Janice Hathaway, Eternal Improvisation, 20014 |
La exposición que en mayo celebró Janice Hathaway en la Fundación Eugenio
Granell dejó un magnífico catálogo, muy rico de contenido y lleno de fotos
documentales y reproducciones espléndidas de muchas de sus obras.
En el texto más extenso, Ruurdje Laarhoven hace un detallado recuento de su
trayectoria vital y artística, que interesa sobre todo por su etapa juvenil en
Alabama, tiempos de afirmación y revuelta, primero en el grupo
dadaísta-patafísico Raudelunas y luego en el propiamente surrealista Glass
Veal, con Davey Williams, LaDonna Smith y otros amigos abiertos a todo tipo de
expresiones, y en particular a la sonora y a la plástica. Posteriormente,
Janice Hathaway se sumaría a las actividades del Grupo Surrealista de Chicago.
Orientada desde siempre al grabado y al collage, Janice Hathaway llega por
fin al collage digital, en cuyo terreno
innova la imagen con gran fuerza poética, como comenta Laurens Vancrevel en el ensayo
más importante de este catálogo, que se abre con una reflexión sobre la
digitalización de la imagen. Se ha traducido también el artículo de Franklin
Rosemont publicado en Surrealist
subversions (la antología del surrealismo del grupo de Chicago elaborada en
2002 por Ron Sakolsky) y hay textos de LaDonna Smith y Davey Williams, aquella
comentando tres de los collages de la artista. Sus amigos Merl Fluin y Paul
Cowdell, por su parte, crean un juego surrealista con sus collages.
De Janice Hathaway, ya como preámbulo a los 52 collages que componen el
meollo visual del catálogo (una galería de imágenes de una belleza inusitada), hay dos textos interesantísimos, sobre el sentido
de sus fotocollages y sobre el procedimiento de que se vale para ellos,
descrito gráficamente paso a paso. El primero de esos textos comienza con esta
declaración:
“En mis collages utilizo imágenes fotográficas originales de (por ejemplo)
plantas, cielos y fachadas de edificios, que proceso e imprimo digitalmente.
Corto múltiples imágenes y las coloreo a mano para añadir más riqueza y
textura. Estas imágenes son luego armadas para crear collages, incluyendo, en
varios casos, estructuras esculturales tridimensionales. Fuertemente
influenciada por la coincidencia, el humor, el sentimiento y el deseo, mis
collages son contribuciones a la constante revolución surrealista. Quiero que fomenten
la reflexión sobre la relación entre naturaleza y cultura, el trabajo manual y
la tecnología, lo Maravilloso y lo cotidiano”.
En el segundo texto, titulado “Mi proceso digital”, las primeras palabras
también remiten al surrealismo:
“No planeo mi trabajo por adelantado, más bien, basada en el estilo de la
metodología surrealista, lo hago partiendo de la libre expresión y de asociaciones
conceptuales que emergen de mi inconsciente”.
Con este catálogo, felizmente, se da otro paso más para el conocimiento de
las mujeres surrealistas que prosiguen hoy su aventura personal y colectiva y
que son de continuo escamoteadas por el historicismo universitario, el museístico
y el periodístico.
Janice Hathaway, Inland Theory, 1983 |