La colección “Surréaliste”, que
dirige Georges Sebbag y que se había quedado en el dique seco tras la
publicación de seis tomos, reaparece con dos más: Recherches surréalistes y
Faits divers surréalistes. Ya
han salido el primer volumen de Enquêtes surréalistes, En Jeux
surréalistes, L’objet surréaliste, Sommeils et rêves surréalistes,
Procès surréalistes y Manifestes dada-surréalistes. Faltan ahora
dos volúmenes más de Enquêtes surréalistes y los de Cinéma
surréaliste, Poésie surréaliste, Photographie surréaliste, La
Révolution surréaliste y Architecture surréaliste.
El proyecto “propone una
selección temática de grandes textos aparecidos en las revistas surrealistas de
1919 a 1969”, y se centra, con muy raras excepciones, en el grupo de París.
Permite acceder, para quien no tenga las viejas publicaciones, a una
documentación extraordinaria; para quien las tenga, resulta gratificante ver
reunidos todos los textos de una misma materia, presentados adecuadamente.
Georges Sebbag se ha encargado de la mayoría, pero Emmanuel Guigon hizo el del
objeto, Monique Sebbag el de los procesos y ahora Masao Suzuki hace el de los
“faits divers”.
No hay una traducción española
que se corresponda perfectamente con esta expresión, que hace referencia a las
noticias de “sucesos”, o curiosidades. Recuerdo que en mis tiempos portugueses
nunca dejé de comprar una revista delirante que se titulaba Jornal do
incrível, donde se mezclaban las estupideces, los trabajos serios, las
locuras más insospechadas y todo lo que era bizarro y se salía de las normas.
La colección, que atesoro en su integridad, daría para una apasionante
antología de surrealismo involuntario.
Masao Suzuki es autor de una obra
en japonés titulada El surrealismo. Una pluralidad convulsiva (2007).
Reúne y presenta competentemente los textos, pero saltándose al final como si
nada el límite cronológico, ya que mete un texto de Coupure, la revista
de quienes habían decidido abdicar del adjetivo “surrealista” y a los que
llama, de modo completamente abusivo, “los surrealistas de 1970”. Esto crea una
cierta paradoja, puesto que no hay ni rastro de los deliciosos “faits divers”
que, por ejemplo, insertaba Marcel Mariën en la segunda serie de Les Lèvres
Nues, revista que desde luego nunca se avergonzó de llamarse surrealista.
La cuestión tiene evidentemente que ver con la fijación, lo más rigurosa
posible, del corpus surrealista en un plano internacional, que es el propio del
surrealismo. Un apartado dedicado a otra revista belga, Œsophage, hace
más discutibles aún el criterio seguido.
Pero esto es una salvedad mínima.
Realmente es magnífico poder seguir esta fascinación de los surrealistas por los
“faits divers”, que incluyen noticias solas (de lo trágico a lo hilarante) o
comentadas por Péret, Vitrac, Aragon, Éluard, Sadoul, Bousquet, Crevel, Breton
(su “Magia cotidiana”), Legrand, Alleau, Senélier, Lebel (Jean-Jacques), Ivsic
(su soberbia serie en Bief) y Joubert, en un vasto período que va de la
noticia de la muerte de Jacques Vaché en Littérature hasta la sección
“Ce qui est” de L’Archibras, pasando por La Révolution Surréaliste (con
las gacetillas de suicidios, el caso Germaine Berton y la carta de Gengenbach),
Le Surréalisme au service de la Révolution (con el caso Violette
Nozières), Minotaure (con el ensayo de Lacan sobre las hermanas Papin), Documents
34, Medium, Bief y La Brèche, principalmente.
El tomo de “Recherches
surréalistes” lo hace Georges Sebbag, quien muestra a los surrealistas siempre
“curiosos y decididos”, en fecundas búsquedas de las que quedaron algunas en
proyecto, como las del Bureau de Recherches Surréalistes sobre un glosario de
lo maravilloso, un repertorio de las ideas surrealistas, una relación de los
hechos misteriosos y un comentario de las anomalías personales de los
componentes del grupo. Aunque la mayoría de las “recherches” ponen en acción al
grupo o a parte de él, hay también algunas de carácter individual (Aragon,
Artaud, Dalí). La galería de revistas coincide, predeciblemente, con la de Faits
divers, pero sumándose la poco asequible L’Âge du Cinéma, donde
apareció la prospección “irracional” en la película de Sternberg El embrujo
de Shangai. Desfilan por este tomo verdaderos “clásicos”: “Liquidación”,
los debates sobre la sexualidad, “Leer/No leer” (y su complemento
cinematográfico “Ver/No ver”, de nuevo en L’Âge du Cinéma), las
interesantísimas búsquedas “experimentales” de Le Surréalisme au service de
la Révolution, las “Cartas de analogía”, el juego “Ouvrez-vous?”. Los
comentarios siempre atinados de Sebbag son especialmente valiosos por lo que
respecta a esta última “recherche”, ya que quizás sea la primera vez que se
extraen, aunque sea escuetamente, una serie de conclusiones de un juego
bastante revelador, y que de paso negaba el supuesto monolitismo del movimiento
surrealista, en el que siempre ha habido cancha amplia para las divergencias
dentro de una unidad en lo esencial.
Y ahora, quedamos a la espera de que
este proyecto de Jean-Michel Place avance hasta su redondeo definitivo.