Skira ha publicado hace unos
meses este volumen de más de 500 páginas de Arturo Schwarz, acompañado de un
disco con una enorme lista de exposiciones del surrealismo y sobre el
surrealismo y otra, que no se queda atrás, de revistas del surrealismo y sobre
el surrealismo. La utilidad de estos repertorios es muy grande, y además se
detallan las obras presentadas en la mayoría de las exposiciones y los índices
de muchas revistas, entre ellas algunas que, por una u otra razón, no conocemos
bien, como el London Bulletin, View o Analogon, o cuya
carestía nos ha hecho imposible conocer, como a mí me ocurre con dos números de
TransformaCtion o con el único de Dies und Das, que hizo Ted
Joans. El campo es vastísimo, y de ahí que tanto en un corpus como en el otro
falten cosas. Pero ello es inevitable, y solo he de señalar una confusión
importante, ya que, en el capítulo de revistas, aparecen asociadas como si
fueran una sola el Melmoth inglés y el Melmoth de Vancouver.
El primer apartado del libro –que
no lleva ilustraciones– se abre con un estudio de Schwarz que posee la densidad
y lucidez que se le conocen. Tras los capítulos “Actualidad del surrealismo”,
“Primera fase de la aventura surrealista (1916-1922)” y “La actividad política:
libertad color del hombre (1925-1964)”, los tres grandes bloques temáticos en
que se detiene son la poesía, el arte, el amor y el juego surrealista.
El apartado segundo se lleva la
parte del león, y su planteamiento no difiere mucho de Caleidoscopio
surrealista, que Arturo Schwarz me pidió en su día, prometiéndome a cambio
mandarme el suyo cuando apareciera (cosa de la que debe haberse olvidado). Pero
en su caso, se trata de una antología de textos sobre las distintas
proyecciones internacionales del surrealismo, casi todos ya conocidos y de
calidad desigual, aunque la mayoría sean buenos y hasta muy buenos trabajos.
Entre los que parecen haberse redactado para este volumen se encuentra (y creo
que no hay más) el de Silvano Levy sobre Gran Bretaña (magnífico, y llegando
loablemente al presente) y los de Eugenio Castro sobre el grupo de Madrid (y
nadie mejor para hacerlos). Hay tan solo un par de pifias: la escuálida nota de
Pierre Rivas sobre Perú, tomada de Biro y Passeron, y la reproducción del
“Balance” de José Augusto de França sobre Portugal, pobre y anticuado y
usurpando un espacio que debió ocupar Mário Cesariny. De lamentar también que
Argentina lleve un ensayo que se reduce al arte plástica, aunque lo firme Jorge
Kleiman. De resto, abundan los textos impecables: Xavier Canonne sobre el
surrealismo en Bélgica, Bruno Solarik sobre el surrealismo checo y eslovaco, el
ya clásico relato del grupo de París sobre el surrealismo en Francia tras la
muerte de Breton, Nikos Stabakis sobre el surrealismo en Grecia, Petre Raileanu
sobre el surrealismo en Rumanía, Emmanuel Guigon sobre la aventura tinerfeña,
Bruno Jacobs sobre sus años en el grupo de Estocolmo, Rafet Arslan sobre la
eclosión turca, Penelope Rosemont, Paul Garon y Connie Rosemont sobre el
surrealismo en Chicago, Shibek sobre el surrealismo en Portland, Allan Graubard
sobre el surrealismo de Invisible heads, Sergio Lima sobre el
surrealismo en Brasil, Enrique de Santiago sobre el surrealismo en Chile,
Franklin Rosemont y Robin Kelley sobre el surrealismo en el Caribe y en El
Cairo y El Janabi sobre el surrealismo en el mundo árabe. Fuera de estos textos
hay algunas cosas que lamentar, como por ejemplo que se haya echado mano de la
simple nota de Jun Ebara sobre el Japón, cuando bastaba acudir a Vera
Linhartová, o que el capítulo de España se reduzca al par de años de Tenerife y
a Salamandra. Engañoso es el capítulo “Surrealismo en Colombia”, ya que
se limita a las figuras afroamericanas y un poeta inmenso como Raúl Henao no es
nombrado ni una sola vez. No hay índice onomástico, pese a que este tipo de
obras lo exigen; ese problema, evidentemente, no existe con el material del disco
adjunto.
Un acierto muy grande es la inclusión de notas de y sobre los grupos
actuales: los dos de Londres, el de Leeds, Capa, la sección del Cabo Mondego,
el de Madrid, el de Estocolmo y el turco; y, en algunos casos, acompañadas de
manifiestos.
En suma, una obra que informa de
mucho y que se enriquece con uno de los típicos ensayos del maestro Arturo
Schwarz.