Figura volcánica del surrealismo, con el que se identificó total y absolutamente desde que lo descubrió muy joven, Sergio Lima deja una obra ineludible en el panorama del movimiento surrealista posterior a la época de André Breton, a quien aún llegó a tiempo de tratar, visitándolo en París y asistiendo a las reuniones de su grupo.
Hace un año, estuvo por tercera vez en la isla de Tenerife, y pasamos unos días inolvidables en compañía de su mujer, Cristina Novaes, y de Miguel de Carvalho. Incluso, con su entusiasmo inagotable, ideó un boletín de "inSURRección surrealista", O Pharol d'Areia Negra, que la distancia e infinidad de incidencias posteriores, empezando por las de su propia salud, hicieron inviable, pero que seguíamos manteniendo en el candelero.
Volveremos a ocuparnos pronto, sin duda, de Sergio Lima. Valga hoy recordar la semblanza que le dediqué en Caleidoscopio surrealista, anotar los enlaces a los artículos que le he dedicado en esta última docena de años (empezando por los de sus dos últimas publicaciones, espléndidas, aunque llegaran con bastante retraso, y que tuvimos ocasión de festejar aquí por todo lo alto) y evocarlos con una pequeña serie de fotos, datadas en 2006 y todas (menos la de Alexandrian) obra de nuestra amiga Fátima Roque.
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Sergio Lima. Nacido en 1939, Sergio Lima es uno de los grandes ensayistas, poetas y artistas del
surrealismo y del Brasil. Es también uno de los exponentes máximos de la ética
surrealista asumida con todas sus consecuencias, habiendo estado siempre lejos
de la literatura como espectáculo y del arte visto como carrera de buenos
dividendos.
Uno de los pilares del
surrealismo internacional en su último medio siglo, accedió al surrealismo
cuando, durante el I Festival de Cinema celebrado en São Paulo, en 1954, pudo
ver Un perro andaluz, La edad de
oro, La estrella de mar, Emak Bakia, Entreacto, El gabinete del
doctor Caligari y Nosferatu. Al
año siguiente, la III Bienal de São Paulo le revela los nombres de Alfred Kubin
y Maria Martins, pero además el surrealismo era un referente en figuras
brasileñas como Teresa d’Amico, Aníbal M. Machado o Murilo Mendes. “El
surrealismo ya me interesaba directamente en esos idus de mis 15 años. Pero
debo resaltar que la cuestión del movimiento y de su actuación, de su praxis,
estaba como sumergida, era una cuestión subterránea o prohibida. Veíamos sus
luces, pero siempre oscurecidas por un texto de otro orden”. Es el momento de
devorar Le surréalisme et le cinéma
de Ado Kyrou, La vida secreta de Salvador
Dalí, el n. 4 de Médium, Nadja, la Antología del humor negro, Los
vasos comunicantes, El amor loco...
Un día, se entera del encarcelamiento de Péret en Rio de Janeiro, cuyo “Noyau
de la comète”, texto clave donde los haya, acababa de leer en el citado número
de Médium (y Lima, por cierto,
rastreará luego los pasos de Péret en las tierras brasileñas). Sus primeras
experiencias rigurosamente surrealistas se suceden en 1955 y 1956: los collages
de Las aventuras del Máscara Negra,
los escritos automáticos de Amore,
los cuadernos de dibujos automáticos y oníricos. “A partir de ahí, la aventura
de los surrealistas se confunde enteramente con mi vida”.
Llegó a París en 1961, cuando contaba
21 años, decidido a contactar con el grupo surrealista parisino. Como tantos
otros, quedó impactado con aquel puñado de seres en estado de revuelta, y en
particular con André Breton. En conexión con el grupo de París, Sergio Lima firmó el manifiesto contra la prohibición
de Viridiana (Positif, n. 27) y participó en el juego
“Enrichissez votre vocabulaire” (La Brèche, n. 3). En 1963
publica Amore, libro incomparable, dedicado a “la Mujer Nocturna”. Daba
comienzo aquí Sergio Lima a una aventura poética única. Hay unas fotos de
Kertész que vinieron a suponer algo nuevo en el terreno de la fotografía
erótica. Eso parecía imposible pero ocurrió: son las “distorsiones” de Kertész.
Lo mismo diríamos de la poesía. La poesía de Sergio Lima es, a nuestro juicio,
la única verdaderamente original de los 30 o 40 últimos años. Un
verdadero torrente de imágenes convulsivas y revulsivas que es el equivalente
asombroso de la naturaleza tropical y de todo su derroche de vida. Esa aventura
poética realmente desmesurada, Sergio Lima la va a continuar hasta hoy mismo. A
alta licenciosidade recoge su poesía de 1956 a 1985, constatándose en cada
una de sus páginas la convicción de que la poesía es la “experiencia de una presencia”,
la “fidelidad a esa emoción primera de la presencia que nos revela al otro y a
su imagen, esta memoria erótica que es el amor”. Los poemas posteriores de
Sergio Lima continúan ese ahondamiento en el erotismo, que abrieron en 1957 los
Cantos à mulher nocturna,
gloriosamente editados en una caja de habanos por las ediciones Debout sur
l’Oeuf, del surrealista portugués Miguel de Carvalho, en 2009.
En 1967, ya fallecido André
Breton, publica en São Paulo el primer número de A Phala, verdaderamente excepcional en el panorama
de las revistas culturales latinoamericanas. Por esos años, Sergio Lima
comenzó a exponer también óleos, dibujos y sobre todo collages, siempre con los
signos distintivos de la imaginación y del erotismo, en lo que ha sido una fiesta
continua de arrobamiento ante la belleza excesiva
del cuerpo femenino. No por
acaso, la poetisa surrealista argentina Carmen Bruna le dedicará el extenso
poema “Sergio Lima y el erotismo constelado de sus collages”, inserto en su
libro Lilith (1987). Su primer
libro de collages fue el ya citado As aventuras do Máscara Negra, un
total de ochenta de ellos acompañados con leyendas; su ejemplar único permanece
aún inédito. Los materiales que Sergio Lima utiliza en muchos de sus
collages son, aparte las fotos, numerosos (hojas de árbol, plumas, abanicos,
máscaras, tela, pajitas, dibujos), por lo que no sorprende el paso al
“collage-objeto”, sobre todo a principios de los años 70, cuando irrumpen en
ellos un tenedor, un parabrisa, un péndulo, un champiñón, una hoja, mechones de
cabellos femeninos, una hebilla de ligas y las propias ligas, un ovillo, un
guante, un peine doble, un pico de tucán... Objetos en los que importa la carga
emocional, poética, en su asociación, fortuita, dictada por el deseo, con los
otros elementos del collage. Naturalmente que Sergio Lima, en la más pura
tradición surrealista, titula cada uno de sus collages, título que por norma
aparece inserto en el propio collage. Ese título, de sentido muchas veces
metafórico cuando no provisto de un humor muy peculiar, contribuye generalmente
al carácter enigmático del collage, potencia el choque de la obra como pueden hacerlo los de Magritte y los de tantos otros
surrealistas, en la fecunda estela chiriquiana.
En 1976 publicó O corpo significa, con una portada alquímica. Ya aquí aparece el
ensayista denso y profundo, que maneja las referencias y los saberes más
inesperados. Se estudia en esta obra el arte como una visión y sus
implicaciones con lo amoroso, con la imaginación y con la erótica, asumiendo la
noción de lo femenino como valor. El simbolismo, en fin, del cuerpo como
significación.
El segundo gran libro ensayístico
de Sergio Lima es Collage,
publicado en 1984. Se trata del libro más importante que existe sobre el
collage y el surrealismo, como Les mystères de la chambre noire de Édouard
Jaguer lo es del surrealismo y la fotografía, Le surréalisme au cinéma
de Ado Kyrou del cine y el surrealismo y Le
surréalisme et la peinture de André Breton de la pintura y el surrealismo. Collage consta además de 112
ilustraciones, dos por cada año desde 1919 hasta 1974, que el lector ha de
recortar y pegar.
Por último, Sergio Lima ha
publicado en 1995 el primero de los tres tomos de su monumental A aventura surrealista y en 2010 la primera parte del segundo,
estando ya concluido el resto. Un verdadero arsenal informativo sobre el
surrealismo en Brasil y en otros lugares.
Sergio Lima fue durante una
década organizador y responsable del Archivo de Documentación Cinematográfica
de la Filmoteca Brasileña, y es autor de innumerables publicaciones sobre el
cine, que también ha cultivado en una serie de cortometrajes aún por descubrir.
En 2008 apareció O olhar selvagem: o
cinema dos surrealistas, con un ensayo extraordinario, “fascinante poética
del cine” (Laurens Vancrevel), acompañado de espectaculares fotografías (este
ensayo ya se había publicado en español en el catálogo Surrealismo Siglo 21 con el título “O surrealismo vai ao cinema:
«l’œil existe à l’état sauvage»”).
Completa la imagen de Sergio Lima
su labor incesante como animador del surrealismo en su país y como interlocutor
esencial en las relaciones entre los grupos e individuos dispersos por el
mundo. En 1965 fundó el primer grupo surrealista de Brasil, que llevó a efecto
en el 67 la XIII Exposición Internacional del Surrealismo, en São Paulo. Otro
grupo hubo en los años 80 y 90, por cierto que con muchísimas mujeres,
igualando así lo ocurrido con el grupo inglés de los años 30.
En los años más recientes, la
actividad de Sergio Lima, siempre ligada al surrealismo, ha proseguido de
manera infatigable, pudiendo enumerarse su ensayo sobre el libro-objeto en el
número 32 de Mélusine, su exposición
“Retorno ao selvagem” en la Fundação Cupertino de Miranda y en la Fundación
Eugenio Granell, sus colaboraciones en A Via
Queimante y Quimera que passa, su
largo texto poético creativo sobre la imagen y la fotografía en el libro al
alimón con Richard Misiano-Genovese Secrets
in red and green, su presencia en la colección de publicaciones de la
revista surrealista neerlandesa Brumes
Blondes o su ensayo sobre Guy Ducornet en Retrovisiones. Pero sin duda la más resaltable efeméride es la
aparición, en la primavera de 2013, del segundo número de A Phala, “revista del movimiento surrealista”, con la misma riqueza
y apetencia internacionalista del primero, y la de un número tercero, con dos
tomos, en la primavera de 2015, año en que la revista libertaria A Ideia
le hacía un homenaje, con la publicación de tres cartas a André Breton, un
denso “Memorial” en que traza con todo detalle su biografía y su trayectoria
surrealista, el poema de Carmen Bruna y escritos espléndidos de Alex Januário
(“Collage sublime”), António Cândido Franco (“Sergio Lima, poeta del negror”),
Laurens Vancrevel (“El estado salvaje o la contribución de Sergio Lima a la
práctica del surrealismo”) y Miguel de Carvalho (“Guía de una exaltación
silenciosa”).