Esperamos referirnos con detenimiento, de aquí a un par de semanas, a esta interesante exposición de dibujos automáticos de Antonio Ramírez, componente del grupo surrealista madrileño. Sobre la singularidad de estos dibujos ya llamamos la atención a propósito del que apareció (Ángel de la electricidad) en el número 5 de l’impromptu. Se anunciaba entonces una publicación acompañada de un texto de Lurdes Martínez, que confiamos salga con el motivo de esta exposición.
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En la reseña que hicimos de los maravillosos Bocetos de Jorge Camacho, faltó celebrar un hecho poco común, como es el encontrarnos con un libro de arte sin el más mínimo apoyo oficial, ni siquiera museístico. En los tiempos que corren, esto es tan ejemplar como admirable. He aquí un libro bellísimo e intocable, al que no tenemos que arrancarles, como a tantos otros, las páginas iniciales, firmadas por los figurones de turno.
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El viernes 27, la Maison des Surréalistes de Cordes-sur-Ciel (Tarn) celebra en Clohars-Carnoët una jornada sobre “Los surrealistas y la Bretaña”. La presencia de André Breton en el Pouldu”, interviniendo Paul Sanda (“Los fundamentos del surrealismo”) y Bruno Geneste (“El surrealismo y la Bretaña”). Habrá un encuentro en torno a la obra de Filiger, con lecturas, debates, conferencias y la presencia de numerosos invitados.
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Jean-Claude Silbermann acaba de publicar Trois chameaux rue de la Convention? Investigations sur les rapports du surréalisme et de l’inconscient, con una encuesta al final y un total de 182 páginas
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Esta es una imagen de la exposición que celebra en Santiago de Chile Miguel Ángel Huerta, a cuyas pinturas hay que sumar estos intrigantes totems. Recordemos el título de la exposición: “Dialecto ancestral de dioses delirantes”.
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El showman Santiago Ribeiro expone con su equipo de seudosurrealistas en una galería de arte de Lisboa, y con apoyo bancario, esta vez de una cosa llamada Caixa Central de Crédito Agrícola Mutuo, sin duda más interesada en el negocio del arte que en administrar los restos famélicos de la agricultura portuguesa. Lo único entristecedor de estas exposiciones “internacionales” organizadas por Ribeiro, que en realidad no pasan de irrisorias, es la presencia de Isabel Meyrelles, una de las grandes figuras del surrealismo portugués y una poetisa y escultora magnífica, si bien ya se ha convertido en Comendadora de la Orden de Santiago de la Espada (en sus buenos tiempos principal orden militar de la caballería cristiana). Claro que mucho peor, por haber sido estandartes del surrealismo, es que un Mário Cesariny y un Cruzeiro Seixas, a quienes por ello ya les perdimos el respeto, hayan aceptado esa indignidad que se recibe de manos del Presidente de la República, o sea de un pernicioso demente como son todos esos farsantes que dirigen el pútrido cotarro mundial.
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Las exposiciones antisurrealistas de Santiago Ribeiro son muy bien aireadas por la página del Centre de Recherches sur le Surréalisme, que sin embargo dice de una reseña nuestra que es “relativamente injusta” y “subjetiva”. No negamos lo de “subjetiva”, puesto que está hecha por un sujeto, y en cuanto a lo primero, siempre hemos intentado ser absolutamente justos. Ahora bien: es un dato objetivo que G. M. Colvile es una figura desprestigiada en los medios del surrealismo, en particular tras haber citado estos versos de André Breton: “el acto del amor y el acto de la poesía / son incompatibles”, cercenando su continuación: “con la lectura del periódico en voz alta”, tan solo para que sirviera a sus universitarios intereses “objetivos”, y de ello da buena cuenta Dominique Rabourdin en el n. 35 de Infosurr. Pero además, entre otras lindezas, es la misma que calificó a André Breton de “burgués y misógino”, no sabemos si en aras de la “justicia” y la “objetividad”.
Más bien he sido siempre indiferente –olímpicamente indiferente– a los ataques al surrealismo, pero tengo a bien tomarme los ataques a André Breton como personales, y por tanto nada de lo que lleve la firma de la citada estudiosa, u organice esa firma, merece mi mínima atención. Lo mismo puedo decir de Whitney Chadwick, cuya “debilidad intelectual” ya denunció en 1987 Jose Pierre y sobre quien todo, o casi todo, lo ha dejado dicho Guy Ducornet en Les parasites du surréalisme o en el n. 62 de la misma Infosurr, pero que yo siempre asociaré al pasaje en que celebra la I Guerra Mundial –polemizando con la condena absoluta de André Breton– porque permitió a algunas mujeres liberarse del trabajo doméstico, y gracias... al trabajo fabril. No podría, en cambio, ya que se me pide ser “relativamente justo”, colocar en el mismo paradigma a Dawn Ades, especialista en la “historia” y la “estética” del surrealismo, pero que no llega a los extremos infames, con el surrealismo en general y con André Breton en particular, de las Colvile, Chadwick, Lewis, Caws, Riese-Hubert, Richard, etc., o los Kuenzli, Polizotti, Clair, Spector, etc. Toda esta gente, por lo visto, espera que, después de haber escupido sobre los demás (y en este caso sobre lo que los excede absolutamente), se les echen flores.
Claro que una cosa son los estudiosos del surrealismo y otra el surrealismo, y aunque en algunas ocasiones no haya un foso entre los primeros y el segundo, esta es una página no sobre el surrealismo sino del surrealismo. Por lo que acabaré con esta declaración de un surrealista, creo que Vincent Bounoure:
“Sabemos que navegamos contra la corriente, o mejor, contra varias corrientes, pero lo hacemos con nuestro propio barco y con nuestros propios remos. No dependemos de ninguna otra embarcación ni nos agarramos a ninguno de los troncos que descienden por la corriente masificadora”.