nos viene ofreciendo Massimo Borguese desde hace poco más de dos décadas, y que me lo convierten automáticamente en el primer nombre que tendría yo que individualizar si hiciera una edición actualizada de Caleidoscopio surrealista. Tanta inventiva y fuerza visual puede seguirse a través de los cinco números de la revista Alcheringa. Al último de esos números pertenece el retrato de estos viejos dadaístas, pero no van a la zaga otras obras en tinta como Le surréalisme d'abord et toujours, Terminal y Le surmoi pendu, en los dos anteriores, o collages como Rebus brut o Blason noir, en el número 4. Desgraciadamente, el enlace que di hace unos años remitía a la página "Les minutes de l'umbo", que ha desaparecido, pero al menos tuvimos entonces la providencial idea de reproducir este magnífico ensayo de Jean-Pierre Paraggio, que vuelvo a traer aquí nuevamente:




Algunos enlaces de Surrint con reproducciones de Massimo Borguese:


martes, 12 de agosto de 2025

Rik Lina: automatismo y naturaleza

Al poco de traer a colación el automatismo de Rik Lina y Miguel de Carvalho, nos llega el catálogo de presentación de la exposición del primero al norte de Portugal, titulada "Historia natural", con apuntes interesantes de ambos sobre esta cuestión de permanente relevancia en el surrealismo.


sábado, 9 de agosto de 2025

Guy Ducornet, 2014 (1)

Una postal de Sedona, con recuerdos de los indios hopis y de Max Ernst y Dorothea Tanning, abre el año 2014.

La primera carta no tiene  fecha, pero se sitúa en estos primeros días del año, con relatos del reciente viaje americano (y ahora las muñecas kachinas) y más recuerdos y azares, aparte la constante actualidad surrealista (el almanaque de Brumes Blondes, y nuevas insistencias en el apaleado Courtot). Me retrata a Ghislaine al volante, y he de decir que, cuando estuvieron en Tenerife me quedé maravillado por sus dotes de conductora, ya que manejaba como si conociera la isla desde hace años, incorporándose en cuestión de segundos a la siempre atiborrada autopista del Norte; me explicaría que aprendió a conducir en el camión de su padre desde niña, y la considero el mejor conductor, masculino o femenino, que yo haya conocido a lo largo de mi vida. Como otra nota personal, el lector habrá advertido la insistencia de Ducornet en que los visitara en Francia (París o su casa del campo), pero por desgracia era una batalla perdida, ya que entre 2006 y 2016 nunca me moví de las islas (y a partir de 2016 solo lo he hecho para retornos portugueses, sin dar nunca ni un paso más allá de la frontera).

Del 27 de enero es la maravilla de carta manuscrita e ilustrada, hablando de París, de su práctica personal del automatismo, de Virginia Tentindó y de Alain Joubert. El 16 de febrero escribe con más collages a todo color, refiriendo la reciente estancia de Laurens y Frida Vancrevel en París y aludiendo a la presentación de Oblique Shocks con Michel Mourand a la batería, pero, por desgracia, de esa presentación, entonces en google, de lo cual me alerta, no hay ya ni rastro.

La carta del 12 de marzo, a la vuelta de su viaje a Holanda, es exaltante. Tras denigrar la "explotación espectacular del surrealismo", comentar la exposición de Meret Oppenheim en Lille y dejar unos finísimos apuntes sobre la pintura nórdica admirada en su viaje por Holanda y Bélgica, nos da un nuevo recital de radicalidad ideológica. Anuncia unas correcciones a un artículo que yo he escrito sobre Rikki, las cuales encabezan la siguiente carta, in medias res y comentando en algunos párrafos la reacción negativa de Jacques Lacomblez al almanaque de Brumes Blondes; acotaré que no me hizo entonces ninguna gracia la anécdota "provocadora" que cuenta de Lacomblez.

Por aquellas fechas, salía a flote en la prensa francesa el caso Blanchot, o sea el de su juventud fascistoide, tema que no podía escapársele. Pero sigamos con otra misiva excepcional, la datada en 26 de marzo. Me entero de su colección enorme de postales estereoscópicas, para luego iniciar una feroz diatriba contra las guerras y sus abominables trasfondos, en que vemos cómo ha mantenido incólume la violencia que anida en los orígenes del surrealismo. Era esa rabia contra un mundo inadmisible lo que estaba en la base de nuestra entente intelectual, tanto como el amor del surrealismo, y sus palabras sobre la importancia capital de las declaraciones colectivas del movimiento a lo largo de casi un siglo son definitivas. Veo en esta carta dos deslices: las atrocidades del estado belga en el Congo no son ninguna novedad para quien se haya leído Las tres erres de Mark Twain (aunque supongo que el asunto reemergía por aquellos días) y Oliveira Salazar ya había muerto cuando el cambio de régimen en Portugal (se confunde con Marcelo Caetano); pero esto es pecata minuta en una carta admirable, que él mismo define como un "largo desarrollo improvisado".

El 4 de abril vuelve sobre Blanchot, y da noticia de su habitual mudanza de Perís al valle del Loire. Por fin, la carta del día 26 del mismo mes, ya desde Puy-Notre-Dame, es curiosa por haberse conservado las preguntas que yo le formulaba. Nada diestro en la escritura del francés y del inglés, yo le solía chapurrear brevemente en esas lenguas. Interesante es su contestación, con pros y contras, a la valoración que le pido sobre Jimmy Gladiator.

GUY DUCORNET 2014 (1)

jueves, 7 de agosto de 2025

Bruno Montpied: un blog fascinante

Hace más de seis años llamamos la atención sobre el extraordinario blog de Bruno Montpied "Le poignard subtil", dedicado a tender “pasarelas entre el arte popular, el art brut, el art naïf, el surrealismo espontáneo y el arte inmediato”. Hoy ese blog, frente a tantos otros que han colapsado o se han ralentizado algo o mucho, persiste con perfecta salud, por lo que es preciso recomendarlo incesantemente.

Bruno Montpied marca su presencia constante en la revista del grupo surrealista de París Alcheringa, y mención especial merece, en el número 3, la presentación de cinco insólitos artistas populares, descubiertos en los rastros y lugares similares: Louis Carmeil (de profesión carnicero), Dominique Dalozo ("simbolista visionaria intimista"), Louis Delorme ("maestro de escuela tentado por el frenesí"), Armand Goupil ("pintor malicioso y secreto") y Gabriel Jenny ("un hombre inquietado por el Diablo"). Sin duda, mucho más interesantes que la legión de artistas bobos, engreídos y racionales que nos infligen hasta la inanidad los millones de galerías del planeta.

http://lepoignardsubtil.hautetfort.com/

alcheringa.revue@gmail.com

Armand Goupil, Corps nu/Cornue, 1962

martes, 5 de agosto de 2025

Richard Humphry

Richard Humphry, Bailarina ciega, 1966

El número 4 de la revista del Grupo Surrealista de París, Alcheringa, saca de la sombra a la figura de Richard Humphry, quien en los años 60 y 70 participó en algunas actividades del surrealismo británico. Sylwia Chrostowska le consagra el ensayo "Todo y su contrario", al que sigue un importante artículo de Jacques Brunius, "El jardín no tiene puertas", no recogido en su antología Dans l'ombre où les regards se nouent. Humphry participó en la exposición "The Enchanted Domaine", coordinada por Brunius en 1967, y, como señala Sylwia Chrostowska, las obras suyas que más nos interesan son las que se asocian a los paisajes selváticos visionarios de Max Ernst. En el enlace que damos, podrá apreciarse el contraste con muchas de sus restantes pinturas.

https://richardhumphry.com/

sábado, 2 de agosto de 2025

Sade y el surrealismo (1936-1940)

En 1936, la conferencia de Éluard en Londres, con motivo de la exposición internacional del surrealismo, incluye una exaltación del Marqués. Lévis-Mano la publica al año siguiente: L'évidence poétique

No solo esto, ya que en el mismo año aparece otra de las preciosas ediciones del surrealismo: Les mains libres, compuesta de "dibujos de Man Ray ilustrados por los poemas de Paul Éluard", y, de los nada menos que 54 dibujos, dos son retratos imaginarios del Marqués que prefiguran el famoso retrato con ladrillos de la Bastilla, un año posterior.



De 1939 es su dibujo Justine:


Pero no dejamos al Hombre-Rayo, ya que en los años de la guerra continuará sus reflexiones sobre el Marqués, recogidas en sus escritos sobre arte:







En 1940, André Breton le dedica un capítulo de su Antología del humor negro, seleccionando pasajes de Juliette, protagonizados por el entrañable ogro Minski; en la edición de 1950, Breton insertará un añadido sobre las "señales", de la célebre carta a Madame de Sade "L'aigle, mademoiselle":






1940 es un año fuerte, ya que Gómez-Correa, a la par que anuncia una traducción de Justine con estudio suyo, le dedica un brillante ensayo ("El Marqués de Sade o el amor considerado como un vicio espléndido"), publicado tres años después en el número 2-3 de la revista surrealista chilena Leitmotif (ver AQUÍ).

De otro de los grandes mandragóricos, Braulio Arenas, aparecería en 1948 su traducción, con prólogo, del Diálogo entre un sacerdote y un moribundo, en 1955, dentro de las Ediciones Mandrágora, la de los Estatutos de los Amigos del Crimen, y en 1957 este poema, incluido en El AGC de la Mandrágora:



Por continuar en Chile, en 1968 publicaría Mario Pellegrini, en traducción y con notas suyas, el citado Diálogo, con el prólogo de Heine ("Fantasmas", que había publicado Lely por vez primera en 1953) y "La evidencia poética" de Éluard. Esa fue la edición que se leyó en el ámbito hispánico, particularmente al coeditarla en 1980 en Barcelona y Buenos Aires la Editorial Argonauta.