Ha muerto hace unos días Arturo Schwarz, una figura grandísima, enorme del surrealismo, a pesar de que la reciente enciclopedia británica del surrealismo ignorara por completo su importancia. Animador, traductor, poeta, ensayista, se le deben sobre todo ensayos soberbios, de bandera, impactándome a mí sobre todo las conexiones que hizo entre el anarquismo, la alquimia y el surrealismo, pero no pudiendo eludirse los trabajos que dedicó a grandes nombres del surrealismo como Man Ray, Marcel Duchamp, Picabia, André Masson, René Magritte, Maurice Henry, Renzo Margonari y Jacques Hérold. A uno de sus libros, Arte e Alchimia, he recurrido infinidad de veces.
Arturo Schwarz fue otro de los que hicieron en 1969 caso omiso de las directrices liquidacionistas del politburó Schuster y, desafiando también al estamento universitario, vio el surrealismo como un continuum que llegaba hasta nuestros días.
Reproduzco seguidamente la entrada que le
consagré en Caleidoscopio surrealista.
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Surrealista
desde que, adolescente, leyó los manifiestos de André Breton, el poeta y
ensayista Arturo Schwarz nació en Alejandría, siendo expulsado de Egipto en
1949, tras varios arrestos por sus actividades trotskistas. Se establece
entonces en Italia, que es donde va a convertirse en el hombre clave del
surrealismo en este país, con su nombre de Tristan Sauvage, su Galería Schwarz en
Milán y sus innumerables intervenciones. En 1955 contactó con París, y en 1959
publicó una antología bilingüe de poesía surrealista, con prólogo de Benjamin
Péret, coincidiendo con la celebración de las “jornadas surrealistas”
organizadas por él y que él mismo comentó en el n. 7 de Bief (donde además, en el n. 5, había aparecido un texto político
de Tristan Sauvage). En 1960, con el título de Storia del surrealismo, tradujo las Entretiens de Breton y los Vingt
ans de surréalisme de Bédouin. En
1961 organizó en su galería una muestra internacional del surrealismo, en 1967
un homenaje a Breton (desaparecido el año anterior), en 1975 la exposición “Le
cadavre exquis, son exaltation” (con un catálogo que incluía testimonios
inéditos de Jindrich Chalupecky, Simone Collinet, Marcel Duhamel, André Masson
y Tristan Tzara) y en 1989 la magna exposición “I Surrealisti”, a partir de la
cual creó la fundación s.a.d.e.
Arturo Schwarz,
aparte de autor de más de veinte poemarios, es un especialista en el dadaísmo, con
estudios ya clásicos sobre Marcel Duchamp y Man Ray. En 1974 publicó el libro André Breton, Léon Trotsky, obra de
referencia. En 1979 hizo una encuesta sobre anarquismo y creatividad, cuyas
respuestas publicó en 1981 (pasándolas a peine fino Jimmy Gladiator en Sur
le Zinc, n. 32-33). En 1983, en el n. IV de Mélusine, dio a la luz un ensayo extraordinario: “El amor es el
erotismo (De algunas correspondencias entre el pensamiento surrealista y los de
la alquimia y el tantrismo)”, que anticipaba, un año después, el titulado
“Anarquía, alquimia, tantrismo y surrealismo”, en el n. 91-92 de L’Arc. Ya en 1986, tras haber publicado L’immaginazione alchemica (1980) e Introduzione all’alchimia indiana (1984),
da a la luz un volumen espectacular: Arte
e alchimia, con una espléndida introducción y al final una encuesta en que
intervienen, entre muchos otros, nada menos que René Alleau, Jorge Camacho,
Sergio Dangelo, Enrico Donati, Christian d’Orgeix, Anne Éthuin, Wilhelm
Freddie, Eugenio Granell, Jacques Hérold, Rita Kernn-Larsen, Jiri Kolar,
Jacques Lacomblez, Jean-Jacques Lebel, Conroy Maddox, Marcel Mariën, Mimi
Parent, Jules Perahim, Penelope Rosemont, Max Schoendorff, Max Walter Svanberg,
Dorothea Tanning, Susana Wald, Philip West y Ludwig Zeller. En 1993 responde
extensamente a la encuesta sobre André Breton organizada por Laurens Vancrevel
y Mário Cesariny y señala su deuda enorme con Breton; me limito a transcribir
un párrafo: “Yo creo que mis poemas y mis ensayos, así como las investigaciones
emprendidas en los campos de la antropología, de la psicología, de los mitos y
leyendas, de los textos de alquimia, del tantrismo, del taoísmo y de la Cábala
han tenido todos como único fin el rodear los contornos iniciáticos de la mujer
y el amor. Veo en esos sentimientos el aspecto cerebral del instinto sexual,
del que el erotismo es la dimensión estética. Mis obras, tales como El arte del amor en la India y Nepal (1980),
El amor es el erotismo (1983), El culto de la mujer en la tradición india (1983),
La luz del amor (1984), La concepción surrealista del amor (1989),
etc., probablemente no hubieran visto la luz sin la enseñanza de Breton”. En
1997, Schwarz publica otro libro fuera de serie: L’avventura surrealista. Amor e rivoluzione, anchi, con grandes
ensayos sobre Duchamp, Picabia, Man Ray, Max Ernst, André Masson, René
Magritte, Maurice Henry y Jacques Hérold, además de una larga entrevista y el
texto sobre surrealismo, anarquismo, alquimia y tantrismo, cuatro materias
fascinantes en las que Arturo Schwarz es maestro consumado; incluye también un
largo ensayo sobre el grupo de André Breton y su actividad política, que puede
considerarse uno de los estudios capitales en esta materia. En 2007 aparece Tutte
le poesie, quasi. En 2009 organiza en Roma la exposición “Dada e
surrealismo riscoperti”, con un enorme catálogo de Skira, que en 2014 lanzará
un volumen dedicado solo al surrealismo: Il surrealismo. Ieri e oggi.
Storia, filosofia, politica, compuesto de un largo estudio, una antología de
textos sobre las distintas proyecciones internacionales del surrealismo y, en
disco, un repertorio de revistas y otro de exposiciones. En 2013, el “Pequeño
diccionario laico” de Mattino dolce
interminabile è il suo corpo incluye unos “epitafios” dedicados a las
figuras del surrealismo y a sus grandes inspiradores (Artaud, Breton, Desnos,
Péret, Lautréamont, Kafka, Tanguy, Vaché, Apollinaire, Césaire, Duchamp,
Fourier, Rimbaud, etc.).
“Hay una diferencia, imposible de colmar, entre la visión surrealista de la vida y del arte y su visión mundana”.