En 1938 aparece la edición surrealista por excelencia de
Los cantos de Maldoror. La antecedían la de Soupault (con típicos dislates), la de Styrsky (en checo, selectiva) y la ilustrada en Skira por Dalí, quien también en 1938 haría el frontispicio de la de José Corti, con un retrato "paranoico-crítico" de Lautréamont calificado por Breton de "escándalo", pero que en realidad es simplemente ridículo.
Esta edición la ilustran doce artistas surrealistas, llevando cada uno de los seis cantos dos imágenes, y lleva un prefacio de Breton. Este prefacio es el texto que él había escrito para la futura Antología del humor negro, solo publicada en 1940:
Un antecedente claro de esta edición es la declaración sobre Violette Nozières que publicó E.L.T. Mesens en Bélgica cinco años antes: ocho poemas combinados con imágenes de Yves Tanguy, Max Ernst, Victor Brauner, René Magritte, Marcel Jean, Hans Arp, Salvador Dalí y Albert Giacometti; los cuatro primeros participan también en Los cantos, y el autor de la memorable portada es otro de ellos: Man Ray.
La primera ilustración es la de Kurt Seligmann, para la estrofa 8 del primer canto: "...Y cuando rondo las viviendas de los hombres, en las noches de tormenta, con ojos ardientes, con los cabellos flagelados por vientos tempestuosos, solitario como una piedra en medio del camino, cubro mi cara marchita con un pedazo de terciopelo tan negro como el hollín que colma el interior de las chimeneas":
La siguiente estrofa, la del canto al océano, fue ilustrada por Wolfgang Paalen:
Magritte, despreciando la labor clásica del ilustrador, se valió de La violación (1934) para la primera estrofa del segundo canto:
De todos los participantes, el menos conocido es el artista pirenaico Henrique Espinoza, a quien Benjamin Péret llamaría "el fantasma de los autómatas". Suya es la ilustración de la estrofa quince del canto segundo, que arranca precisamente con la persecución del "fantasma amarillo", la conciencia de Maldoror:
Óscar Domínguez y Roberto Matta ilustran del canto tercero las estrofas primera y quinta, respectivamente. La primera es la del paseo con Mario, después de que Maldoror se haya detenido "ante el espectáculo de una catarata", y la quinta la del prostíbulo vaginal en que tendrá lugar la abominable aventura divina, ofrecida en espectáculo "a los mundos siderales":
La contribución de Max Ernst corresponde al conocido inicio del canto cuarto: "Es un hombre o una piedra o un árbol el que va a dar comienzo al canto cuarto":
Y la de André Masson, al terrorífico autorretrato de la estrofa cuarta del mismo canto, añadiéndole arriba al "pulpo de mirada de seda" ("Soy sucio. Los piojos me roen... Las costras y las escaras de la lepra han convertido en escamosa mi piel cubierta de pus amarillenta. En mi nuca crece... un hongo enorme de pedúnculos umbelíferos. Sentado en un mueble informe... mis pies han echado raíces en el suelo y forman hasta la altura de mi abdomen una especie de vegetación viviente... Bajo mi axila izquierda una familia de sapos ha fijado su residencia... Una víbora maligna ha devorado mi verga para tomar su lugar... ¡Oh!, si hubiese podido defenderme con mis brazos, pero creo que se han transformado más bien en dos leños... El ano ha quedado obstruido por un cangrejo... Dos medusas cruzaron los mares. saboreando una esperanza que no fue defraudada. Examinaron atentamente las dos porciones carnosas que forman el trasero humano, y adhiriéndose al contorno convexo, las han achatado en tal forma mediante una posesión constante, que los dos trozos de carne desaparecieron... ¡No habléis de mi columna vertebral porque es una espada... clavada verticalmente en mi espalda!...":
Masson ya había hecho una tinta ilustrando la estrofa del océano (Viejo océano, oh gran célibe) y también el dibujo Maldoror (1937), que sitúa en el otro extremo al pulpo de mirada de seda:
Yves Tanguy permanece fiel a su universo personal en la imagen que ilustra la estrofa segunda del canto quinto, aunque pueda divisarse en los aires de la Bretaña el combate entre el buitre de los corderos y el búho de Virginia, contemplado por la figura de Maldoror:
Brauner hace la ilustración de la estrofa séptima del mismo canto, con el motivo, surgido un año antes, de los ojos reemplazados por cuernos, que "traspasan la superficie del mundo de las apariencias y permiten el acceso al otro lado del espejo, nuevo mito surgido junto a los símbolos de la mutilación del ojo" (Marina Vanci-Perahim). Estas imágenes cobrarán un sentido particular después del conocido "accidente" del 28 de agosto de 1938.
En su Antologia grafica del surrealismo, Maurice Henry reproduce como "ilustración de Les chants de Maldoror" el siguiente dibujo de Brauner, datándolo en 1928, lo que es sin duda una errata (incluso bajo la firma del artista se lee 938). Reaparece en él la "tarántula negra" de la anterior imagen, sino que ahora en plena actividad ("me aprieta la garganta con las patas y me chupa la sangre con su vientre"):
El último canto es ilustrado por Joan Miró y Man Ray. Miró toma dos motivos de la estrofa sexta, al evocar la carta de Maldoror a Mervyn, firmada con tres estrellas y con una mancha de sangre debajo, y añade como anticipación un elemento de la estrofa décima: la soga con que Maldoror amarrará los pies de Mervyn para arrojarlo como un cometa y estallarlo contra la cúpula del Panteón:
Una publicación capital del surrealismo en este año fue el Dictionnaire abrégé du surréalisme, que incluye un Homenaje a Lautréamont por Man Ray, datado en 1933, o sea trece años después de su Enigma de Isidore Ducasse. Apareció en la primera página dedicada a los objetos, con uno de Duchamp y otro de Dalí:
Man Ray realiza la ilustración tal vez más explícita de la edición que nos ocupa, y aquí tenemos al carpintero de la calle de la Verrerie en el momento en que destroza la jaula del pájaro canario de las tres Margaritas, por creer que se está burlando de él, mientras en el aire da vueltas la garlopa ("Aplastó con sus tacones claveteados la caja de mimbre, mientras una garlopa, que hacía girar alrededor de su cabeza, mantenía alejados a los presentes"):
Eddie Breuil sugiere una interpretación tan absurda como anti-Breton de este dibujo de Man Ray en el artículo que dedica a la edición, contenido en el volumen XXXII de Mélusine. Otro trabajo específico es el de Liliane Durand-Dessert "Lautréamont et les arts visuels", en los Cahiers Lautréamont de 1998.
*
En 2011 se subastó un ejemplar numerado de las Obras completas que incluía excepcionalmente nueve dibujos originales, verdaderos cadáveres exquisitos, compuestos por Breton, Jacqueline, Péret, Brauner, Hérold, Prévert, Mabille y Marie Cuttoli, famosa artista del tapiz ligada a las vanguardias y propietaria del ejemplar. Los dibujos ilustraban la página del título, los seis cantos, las poesías y las cartas, y han sido reproducidos en parte en el libro de Dominique Paulvé Marie Cuttoli. Myrbor et l'invention de la tapisserie moderne, 2001. Vemos aquí la portada y el inicio del canto cuarto: