sábado, 24 de junio de 2017

Ludovic Tac: “L’Ombre à l’horizon”


Sonámbula prosigue su andadura como editorial clave del surrealismo en estos últimos años. Ahora es la vez de Ludovic Tac, con su poema L’Ombre à l’horizon, que acompañan unos veintiséis dibujos relampagueantes de Fabrice Sauge.
Como se ha optado por una coedición con Loplop, la publicación es bilingüe, habiéndose encargado de la traducción al portugués Marcus Rogério Salgado.
Arropan el poema de Ludovic Tac un prefacio de Guy Cabanel –donde evoca sus años de L’Amiral noir y un postfacio del propio traductor. En conjunto, un libro de alta poesía primorosamente editado.
“En L’Ombre à l’horizon, todo está dicho, y no podría ser dicho de otra manera, en ese lenguaje al que soy particularmente sensible, por ilustrar perfectamente la especificidad del verbo poético, a la vez incontrolado y despojado de los lugares comunes de la vida corriente, más allá de la antinomia libertad-rigor, como una fiesta severa.” (Guy Cabanel).
“La poesía de Ludovic Tac es la expresión de la potencia de la imagen considerada y expandida en sus consecuencias máximas. Se suceden los estados de materia al toque de una sustancia mágica que ampara todas sus confidencias: el poema es un objeto para soñar.” (Marcus Rogério Salgado)

Dibujo de Fabrice Sauge

miércoles, 21 de junio de 2017

Steve Morrison

Steve Morrison, Zisurru 11, harina, arcilla roja de Georgia,
alquitrán, poliuretano sobre lienzo

Aunque hemos nombrado en sus lugares correspondientes los cortometrajes de Steve Morrison aparecidos en Peculiar Mormyrid, la visión reciente de otro más (el espléndido Air) nos lleva a singularizarlo en esta entrada. Damos los enlaces de esas cuatro películas, más el de Vimeo, donde hay otras, y el de la página artística de este mormírido de Atlanta, que es un auténtico “bottom fedder”.

Jane Graverol

Jane Graverol, 1969

Está en curso una retrospectiva de Jane Graverol, pintora magnífica del surrealismo belga. Por desgracia, el enfoque del catálogo es del género asmático mental genérico, sin que falten los tópicos más idiotas y hasta esas necias y escolares interpretaciones de cuadros que tanto detestaba un Magritte. Jane Graverol no podía escapar al agravio generalizado, cuando ni Toyen lo ha hecho.
Sobre Jane Graverol han escrito, en pequeños catálogos, nada menos que Marcel Lecomte, René Magritte, Paul Nougé, Marcel Mariën, Paul Colinet, Irène Hamoir, Louis Scutenaire, Geert Van Bruaene, Lo Duca, Pieyre de Mandiargues, Xavier Canonne y André Blavier. Qué necesario es reunir en un volumen todos esos preciosos textos recónditos, hechos casi todos por poetas, para contrarrestar y hasta anular la nociva verborrea racional-progresista de la caterva universitaria.

miércoles, 14 de junio de 2017

“Peculiar Mormyrid” y el mito de la revuelta

David Coulter Sueños inquietos de una araña comedora de pájaros

El quinto número de Peculiar Mormyrid (disponible, como los anteriores, tanto en línea como en papel) confirma que esta publicación se ha convertido en la más aglutinante de fuerzas del surrealismo, un poco en la línea de Hydrolith.
Este nuevo número tiene como tema “El mito de la revuelta”, dividido en tres “dominios”: “Dominio de la máscara”, “Dominio de la invocación” y “Dominio de la manifestación del gran no”. La abundancia de participaciones solo me permite aquí apuntar aquello que más me ha gustado, en un documento de primera fila que además puede cada cual consultar inmediata y gratuitamente. Los trabajos ya conocidos no abundan tanto como en Hydrolith, pero los hay (José Manuel Rojo, Javier Gálvez, Guy Girard, Jesús García Rodríguez y algún otro). La sección autónoma de imágenes es magnífica una vez más, con dibujos, pinturas, fotos y collages de Luiz Morgadinho, Casi Cline, Vicente Gutiérrez Escudero (dos potentes collages), Tim White, Joseph Jablonski, Annalynn Hammond, David Coulter, John Richardson (también con un collage en alimón con John Welson y Mark Sanders), Megan Leach, Janice Hathaway, Michael Löwy, Karl Howeth, Gregg Simpson, Craig Wilson, Dan Stanciu (la soberbia imagen que encabeza la nota dedicada el pasado sábado a Peculiar Mormyrid y otra que reproducimos hoy), el colectivo Capa, Miguel de Carvalho, Lucy Zae Porter, Steve Morrison, Alex Januário, Bruno Jacobs, Rik Lina y Andria Matta May Schaal.
Los juegos –para no olvidar que no hay revuelta verdadera sin ellos ni sin poesía, algo que muy pocos revolucionarios profesionales han entendido nunca– están tan presentes como en los números anteriores y en el propio blog de “Peculiar Mormyrid”, destacando los del grupo Chimera de Ottawa: “La máscara de los generales”, “Bon voyage”, “El grito del sereno” y “Prescripciones”. El de collages “Máscaras de la ciudad” es obra del grupo de Leeds, el de la máscara es del grupo House of Mysticum, y como corolario está el propio juego del mito de la revuelta, con quince participantes.
Los textos van acompañados en ocasiones de imágenes, como en el caso de Steve Cline (quien aporta también una serie de collages especialmente subversivos), Craig Wilson, Laura Corsiglia, Casi Cline. Poemas hay de Tim White, Daphnée Azoulay, Allan Vilu, Joël Gayraud, Joseph Jablonski, Maurizio Brancaleoni. Y relatos, ensayos, comunicaciones, prosas poéticas, de Dale Houstman (uno de sus textos disertando sobre apocalipsis y utopía), Lee Levinson, David Nadeau, Ian Kappos.
Algunas aportaciones destacan por su carácter novedoso o por su singularidad, empezando por el primer texto, un precioso diario mágico de encuentros de Jason Abdelhadi. “La máscara del valle secreto” es un poema de Gregg Wilson que lleva una pintura suya y de Heather Nixon. Michael Löwy lanza sus incendiarias “profecías” para el año 2018, poniendo al día, o al año, una de las últimas publicaciones del Grupo Surrealista de París. Dominick Coppi hace una sorprendente “exploración surrealista de belleza e intoxicación en una época de parafrenia”. Arthur Spota dispone una enseña en diversos lugares de la ciudad, con resultados subversivos. Dale Houstman encuentra y manipula un texto con efectos similares. Michael Vandelaar evoca del modo más original a la admirable figura de John Muir. RW Spryszak relata los efectos de una invasión de pájaros de cristal. Y Ron Sakolsky, la revuelta del jefe amerindio Claylik.
La sección fílmica, que hubiéramos deseado más amplia, se limita a sendos cortometrajes de House of Mysticum y Steve Morrison, solo de animación el segundo y con dos bellas actrices el primero.
En un apartado final, de título “Mitogénesis”, hay un texto de Ody Saban y Thomas Mordant donde se incurre en la lamentable costumbre de hablar por los demás, cuando se dice de Vincent Bounoure que es “nuestro «Gran Ancestro» de todas y de todos”. De ellos dos, y de algunas y algunos más, podrá serlo, pero de mí desde luego que no –si yo reconociera algún “Gran Ancestro” en el surrealismo, ese sería únicamente André Breton, quien por cierto es quien afirmó que “la rebelión tiene su justificación en sí misma”.
Cierra el número, dentro del mismo apartado, un importante manifiesto colectivo: “El ventrílocuo no tiene voz”. Aunque no se trate de un texto redondo (algo muy difícil de lograr en este tipo de escritos), estamos ante una declaración que se venía haciendo necesaria. Creo que su publicación en este medio es la más adecuada, dada la posición de verdadera punta de lanza que “Peculiar Mormyrid” ha adquirido en el movimiento surrealista actual.

Dan Stanciu, El descubrimiento

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Y acabo con la selección de citas sobre la revuelta que incluí en su día en mi libro Cabina de barlovento:
La revuelta es la ley viva del genio. Saint-Pol-Roux
Somos especialistas de la revuelta. André Breton
No hay nada más grande que la revuelta. Georges Henein
Somos el espíritu de revuelta que rechaza, que eternamente rechazará las condiciones que le son impuestas. Paul Nougé
La revuelta poética personifica la libertad humana en su expresión más completa. No castra ni sublima al hombre, sino que lo pone en pie con sus deseos en libertad. Camille Bryen
La revuelta contra el mundo actual significa la negativa a participar voluntariamente en la actividad de ese mundo que está en poder de granujas y de imbéciles. Significa igualmente la voluntad de actuar contra ese mundo y la búsqueda de los medios para cambiarlo. René Magritte
La revuelta es un diamante cuyo brillo se basta a sí mismo. Maurice Blanchard
Mormyrid 5 lulu


Rik Lina, El anarquista, 2017

“Analogon”, n. 81


Acaba de salir el n. 81 de Analogon, dedicado a la magia, los sueños y el chamanismo. Lo abre un ensayo de Bertrand Schmitt sobre Breton y las artes mágicas, tema que es objeto de una inminente exposición en Lille.
analogon 81

sábado, 10 de junio de 2017

Un nuevo mormírido, Lebel, Banálisis, Breton...

Dan Stanciu, El cuádruple no

A la vez que acaba de aparecer el n. 5 de Peculiar Mormyrid, dedicado al “mito de la revuelta”, remitimos también al blog de este colectivo, que da noticia de un nuevo libro de collages de John Richardson e incluye como entregas recientes el juego con el descubrimiento de un nuevo mormírido y el juego con la traducción de un poema escrito en una lengua que no sepamos leer (ejemplificado con un poema de Josef Janda), seguidos de dos magníficas entregas por Jason Abdelhadi.

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El número 127 de Infosurr (septiembre-octubre de 2016), aparte un homenaje a Jean-Claude Charbonel, tiene como noticias que aquí no hemos dado la reedición del Sur Marcel Duchamp de Robert Lebel (Mamco de Ginebra) y la de los Éléments de banalyse, en los que figuraba Alain-Pierre Pillet y que destacan por pertenecer a los lamentables años 80 –al menos los 70 fueron una resaca de los 60.
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Exposición bretoniana en Lille, a partir del 24 de junio:

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Hasta septiembre tiene lugar esta retrospectiva de Raoul Ubac:

miércoles, 7 de junio de 2017

Les Coleman, en su iglú africano

La colección Le Grand Tamanoir ha publicado una edición bilingüe (inglés y francés) de “pensamientos y contrapensamientos” de Les Coleman, una de las figuras más vivaces del surrealismo británico.
La selección ha sido hecha por Michel Remy, quien hace la introducción, titulada “Les Coleman, el centrifugador de palabras”. Si Michel Remy lo llama también “Magritte de las palabras”, hay que decir que Les Coleman se sitúa también en compañías tan ilustres como las de Macedonio Fernández, Ramón Gómez de la Serna o Alphonse Allais.
Los libros de que se ha hecho una selección son Unthunk (2002), C’est mon dada (2007) y Afterthunks (2011). Por mi parte, he procedido a la traducción de una selección de esta selección, que es un verdadero tónico para el espíritu.
iglú


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Dibujo de Les Coleman

La exactitud de sus errores era ejemplar.
No hay que tomar nunca un sí por respuesta definitiva.
Nadie en el club de nudistas sospechaba que era una monja.
El crematorio fue reducido a cenizas.
¿Qué le ocurre a las ruedas del tren cuando los raíles se juntan en en el horizonte?
¡Cómo no han cambiado los tiempos!
El espantapájaros que amaba los pájaros.
¿Podría hacernos la visita ayer?
El trabajo de un punto de interrogación nunca se acaba.
Avivar los fuegos del infierno arrojando ejemplares de la Biblia.
Un rompecabezas que hubiera perdido todas sus piezas.
Perdóneme pero ¿no es usted alguien con quien nunca me he encontrado?
Las maletas viven en el miedo de acabar en objetos perdidos.
Un ratón de la talla de un elefante estaba aterrorizado por un elefante de la talla de un ratón.
Regla número una: ignorar todas las reglas siguientes.
El comportamiento del domador de leones se ha vuelto salvaje.
La única diferencia entre las palabras es que se escriben de manera diferente.
El destino del tiovivo permanece desconocido.
Una pelota de pong-ping.
Los bombillos se suicidan.
El fuego tiene sed de agua.
Aunque era ateo, se creía que era Dios.
Un temblor de tierra ha hecho caer el castillo de cartas.
El barco en la botella ha naufragado.
Ha desaparecido un mago.
Un río es una cascada horizontal.
Por favor, de una patada en la puerta antes de entrar.
Los caníbales beben siempre vino tinto en las comidas.
Si no hubiera pájaros, ¿el hombre habría querido volar?
Cuando abrió, el libro, una mosca salió volando.
¿Podrías encontrar el error que hay en esta frase?
Tranquilamente tendido en el suelo, perdió de pronto el equilibrio y se encontró de pie.
Las chimeneas son simétricas, pero el humo es asimétrico.
Las huellas de nuestros pasos nos siguen.
Dibujo de Les Coleman
Era demasiada coincidencia para ser una coincidencia.
El blanco ha fallado la flecha.
El loro del pirata tenía un parche sobre el ojo y una pata de madera.
Los hombres de las cavernas reprendían a sus hijos por pintar en las paredes.
Un olor indetectable invadió la sala.
Es la segunda vez que su paracaídas no se abre.
El índice de la página 262 indicaba que su nombre aparecía en la página 262.
La maleta estaba triste por volver a casa.
Los recién casados se ahogaron en un océano de confetis
Llegar a buen puerto sin nunca haber dejado tierra firme.
Por favor, ténganme mal informado.
Las tardes de los jueves, la piscina estaba reservada a los tiburones.
Un bosque de árboles abatidos.
Colmo de la impaciencia: dejar un lugar antes de llegar a él.
¿Por qué los pájaros no desafinan nunca?
Sindicato Nacional de los Espantapájaros.
El mapa de un territorio inexplorado.
En la oficina de objetos perdidos, había numerosos boomerangs que nadie había reclamado.
Inconformismo: una dependencia del conformismo.
Se ha difundido el rumor de que no se había dicho nada.
Jekyll aceptó ver a los psicoanalistas pero Hyde se negó.
Subir el volumen del silencio.
Musa de poeta que no llega a publicar se empareja con poeta más joven.
Como el apuntador había dejado su guion en casa, los actores tuvieron que ayudarlo.
Es una suerte que la extinción de los dinosauros haya tenido lugar antes de que Noé construyera su arca.
En la reunión de sonámbulos, nadie ha reconocido a nadie.
Un arco iris nocturno.
Nunca había encontrado un veneno que le conviniera.
Medio día y medianoche están condenados a nunca encontrarse.
Prohibido caminar sobre el mar.
Al fin del túnel, la noche.

Dibujo de Les Coleman

Roger van de Wouwer, el incorruptible

Roger van de Wouwer, La luz indirecta, 1963

Con esta publicación pasamos a tener la monografía de referencia sobre Roger van de Wouwer. Ello se debe no solo a la riqueza iconográfica, sino también a haber estado a cargo de Jean Wallenborn, que es otro de los grandes nombres del surrealismo belga y que lleva a cabo un estudio fino, lúcido y muy denso.
Van de Wouwer firmó muchas declaraciones surrealistas, cuando el grupo ya estaba animado sobre todo por Tom Gutt, o sea en los años 60 y 70. Sus encuentros capitales, que lo llevaron al surrealismo, fueron con Leo Dohmen y Gilbert Senecaut, de cuyas trayectorias eminentemente subversivas hace Wallenborn la correspondiente semblanza, si bien nada hubiera sido posible sin Breton y Magritte (motivos más bien de ironía por parte del artista) y deban sumarse los nombres de Nougé y Duchamp.
Van de Wouwer, a quien le gustaba hablar de anti-arte, no se consideró nunca un artista, y hasta una de sus saludables características era la irrisión de la vanidad artística, de ese pernicioso narcisismo que muchos artistas comparten con tantos poetas, sorprendiéndose al final de su vida de que Jacques Wergifosse se interesara por conocerlo y por sus obras de hacía veinte años. Lo suyo era la indagación en el significado del hecho de pintar, y en el efecto que producían sus cuadros sobre el espectador. Su obra es muy variada y casi imposible de clasificar, ya que carece de estilo duradero, cambiando de técnica según fuera su interés de sorprender, de intrigar o de provocar, aunque siempre con las armas del humor y la imaginación. Jean Wallenborn concluye su estudio con estas palabras: “Como la poesía que para nada necesita del alejandrino, los lienzos de Roger se aprecian con el rasero de la fuerza de sus imágenes, sin que sea preciso buscarles ni belleza formal ni racionalidad. Es así como adquieren un sabor que no se altera con el tiempo”.

Roger van de Wouwer, La inmaculada concepción, 1983

En el mundillo de los movimientos artísticos, Van de Wouwer se burló reiteradamente tanto del arte abstracto como del op, que reinaban en los años 60. Pero se lo recuerda sobre todo por el escándalo que en 1963 provocaron sus cuadros Galatea, La incorruptible y La elevación (este último con el papa Juan XXIII bebiendo coca-cola). Estos cuadros, y en particular el primero, donde aparece un torso femenino de piedra con un tampón menstruado, creo que levantarían hoy nuevas ampollas. A la sazón, Tom Gutt hubo de elaborar el manifiesto “Le vent se lève”, que contó con 50 firmas; pero ni René Magritte ni Édouard Jaguer ni Jacques Lacomblez ni los surrealistas de París (de cuya carta, siguiendo la técnica habitual, en seguida se hizo responsable único a André Breton) simpatizaron con la idea de Galatea.
Jean Wallenborn pasa revista a toda la obra de Van de Wouwer, incluidas sus series, una de ellas de dibujos físico-alquímicos, y sus ilustraciones, entre estas la de su propia novela inédita sobre los amores de la reina de Inglaterra con un elefante a partir de los dibujos de una antología de Mark Twain. Por lo que se refiere a sus cuadros, Wallenborn da las claves de algunos de los enigmas pintados por este artista que se negaba a explicar nada de lo que hacía.
En uno de los capítulos del estudio, tras señalarse que los dos grandes críticos de Van de Wouwer fueron –lo que es indiscutible, y una fortuna para él– Louis Scutenaire y Tom Gutt, se reproduce una lista de ineptitudes, chorradas y estupideces espigadas en el parasitario discurso de los periodistas y los expertos en arte.
Señalemos por último que en 2006 realizó Claude François la película À bout portant, sobre Roger van de Wouwer, y que este libro se apoya principalmente en las informaciones poco antes recogidas, sobre todo a lo largo de una serie de entrevistas del director y de Jean Wallenborn con el propio artista, que moriría en octubre de 2005 a los 72 años. La bibliografía del surrealismo en Bélgica se ve ahora enriquecida con una pieza fundamental.

Roger van de Wouwer, A quemarropa, 1969

sábado, 3 de junio de 2017

Los fotocollages de Janice Hathaway

Janice Hathaway, Eternal Improvisation, 20014

La exposición que en mayo celebró Janice Hathaway en la Fundación Eugenio Granell dejó un magnífico catálogo, muy rico de contenido y lleno de fotos documentales y reproducciones espléndidas de muchas de sus obras.
En el texto más extenso, Ruurdje Laarhoven hace un detallado recuento de su trayectoria vital y artística, que interesa sobre todo por su etapa juvenil en Alabama, tiempos de afirmación y revuelta, primero en el grupo dadaísta-patafísico Raudelunas y luego en el propiamente surrealista Glass Veal, con Davey Williams, LaDonna Smith y otros amigos abiertos a todo tipo de expresiones, y en particular a la sonora y a la plástica. Posteriormente, Janice Hathaway se sumaría a las actividades del Grupo Surrealista de Chicago.
Orientada desde siempre al grabado y al collage, Janice Hathaway llega por fin al collage digital, en  cuyo terreno innova la imagen con gran fuerza poética, como comenta Laurens Vancrevel en el ensayo más importante de este catálogo, que se abre con una reflexión sobre la digitalización de la imagen. Se ha traducido también el artículo de Franklin Rosemont publicado en Surrealist subversions (la antología del surrealismo del grupo de Chicago elaborada en 2002 por Ron Sakolsky) y hay textos de LaDonna Smith y Davey Williams, aquella comentando tres de los collages de la artista. Sus amigos Merl Fluin y Paul Cowdell, por su parte, crean un juego surrealista con sus collages.
De Janice Hathaway, ya como preámbulo a los 52 collages que componen el meollo visual del catálogo (una galería de imágenes de una belleza inusitada), hay dos textos interesantísimos, sobre el sentido de sus fotocollages y sobre el procedimiento de que se vale para ellos, descrito gráficamente paso a paso. El primero de esos textos comienza con esta declaración:
“En mis collages utilizo imágenes fotográficas originales de (por ejemplo) plantas, cielos y fachadas de edificios, que proceso e imprimo digitalmente. Corto múltiples imágenes y las coloreo a mano para añadir más riqueza y textura. Estas imágenes son luego armadas para crear collages, incluyendo, en varios casos, estructuras esculturales tridimensionales. Fuertemente influenciada por la coincidencia, el humor, el sentimiento y el deseo, mis collages son contribuciones a la constante revolución surrealista. Quiero que fomenten la reflexión sobre la relación entre naturaleza y cultura, el trabajo manual y la tecnología, lo Maravilloso y lo cotidiano”.
En el segundo texto, titulado “Mi proceso digital”, las primeras palabras también remiten al surrealismo:
“No planeo mi trabajo por adelantado, más bien, basada en el estilo de la metodología surrealista, lo hago partiendo de la libre expresión y de asociaciones conceptuales que emergen de mi inconsciente”.
Con este catálogo, felizmente, se da otro paso más para el conocimiento de las mujeres surrealistas que prosiguen hoy su aventura personal y colectiva y que son de continuo escamoteadas por el historicismo universitario, el museístico y el periodístico.

Janice Hathaway, Inland Theory, 1983