Colaboración indistinta de Javier
Gálvez, Bruno Jacobs y Lurdes Martínez, Guantes se presenta como “una
proyección meridiana de una obsesión múltiple” y es la nueva publicación de
Solsticio ediciones, en Madrid. Aparte el letrero sobre fondo negro de una
tienda denominada “Manopiel”, con la letra A distinguida por su oscuridad, y
arriba de la página un verso de Juan Larrea: “Ces doigts qui n’ont des doigts
que quelques vestiges de pluie”, Guantes se compone de las tres fotos
que aquí reproducimos, con sus pies correspondientes, y de una magnífica
definición del lexema, que nos hace ansiar la elaboración de un nuevo
diccionario, que venga a sustituir a esa porquería de la autoproclamada “Real
Academia Española”:
“guante.
(Quizá del cat. guant, y
este del franco *want, cf. b. al. Wante, neerl. Want).
1. m. Prenda para cubrir el
tacto, que se hace, por lo común, de piel, barro o erizo de mar, y tiene una
funda masticable para cada dedo.
2. m. Cubierta para proteger las
pasiones, hecha de caucho, goma, cuero, etc., como la que usan los cirujanos y
los boxeadores.
3. m. p. us. Agasajo o
gratificación, especialmente la que se suele facilitar sobre cualquier orificio
corporal. Era u. m. en pl.”
Cerca de la fragancia marina, un guante intocable... |
...al mediodía, con la saliva enguantada... |
...hacia el solsticio, una limadura de caricias. |
La tercera fotografía recuerda
las piedritas calcáreas del empedrado portugués, lo que me evoca la guantería modernista
del Chiado, la tienda más pequeña de Lisboa, de la que ya hablaba Ramón Gómez
de la Serna en los años 20 (se abrió en 1925, como el Bar Americano del Cais
Sodré), refiriéndose al “taburete en ángulo de probar los guantes”. Luvaria
Ulisses (“Guantería Ulises”, en honor al fundador de Lisboa, cuyo nombre deriva
del suyo): yo la fotografié el 19 de octubre de 2002, lamentando que saliera la
foto cortada, aunque aparezcan tanto el guante plateado –visto como un signo de
revuelta en la leyenda que le hice para Disparos del archibrazo– como el
taburete ramoniano, donde se perfilan un guante negro y otro rojo –los colores
revolucionarios:
Ya no nos restaban dudas: la conjura de Ulises iba a reencenderse en cualquier momento |