Jörg Remé, de
quien vemos aquí esta pieza, expone en el Palazzo Mora de Venecia.
En el Museo de
Rhayader, País de Gales, hay varias exposiciones relacionadas entre sí: una de
John Welson, otra de Welson con John Richardson y una tercera en homenaje a Arcane
17:
La
colaboración entre Welson y Richardson ha generado el libro Alice, the
looking glass threw, ya aludido aquí y que, publicado en Dark Window Press,
comentaremos próximamente.
Con un
carácter ya histórico, en Tate Liverpool, hasta el 31 de mayo, hay una
exposición de obras de Leonora, que incluye El mundo mágico de los mayas,
y en la librería Champavert de Tolosa, otra de obras de Edgar Jené, también
hasta la misma fecha.
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Braise de
l’unité editada por La Lucarne Ovale, es el
título de la tan ansiada antología de Élie-Charles Flamand, con poemas de 1957
a 2014. La página de este gran poeta merece conocerse:
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De Ithel
Colquhoun, figura maravillosa del surrealismo británico, se publicó en 2014 I
saw water. An occult novel and other selected writings. I saw water
fue su segunda novela, tras Goose of
Hermogenes.
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Paul Sanda y
Bruno Geneste publican en Éditinter Les
surréalistes et la Bretagne. Le domaine des enchanteurs, con dos cartas inéditas
de Breton a Joyce Mansour. Un libro muy atractivo, que comentaremos aquí dentro
de unas semanas.
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La
correspondencia entre René Daumal y Gilbert-Lecomte ha visto la luz
recientemente. Son 424 páginas, en la editorial Ypsilon.
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Por el número
113 de Infosurr nos enteramos de tres novedades no apuntadas por
nosotros: otra entrega de los clásicos de Ghérasim Luca en Corti, L’extrême-occidentale,
de 1961, y dos recopilaciones de Jimmy Gladiator, Tapis franc et autres
cadeaux provos (declaraciones, tracts y pensamientos de 1974 a 2010) y De
paille et d’or ou le Guignol des Batignolles (con juegos surrealistas de su
invención).
En una nota
sobre Jacques Lacomblez, Richard Walter prolonga la triste reseña que Ludovic
Tac hizo del almanaque Ce qui sera, reseña que es una buena muestra de
cómo se las sigue gastando el marxismo recalcitrante. A juicio de Richard
Walter, “todo surrealista que se respete” debe evitar caer en “la fascinación
fácil por la bandera negra” (ergo, la fascinación por la bandera de la hoz y el
martillo es “difícil”), y hay que ser surrealista y marxista para “comprender”
el surrealismo y el marxismo. Casi nada.
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En el capítulo
de óbitos, el pasado año murieron Henry Lejeune –señalado por Arnost Budik en Infosurr–
y Ounsi El Hange, nacidos ambos en la década de los 30. Más recientemente
–este mismo año– desapareció, casi centenario, Carl Otto Hultén, artista y gran animador de las actividades
surrealistas en Suecia. Fue uno de los fundadores del grupo Minotauro, como
luego del de los Imaginistas, colaboró en Cobra
y en Salamander, fundó con
Österlin en Malmoe la galería Colibrí, lanzó las ediciones Imagen. En 1947 se
publicó, con prefacio de Svanberg, Sueños
sacados de las manos de las hojas, colección de frottages y calcomanías que
revelan su fervor por Max Ernst, al que homenajearía en 1976 (En la habitación de Loplop) como haría
también con el cartero Cheval. Tras un período de abstracción lírica, Hultén volvió
a la figuración.
Este es uno de
sus cuadros más conocidos: el duchampiano Cardiograma de la calle,
1944-1945, que yo vi en una exposición de Lisboa y que comenta así Ragnar von
Holten: “Un resumen del mecanismo y de
los diferentes utensilios, explicitado en un dibujo esquemático, se encuentra
mezclado con rudos grafitis, pedazos de textos y partes del cuerpo humano
traducidas de manera abstracta –así, la imagen se convierte en un índice de las
posibilidades técnicas de la vida sexual del hombre. El busto de la mujer, a la
derecha, cuyos senos tiene la forma de mangos de tijeras, deja que su sexo se
mezcle con un vaso de cerveza; el busto de mujer acostada, a la izquierda, es
atravesado por un falo que penetra en un cuarto, un tanto como acontece con el
otro pie de vaso, que allí penetra también, etc. Entre los textos percibimos un
poema de André Breton y el número de teléfono de la criada de Hultén en
Malmoe”.