viernes, 30 de agosto de 2019

Septiembre a la vista



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Alfonso Peña, infatigable, acaba de publicar, en la Universidad Autónoma de México, este libro, donde dialoga con una serie de estudiosos del surrealismo y de figuras del movimiento surrealista, siendo estas en concreto Amirah Gazel, Beatriz Hauzner, Nelson de Paula, Enrique de Santiago, Zuca Sardan y Rodrigo Verdugo:


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Sobre Christian Dotremont:

sábado, 24 de agosto de 2019

Evocación de Antoni Zydron

De pie: Paul Goodman, Antoni Zydron, Renate Deuter,
John Welson, Tony Pusey, Gerda van der Krans,
Dabe Bobroske y Adrienne Blake;
delante: Rainer Wicherung, Rik Lina
y Kathy Fox

Para dar noticia recientemente del último número de Dreamdew, elegí una imagen de Antoni Zydron, El biombo de Freud. Rik Lina me escribía al punto, señalándome que lo había conocido bien y que hoy es una figura algo olvidada. Como ejemplo, la enciclopedia británica del surrealismo ni lo nombra en sus más de mil ochocientas páginas (entre otras cosas, porque Polonia es uno de los países no tratados específicamente).
Antoni Zydron (1936-2001) fue uno de los nombres fijos de Phases (y su correspondiente en Polonia), y de él dijo Édouard Jaguer: “Zydron no es realista. Surrealista, levanta su imperio en el corazón mismo de la realidad, mientras que el realista se duerme en la superficie”. En la representación que de Phases hubo en la exposición mundial de 1976 en Chicago, Jaguer lo eligió naturalmente entre sus artistas surrealistas. Reproduzco la página Phases de Marvelous Freedom. Vigilance of Desire, y más material de interés, al haberme remitido Rik Lina varias instantáneas de la exposición.
El documento adjunto se compone de las siguientes imágenes, perteneciendo las cuatro primeras, como la que encabeza esta nota, a la exposición Phases en la Galery 13 (Hannover), 1992:
- Foto con A. Z., Rik Lina, el galerista Rainer Wichering, Dabe Bobroske y John Welson.
- Foto con Rik Lina (instalando una obra de A. Z.), A. Z., Renate Dauter (frente a una pintura de junglas de Rik Lina) y Gerda van der Krans (frente a una pintura de Philip West).
- Rik Lina fotografía una obra de A. Z.; a la izquierda una pintura de Dave Bobroske y a la derecha un dibujo de Pardo Jackson.
- A. Z. y Rik Lina.
- Obra muy característica de A. Z. en la casa de Édouard Jaguer, fotografiada el 16 de enero de 2002.
- Página Phases en el catálogo de Chicago.
- Página de A. Z. en el catálogo Phases. L’experience continue, 1988.
- Página de A. Z. en el catálogo Phases à l’Ouest, 2008.
- El árbol fúnebre, libro objeto, 1978.
- Cuadro con cola, 1985.
- Gouache en cartuchos de papel, 1994.
- Portada y contraportada del n. 39 de Infosurr, enero-abril de 2001, con una imagen y la semblanza realizada por Édouard Jaguer.
antoni zydron


miércoles, 21 de agosto de 2019

J. Karl Bogartte: “Spirits in the Albino Hotel”

Una nueva publicación de J. Karl Bogartte es siempre un acontecimiento, hasta tal punto se han hecho raras (desgraciadamente) las expresiones contemporáneas de ese romanticismo revolucionario de raíces góticas que ha sido uno de los mejores hontanares del surrealismo. Volveremos sobre este nuevo título –Spirits in the Albino Hotel. Throwing antlers–, en que se combinan poemas en prosa, fragmentos poéticos y aforismos, hoy limitándonos a señalar la aparición del libro y reproduciendo estas bellas palabras de Patrick Lepetit sobre este gran maestro del automatismo:
“«El exilio es un río lejano». Lo que más me sorprende de los textos de J. Karl, en los que la mente puede seguir una mecha encendida fuera de los niveles conscientes, es que, para mí, un francés, sin duda suenan rimbaldianos, a un Rimbaud justo al borde del silencio. Al igual que los Silenciosos, esas extrañas figuras que se ciernen en el fondo de sus fotomorfosis como si salieran de nuestros sueños más extraños y maravillosos, o que vagan cerca del lado tenue de la conciencia, J. Karl parece ser el que explora el lenguaje y las profundidades de un paisaje interior en que su Hotel Albino se parece mucho al Hotel del Universo de Arturo en Adén, mientras escucha por la noche la luz de las primeras estrellas, para pararse exactamente en ese punto donde lo real y lo imaginario dejan de ser percibidos como contradictorios –precisamente el punto donde sus imágenes sobresalientes y torrenciales de deseo siempre se están extendiendo. Y nuestra recompensa es una procesión de miradas peligrosas.
La poesía de J. Karl: un acertijo para el basalto obsesivo y la fluorita de las delicias significativas, una fábula brillante para la elaboración de brujas y similares...”
(“Exile is a distant river”. What strikes me most with J. Karl's texts, in which mind is allowed to follow a lit fuse outside of conscious levels, is that, to me, a Frenchman, they undoubtedly sound Rimbaldian - a Rimbaud right on the brink of silence. Together yet with Les Silencieux, those strange figures looming in the background of his photomorphoses as if out of our weirdest and most marvelous dreams or wandering near the tenuous side of consciousness, J. Karl seems, he who explores language and the depths of an inner landscape where his Hotel Albino looks very much like Arthur's Hotel de l'Univers in Aden while listening at night to the light of the very first stars, to stand exactly on that point where the real and the imaginary cease to be perceived as contradictory - precisely the point where his outstanding and torrential images of desire always overreaching are gushing forth. And your reward is a procession of dangerous glances.
J. Karl's poetry: a riddle for obsessive basalt and the fluorite of meaningful delights, a brilliant fable for crafting witches and the likes!)

domingo, 18 de agosto de 2019

Agosto de 1919: Jacques Vaché, “Lettres de guerre”

Le decía Claude Tarnaud a Franklin Rosemont, en 1963, que la biblioteca “esencial” del surrealismo la formaban Arcane 17, las Poesías de Isidore Ducasse y las Cartas de guerra de Jacques Vaché. Que había infinidad de libros surrealistas dignos de ser leídos, pero que esos tres son los que lo llevarían más lejos, los que eran para él necesarios.
Rosemont dedicó a Vaché un gran libro: Jacques Vaché and the roots of surrealism, que incluía las cartas de guerra de Vaché traducidas por Guy Ducornet. Esta obra se publicó en 2008 y disfrutaba pues del acceso a los grandes trabajos de Georges Sebbag, quien en 1989 había publicado el formidable L’imprononçable jour de sa mort, Jacques Vaché, janvier 1919 (con el facsímil de la increíble carta-collage de André Breton) y la edición definitiva de las Lettres de guerre, a la que siguió en 1991 la de las 43 cartas de guerra a su amiga Jeanne Derrien.
Se cumplen este mes los cien años de las Lettres de guerre de Vaché y lo menos que puede decirse es que son hoy tan actuales como entonces. ¿O más? Vaché permaneció incólume al dadaísmo, y es tal su importancia en la génesis y el desarrollo del surrealismo que la reciente enciclopedia internacional del surrealismo hubiera debido tener la audacia de incluirlo en el capítulo de “Surrealistas” (al que pertenece con más derecho que al menos una cuarta parte de los allí presentes) y no en el de “Precursores”.
Naturalmente, Tarnaud le recomendaba a Rosemont la edición que en 1949 había aparecido con los cuatro magníficos textos de Breton, y que en 1970 iba a reeditar Losfeld. Un libro en efecto, imprescindible siempre.




jueves, 15 de agosto de 2019

"Dreamdew", 18


Agosto se agita gracias a Soapbox, a Infosurr y a Dreamdew mientras Peculiar Mormyrid prepara la muestra de Polymorph Bodyshopy es que nada que ver tiene el surrealismo (esa resistencia al oscurantismo del mundo) con los ritmos de la civilización burguesa, afortunadamente. En esta nueva entrega de Dreamdew concluye el ensayo de Georges Sebbag, pero hay más material enjundioso.
dreamdew 18

Antoni Zydron, El biombo del Dr. Freud, 1989

domingo, 11 de agosto de 2019

“Infosurr”, 138


Karl-Otto Götz, dibujo, 1992
Como casi siempre, el boletín de Infosurr ofrece artículos muy meritorios y nos aporta informaciones que se nos han escapado, y no de la menor importancia, como en este caso la del fallecimiento hace ya veinticuatro meses de Karl-Otto Götz... a los 103 años, batiendo pues el record de Dorothea Tanning (cuando alguien muere a los 103 años, la gente hasta se ha olvidado de que estaba vivo). Traza la semblanza Richard Walter, con toda pertinencia.
Los otros dos artículos de fondo que deben señalarse son el de Pierre Vandrepote sobre el también desaparecido Jean-Claude Barbé y el de Jean-Pierre Lassalle sobre la correspondencia de Breton con Tzara y Pîcabia. Vandrepote es el más indicado para evocar a Barbé, y Lassalle hace una reseña magistral e incisiva como de costumbre.
No faltan los varapalos al confusionismo reinante: de Laurens Vancrevel a la Fundación Gulbenkian por su lectura del surrealismo lusitano y de Richard Walter al autoproclamado “Museo surrealista François Boucheix” en Vichy.


Tomamos nota de publicaciones no registradas aquí, y no son pocas: la “a-novela” Ja, Ick Wil, de Wijnard Steemers, comentada por Vancrevel; L’animal de compagnie, relato erótico de Léo Barthe (Jacques Abeille), también comentado por Vancrevel; The complete stories of Leonora Carrington; Chemins de nuit et leurs stations, de Hervé Delabarre; Métaux adjacents, de Jean-Pierre Le Goff; y L’oiseleur de tempêtes, de Jean-François Paradoux en la colección de Jacques Lacomblez L’Echelle de Verre, reseñado por Ludovic Tac.
Infosurr no es solo un boletín informativo, sino también lúcido y combativo, cuya lectura siempre nos enriquece.



















Karl-Otto Götz, Paisaje dormido, 1942

“Soapbox”, 140-142

Los tres números estivales de Soapbox traen muchas novedades, aparte ser, como siempre, una invitación a la poesía.
Destaquemos:
De Jean-Yves Bériou y Georges-Henri Morin, Nuit de Chine, en Animal Sospechoso, Barcelona.
De Pierre Peuchmaurd, Les cordes de patience, en L’Oie de Cravan, Canadá.
De Anne-Marie Beekman, Voyant-la-vue, también en L’Oie de Cravan.
De Joyce Mansour Spirales vagabondes, reunión de sus textos complementarios, o sea los no reunidos en las “obras completas” de Acte Sud; se encarga de la edición Marie-Laure Missir (lo que ofrece pues las máximas garantías) y edita Jean Michel Place. Una buena reseña de esta importante publicación: Joyce Mansour contre cadres.
De Hervé Delabarre, Du string, en Sonambula, y Alors, con doce tintas suyas, en las ediciones de la revista À l’Index.
Una jugosa reseña de Alain Joubert sobre los libros recientes de Alice Massénat, Hervé Delabarre y Jorge Camacho: trois du maquis.

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Exposición actual en Vancouver, con artistas de los que solo conozco a Rik Lina y Leo Labelle:
Y este corto sobre Georges Malkine:
malkine

miércoles, 7 de agosto de 2019

Un homenaje a Ludwig Zeller

Sasha Vlad, El banquete, 2007
(celebración de L. Zeller en su 80 aniversario)

Prestamos homenaje a Ludwig Zeller de la que consideramos mejor manera posible: presentando una serie de piezas que para muchos es de difícil acceso. La obra de Zeller es muy vasta y está llena de pequeñas ediciones, algunas de carácter artesanal, que ojalá se nos hagan algún día disponibles.
De sus poemas elegimos tres maravillas, aparecidas en sus ediciones Oasis: Nómades en el mándala, de 1978, con collages y dibujos realizados en colaboración con Susana Wald; Sílaba incandescente del deseo, de 1981, con “mirages” de ambos y traducción inglesa de Beatriz Zeller; y Eugenio Granell o la invención del dado, de 1982, con dibujos de Susana Wald y de nuevo traducción al inglés de Beatriz Zeller. Este último nos sirve a la vez para rememorar a otra figura extraordinaria del surrealismo, siendo lo ideal tener también a mano las pinturas de Granell que inspiraron los poemas de Zeller.
El dossier misceláneo incluye los siguientes documentos:
* La presentación en el Bulletin de Liaison Surréaliste, febrero de 1974.
* El collage goethiano en uno de los 11 Dominios de la Vigilancia Surrealista incluidos en el poderoso catálogo de la exposición mundial surrealista de Chicago, 1976 (exactamente, en el dominio del bluesman Peetie Wheatstraw, yerno del Diablo).
* La noticia, en el n. 2 de Surréalisme, 1977, de la aparición reciente de Cuando el animal de fondo sube la cabeza estalla. Magnífica, la afirmación de su surrealismo, al final de la nota.
* En 50 collages, 1981, un fino texto de Arturo Schwarz y el magistral, definitivo ensayo de Édouard Jaguer (¿quién hace hoy algo que se compare a esto?). Y añadimos los collages La piedra angular y El gran terminal, ya que Jaguer los comenta en su trabajo.
* El pequeño catálogo de los Mirages con Susana Wald, en la Galerie Surréaliste de Toronto, primavera de 1982.
* La respuesta a la encuesta de Arturo Schwarz sobre arte y alquimia, inserta en Arte e scienza, Arte e alchimia, 1986.
* La portada de Ludwig Zeller, A celebration, 1987, en que su poema “El faisán blanco” “viajaba” a través de infinidad de lenguas y de interpretaciones visuales. El otro día reproduje la contribución de Édouard Jaguer y ahora la de Jules Perahim, soberbia, aunque se prolonga por toda la cubierta.
* De Prohibidos los sueños prohibidos, 2013, su poema sobre Gómez-Correa y el texto que este le dedicó en 1991, nombrándolo “Caballero de la Orden de la Poesía”, que era como consagrarlo en el espíritu de la Mandrágora, la mayor aventura poética surrealista de la América latina.
* Otro modesto catálogo de collages, expuestos en Oaxaca en 2006.
* El muy bello poema que dedica Laurens Vancrevel a su figura y su obra en el n. 6-7 de la tercera serie de Brumes Blondes, 2007.
Añado las respuestas de Ludwig Zeller y Susana Wald a un cuestionario formulado en 2012 por Ana Borges Rodríguez, e incluido en el apéndice de su tesis doctoral sobre Mandrágora, que yo le dirigí por entonces. Y de nuevo el enlace de Mother darkness, el poema de Gómez-Correa ilustrado por Zeller.
Como nota final, señalemos que en la reciente enciclopedia internacional del surrealismo hay una buena semblanza de Zeller, realizada por Max Scur.

Cartel de 1972

domingo, 4 de agosto de 2019

Una biografía de Mário Cesariny

António Cândido Franco, quien desde hace muchos años presta una atención de importancia capital al surrealismo lusitano, acaba de publicar una gran biografía de Mário Cesariny, a quien conoció y sobre cuya obra ha escrito en repetidas ocasiones, siempre con lucidez y plena comprensión. O triângulo mágico es su segunda incursión en el género, tras la biografía que hace muy poco consagró a Agostinho da Silva, un pensador extremamente singular que me sorprendió muchas veces a lo largo de mis años de viajes portugueses.
Visto como “gran mago del amor, de la poesía, de la libertad”, Cesariny recibe aquí un tratamiento entusiasta que, a lo largo de cerca de 500 páginas, no deja resquicios por explorar, la labor de documentación siendo tan exhaustiva como acertada la estructuración, que va combinando linealidad con enfoques temáticos del modo más habilidoso.
No es fácil hablar del surrealismo sin meter el remo, a veces de la manera más baja y estulta que se puede esperar (y no digamos cuando el objeto es André Breton, la gran bestia negra de los memos). Lo hacen hasta quienes se consideran más expertos. António Cândido Franco destruyó algunos prejuicios sobre el surrealismo en Portugal que hacen ya imposible prescindir de sus trabajos, y sus consideraciones sobre el surrealismo son penetrantes y certeras. Nada que ver con los paisajes mentales de la tontería que se manifiestan hasta donde menos se los espera. Solo discrepo de él cuando, aquí, afirma que el surrealismo de entreguerras fue “mucho más pobre y estéril en términos de ideas” que en el período posterior a la finalización de la segunda de esas mundiales guerras. Si a nuestro biógrafo se le debe la reivindicación justísima de ese segundo período, creo que esta afirmación significa caer en otro extremo igual de erróneo. Por otro lado, aunque solo en una ocasión (se trata de un tópico archirrepetido, y que esgrimía el propio Cesariny de vez en cuando), se habla del “surrealismo francés”, cuya inexistencia tan solo es comparable a la de dios, habiendo sido el grupo de París de la era Breton un crisol de surrealistas de todas partes. Pero nuestro biógrafo utiliza el tópico en un sentido meramente práctico, para dar a entender la oposición que a veces se dio entre Lisboa y París.
Uno de los méritos de la biografía reside en la indagación que António Cândido Franco va haciendo de los poemas de Cesariny. La obra literaria de Cesariny no está muy estudiada, y aquí se cala bastante hondo en su lenguaje poético y en algunos de sus poemas emblemáticos, contextualizándolos perfectamente y dando claves muy valiosas. (También se echa en falta un buen estudio sobre su obra crítica, que es riquísima, pero todo llegará.)
Ya los inicios de Cesariny fueron subversivos, pero en su caso de subversión de los patrones neorrealistas, donde era difícil no situarse a fines de los años 40. Siguen en la vida del poeta la revelación del surrealismo, al que mantendrá fidelidad absoluta hasta la muerte; la fascinación por Breton, Artaud y Brauner; la creación del Grupo Surrealista de Lisboa; la práctica de juegos y en especial la del cadáver exquisito; las dos exposiciones de Os Surrealistas; la publicación de A afixação proibida, texto decisivo, y los poemas de Corpo visível; las tertulias del Café Gelo y el Café Royal; Titânia; la revista Pirâmide; Pena capital; A intervenção surrealista... En fin, todo el mosaico fascinante de fines de los 40 a fines de los 60, cuando se abre para él un período de pleno internacionalismo, a raíz de la conexión con Sergio Lima y la exposición de A Phala. Simultáneamente, Cesariny transita del verso a la pintura y expone por primera vez. Su biógrafo, que ha ido deteniéndose en todas las figuras portuguesas que tuvieron relación con él, muestra cómo ese internacionalismo le permitió también salirse de un medio que con los Pachecos y los Martinhos, en truculentas historias que nunca entendí mucho ni me parecían dignas de mayor interés. Estamos en el capítulo “Subversión internacional”, y comienza a apreciarse aquí la importancia excepcional del epistolario con Laurens Vancrevel, recientemente editado y al que recurre António Cândido Franco con mucha y siempre oportuna frecuencia. Casi tan trascendente fue para Cesariny la relación con Édouard Jaguer, hombre de ferviente internacionalismo, que lo apoyaría y a quien supo en una de sus cartas distinguírmelo rotundamente de los Pierre y los Schuster. Otro nombre del surrealismo iluminado en estas páginas es Ted Joans, que lo admiraba y visitó en Lisboa.
La ineludible fecha de 1974 encuentra a un Cesariny en plena ebullición, sin que pueda acusársele mucho de ingenuidad al creer que aquello iba a parar a otro sitio que a la cloaca de una democracia capitalista (cuyos efectos, por cierto, serían en algunos aspectos aún más letales que los de la interminable dictadura). Realmente, la alternativa estuvo entre eso y algo todavía peor: el estalinismo, que a él lo hubiera como mínimo encarcelado. Muy divertido (no tenía noticia de ello) es su encontronazo con el horroroso Saramago. Y la antena de António Cândido Franco capta a la perfección tanto la calidad inmensa del gran texto que Cesariny presentó al Congreso de los Escritores Portugueses (y que Franklin Rosemont publicaría en Arsenal) como su estrecha conexión con una de las obras suyas que más me conmovieron en su día: la Horta de literatura de cordel (1983), cala soberbia en la menospreciada literatura tradicional popular. Quien ha disfrutado de la correspondencia de Cesariny reconoce a lo largo de esta biografía la presencia de todas sus obsesiones. Así, ahí están las bestias negras de António Pedro, José Augusto França o el italiano Tabucchi. Ya a nuestros años de intercambios pertenecen los noa-noas, que yo he reeditado en Surrealismo: el oro del tiempo, y que fui recibiendo puntualmente, pero antes Cesariny ha estado en la exposición internacional surrealista de Chicago, ha viajado a México, se ha encontrado con Granell (el biógrafo registra algunos de los dislates conformistas de este en sus últimos años, como lo de que “el porvenir español está en la comunidad europea” o su apoyo a los magnates de Kuwait y su aliado hispano, de que yo no tenía noticia). Pero sobre todo interesa lo relativo a la elaboración de esa obra fenomenal que fue Textos de afirmação e de combate do movimento surrealista mundial, una obra que fue para mí toda una revelación cuando la leí en la Lisboa del otoño de 1979. Tanto se nos había repetido que el surrealismo había muerto, que fue para mí una sorpresa descubrir que estaba aún vivo y coleando, impresión complementada cuando conocí muy poco después a Granell en Tenerife, afirmando en voz alta su surrealismo.
Explora muy bien António Cândido Franco la relación con Vieira da Silva (una invención “surrealista” de Cesariny, ya que esa de surrealista no tenía nada, y lo mismo su marido), la disyuntiva Pascoaes/Pessoa y la feroz, radical crítica de la “modernidad” y del “progreso”, con la apelación esa sí que muy acertada y surrealista al pre-rafaelismo. Poca importancia hay que dar a sus descarríos finales, desde que en 1986 engrosó una de aquellas siniestras comitivas de artistas e intelectuales que acompañaban en sus viajes al político Soares, ejemplo del deshonor  a que la inmensa mayoría de ellos se ha prestado cada vez más, siempre ansiosos por recoger las migajas del poder político, pero que no era de esperar en Cesariny. En 1995, o sea con veinte años de retraso, dejaría de votarle a estos energúmenos profesionales.
He señalado en esta rápida supervisión de O triângulo mágico ante todo lo referente al surrealismo, pero está claro que hay infinidad de asuntos más, que al final incluso se desdoblan en unas eruditas y siempre sugerentes anotaciones. Esta sólida biografía, que nos da un retrato magnífico de una personalidad incomparable (mejor título de la presente reseña sería “La biografía de Mário Cesariny”), concluye con una completísima sección bibliográfica de y sobre nuestro gran poeta y surrealista.

viernes, 2 de agosto de 2019

Ludwig Zeller (1927-2019)

Composición de Édouard Jaguer

El surrealismo acaba de perder a uno de sus nombres más señeros, de obra generosa e inmensa. Próximamente le haremos aquí un sucinto homenaje.

Ludwig Zeller, 2010,
foto de Enrique de Santiago