Al fin Infosurr vuelve a situarse en su año, ya que este número pertenece a los dos primeros meses de 2014. Un gran esfuerzo ha hecho Richard Walter para ganar terreno, sin merma de la riqueza informativa.
Dos figuras poco conocidas y
recientemente desaparecidas son aquí iluminadas. La primera es Elie
Delamarre-Deboutteville (1947-2013), uno de cuyos primeros poemas fue publicado
en el n. 6 de L’Archibras (1968). Al socaire del mayo del 68, siguió
caminos libertarios y próximos al surrealismo, aunque sin reaparecer en el Bulletin
de Liaison Surréaliste. La nota de Bruno Duval nos dice que participó en Point
d’être, “revista un tanto disidente en relación al grupo surrealista,
publicada bajo la invocación misticizante de Antonin Artaud por los émulos de
Stanislas Rodanski, reunidos bajo la égida de Michel Fardoulis-Lagrange, amigo
muy discreto de Georges Bataille”. En las ediciones de la revista publicó Face
à peu de temps en 1983 y Poèmes pour un dieu égaré sur terre en
1986. Autoras de miles de poemas y de incontables dibujos, su figura es
abordada en el n. 23 de la revista parisina Empreintes.
En segundo lugar, Heribert Becker
habla de Maximilian Barck (1962-2013), quien fundó en 1985, en Berlín oriental,
con toda audacia pues, una asociación de artistas y escritores independientes
llamada Maldoror, luego convertida en Herzattacke (Crisis Cardiaca), con su
revista homónima, aún existente con dirección de su hijo, y cada uno de sus
números abriéndose con una cita de Los cantos de Maldoror. Herzattacke
es una revista gruesa y lujosa, con cinco números anuales, tirada de 95
ejemplares y una veintena de obras gráficas originales firmadas por cada autor.
En ella ha aparecido una enorme cantidad de traducciones alemanas de textos
surrealistas, sobre todo franceses. Barck también fundó en 1989 las ediciones
Maldoror, con muchos libros en ediciones para bibliófilos. Fue por tanto un
extraordinario difusor del surrealismo en Berlín durante las últimas décadas.
Heribert Becker comenta también
el libro Nadja revisited, de Rita Bischof, nombre que a mí me sonaba de
algo, y que no vino a ser algo bueno: en efecto, al final del estudio que Karl
Srp dedica a Toyen en su enorme monografía, se apoyaba en ella para meter el
típico enfoque feminista. A pesar de que sus parafraseos de ella son
inquietantes, le concedo (a duras penas) el beneficio de la duda a esta
especialista en Bataille, por recomendar su libro Heribert Becker. Dado que
está en alemán, nunca sabré si ese beneficio está justificado, y lástima me da
no haber nunca obtenido un artículo de Annie Le Brun en que criticaba con
aspereza la obra de Srp, por si decía algo de paso sobre Rita Bischof.
Michel Remy informa de una
reedición, en Dark Window Press, de Inrock, la novela de Desmond Morris
que transcurre dentro de un megalito viviente, publicada en 1983. Guy Ducornet
reseña el catálogo de la Maison de Victor Hugo La cime du rêve. Les
surréalistes et Victor Hugo, ya tratado aquí, como hicimos también con el
catálogo de la retrospectiva de Meret Oppenheim, que reseña extensamente Gérard
Durozoi. Durozoi coincide en lo esencial con lo que entonces dijimos: “El
efecto principal del dispositivo adoptado ha consistido en pretender hacer de
Meret Oppenheim una artista aparentemente mucho menos concernida por el
surrealismo de lo que se dice habitualmente –¡sugestión inmediatamente
denunciada por las propias obras!” Lo más divertido, para sumar a algunas
bajezas e imposturas que yo apunté en su día es cuando comenta la recepción del
catálogo:
“Ciertos «especialistas» no han
perdido la ocasión de reavivar las acusaciones de misoginia hechas contra
Breton y sus cercanos. Esta vez, el pompón puede ser atribuido a Stéphane
Corréard, «coleccionista, galerista, periodista, crítico de arte, experto y
comisario de exposición» [¡vaya ridículum!]. No se puede resistir al placer de
citar algunas líneas de su artículo: «Claude Cahun, Leonora Carrington, Leonor
Fini, Valentine Hugo, Frida Kahlo, Toyen, Unica Zürn y Meret Oppenheim: el
surrealismo habría tenido sin duda otro rostro si ellas hubieran ocupado un
lugar a la altura de su talento. En el lienzo manifiesto Au rendez-vous des
amis, Max Ernst ni se tomó el trabajo de representar a ninguna de ellas»
–lástima que el lienzo sea de 1922: Carrington tiene 5 años, Kahlo quince, Zürn
seis, Oppenheim nueve, Fini catorce, Toyen descubre París en 1925, Hugo solo
interviene en el grupo a partir de 1928 y Cahun a partir de 1933...” Pero el
artículo de Gérard Durozoi, aunque más diplomático que yo con farsantes como
este, merece leerse en su integridad.
Una nota sin firma se dedica a la
traducción inglesa de la antología sobre el surrealismo británico de Michel Remy,
en la que se alude al grupo Slag sin que se sepa ni lo que significan sus
siglas, cuando este grupo es bien conocido desde hace algunos años, y se ha
convertido en uno de los más activos del surrealismo, con nombres –Merl Fluin,
Josie Malinowski, Patrick Hourihan– que ya se han individualizado y que hasta
han sido nombrados en Infosurr.