|
Sasha Vlad (collage) y Dan Stanciu (título),
Valley or hill, same deal |
Otro nuevo
número de Peculiar Mormyrid, que
supera con creces la anterior entrega, y que es el último de la periodicidad
estacional, ya que a partir de ahora su aparición será anual.
El lema es el
principio hermético “As above, so below”, pero la temática principal gira en
torno al “sondeo de las profundidades de la tierra” y al clima, al “estado del tiempo”. Ya no recuerdo qué memorialista de
André Breton señalaba cómo este solía hablar poco del tiempo climático, como si
fuera algo que no mereciera atención. En el polo opuesto están, por decirlo con
Bakunin, mis amigos los campesinos: se nos ponía en aquellas ya rancias clases
de lingüística estructuralista como ejemplo de lenguaje fático las
conversaciones sobre el tiempo, pero lo cierto es que era un punto de vista
exclusivamente urbanita, ya que para la gente del campo son todo menos fáticas.
Este número es
un filón, sin nada similar en el panorama del surrealismo actual, por lo que
parece confirmarse que el surrealismo en estos años, sin perder su dimensión
internacionalista, donde está más boyante y vibrante es en algunos puntos de
Canadá y de los Estados Unidos.
Una vez más,
la publicación es inmediatamente asequible en línea, por lo que me limitaré a
una simple descripción con el realce de algunas aportaciones que me han
parecido más destacables. La estructura es tripartita, y como siempre hay una
sección amplia de imágenes que se añaden a las muchas que ya aparecen en las
diferentes comunicaciones. Mal acostumbrados que estamos, echamos en falta
alguna contribución cinematográfica.
|
Imagen de Vittoria Lion |
En la primera
sección, abren el fuego unas reflexiones de Paul McRandle (con el baudeleriano
título “Any where out of the world”), un cómic de Aiden Kvarnström, un poema de
Stelli Kerk, la historia de la bruja Yadwida por Casi Cline, una bella página
de Penelope Rosemont. Siguen tres imágenes comentadas sobre la histeria, por
Vittoria Lion, excelente, y un viaje ferroviario de Jason Abdelhadi, con la
serie de asociaciones que producen en él los nombres de las estaciones (pocas
cosas, en verdad, pueden disparar mi imaginación como las de los nombres de las
estaciones y apeaderos portugueses, y por volver a mis amigos los campesinos,
recuerdo sobre la marcha a uno fabuloso, de mentalidad puramente mágica, que
iba a Lisboa en un viaje desde el Duero, con un saco de papas para sus hijos, y
que mostraba insistentemente su atracción por el nombre de una estación ya
cercana a Lisboa, la de Braço de Prata, atracción o fascinación de quien gozaba
de una cultura exclusivamente oral). Sigue una encuesta sobre la temática
principal, en que participan los surrealistas de Estocolmo (Mattias Forshage,
Emma Lundenmark, Niklas Nenzén, Ika Österbland, Kim Fagerstam), y se concluye
con una prosa de Nicholas Alexander Hayes y sueños de Peter Dubé y Maria
Brothers (el de esta, con la imagen de la caverna, posee notable interés).
|
Imagen de Maria Brothers |
La sección
segunda (“en la que estamos atónitos por el ascenso de la gravedad”) comienza
con Andrew Mendez y la entrada que le hace Steven Cline a la palabra Tormenta en la Surrpedia, “la
enciclopedia surrealista libre”, de la que se esperan muchas más entregas,
quizás en la estela de la legendaria Dacosta. Kirsty Woods nos brinda desde
Newcastle los resultados de una magnífica investigación poética con ranas y
lagartos, mientras que el grupo de Ottawa parte de un fenómeno de azar objetivo
con un idolillo comprado a un chatarrero, House of Mysticum urde el juego de la
palabra de sustitución. Otras colaboraciones son de Jason Abdelhadi, David
Nadeau, Th. D. Typaldos, Craig Wilson, Arthur Spota y Paul Cowdell, cerrándose
el capítulo con una “Lectura subjetiva del clima” y una excelente selección de
citas sobre la materia.
|
Dan Stanciu, Inmersión. Sol latente |
Los juegos prosiguen
en la última parte: por Miriam Atkin y Malka Main, por el grupo de Ottawa en
colaboración con Joël Gayraud (“juego de las profundidades”) y por Ody Saban y
Thomas Mordant (“juego de la escucha”). El sueño ocupa a Steven Cline, Casi
Cline y Megan Leach, y otras colaboraciones misceláneas hay de Paul McRandle,
Sebastián Jiménez-Galindo (dos curiosos “acuarios”, para escuchar), LaDonna
Smith, Guy Girard y J. Karl Bogartte.
Las imágenes
independientes conforman un conjunto impactante. Por alinear nombres que no
aparecen en las tres secciones señaladas, las hay de Sheila Nopper, Apio Ludd, Doug
Campbell, Steve Morrison, David Coulter, Janice Hathaway, Dan Stanciu, Sasha
Vlad, Bruno Jacobs, Johnny Williams, Davey Williams, Maurizio Brancaleoni, Michael
Vandelaar, K. Fijalkowski, Jean-Jacques Martinod, Rik Lina, Michael Lundberg, Juan Carlos Otaño (una instantánea de las aventuras subterráneas de Alicia que debería ocupar un lugar en el reciente blog dedicado a esta heroína) y Bill
Wolak.
En resumen, un
verdadero festín surrealista válido para todos los climas planetarios.
|
Niklas Nenzén, Regalecus |
p. s. Una pieza teatral de Joël Gayraud, que no llegó a tiempo para este número, ha sido añadida en la página de Peculiar Mormyrid: