Le decía Claude Tarnaud a Franklin Rosemont,
en 1963, que la biblioteca “esencial” del surrealismo la formaban Arcane 17,
las Poesías de Isidore Ducasse y las Cartas de guerra de Jacques
Vaché. Que había infinidad de libros surrealistas dignos de ser leídos, pero
que esos tres son los que lo llevarían más lejos, los que eran para él necesarios.
Rosemont dedicó a Vaché un gran libro: Jacques
Vaché and the roots of surrealism, que incluía las cartas de guerra de
Vaché traducidas por Guy Ducornet. Esta obra se publicó en 2008 y disfrutaba
pues del acceso a los grandes trabajos de Georges Sebbag, quien en 1989 había
publicado el formidable L’imprononçable jour de sa mort, Jacques Vaché,
janvier 1919 (con el facsímil de la increíble carta-collage de André
Breton) y la edición definitiva de las Lettres de guerre, a la que
siguió en 1991 la de las 43 cartas de guerra a su amiga Jeanne Derrien.
Se cumplen este mes los cien años de las
Lettres de guerre de Vaché y lo menos que puede decirse es que son hoy tan
actuales como entonces. ¿O más? Vaché permaneció incólume al dadaísmo, y es tal
su importancia en la génesis y el desarrollo del surrealismo que la reciente
enciclopedia internacional del surrealismo hubiera debido tener la audacia de
incluirlo en el capítulo de “Surrealistas” (al que pertenece con más derecho que
al menos una cuarta parte de los allí presentes) y no en el de “Precursores”.
Naturalmente, Tarnaud le recomendaba a
Rosemont la edición que en 1949 había aparecido con los cuatro magníficos
textos de Breton, y que en 1970 iba a reeditar Losfeld. Un libro en efecto,
imprescindible siempre.