Otra publicación, en este caso francesa, que
contiene siempre un componente surrealista, es la revista de crítica social,
contracultura y utopía L’Échaudée. Su número 8 apareció hace unos meses
y contiene textos de su usual colaborador Alain Joubert, de Claude Guillon, de
Alfred Jarry, de Rimbaud, de Benjamin Péret (añadiendo al final un divertido
cómic sobre su personalidad subversiva)...
El animador principal de esta revista, a la
que nos hemos referido en algunas ocasiones, es Barthélémy Schwartz, quien
recientemente dio a la luz un libro de referencia sobre Benjamin Péret.
Precisamente a propósito de la recepción de esta obra, Barthélémy Schwartz
polemiza con la Association des Amis de Benjamin Péret, a la que considera
haberse convertido en “un medio para sus responsables de arreglar cuentas
internas entre viejos surrealistas” y a la que acusa de haber utilizado en la
consideración de su libro “métodos que recuerdan a la censura estalinista”, resultándome sus argumentos plenamente convincentes.
Hay en esta carta una referencia que yo desconocía y que es de una lucidez excepcional: se trata del ensayo publicado en 2011 por el italiano Andrea d’Urso, que puede leerse íntegramente en el enlace que doy al final. Andrea d’Urso toma el partido de los continuadores del surrealismo y reparte varapalos a Nadeau (como el origen de la historificación del surrealismo, algo que me parece tan evidente como inexplicable el prestigio de que este libro ha gozado entre algunos que deberían haber estado más avisados), a la Internacional Situacionista (que sigue encandilando a algunos para quienes no les basta con el surrealismo y sus referentes de primer orden), a Raoul Vaneigem y su triste y escolar “historia desenvuelta”, al academicismo de Jacqueline Chénieux-Gendron (rápidamente apegada a la vulgata liquidacionista, que le vino de perillas al mundo universitario, y propagadora de otro nocivo concepto: el de “los surrealismos”) y, en fin, a Schuster y su pequeño equipo, aunque a la vez realizando también una serie de críticas (que me parecen certeras) a Le mouvement des surréalistes de Alain Joubert.
Hay en esta carta una referencia que yo desconocía y que es de una lucidez excepcional: se trata del ensayo publicado en 2011 por el italiano Andrea d’Urso, que puede leerse íntegramente en el enlace que doy al final. Andrea d’Urso toma el partido de los continuadores del surrealismo y reparte varapalos a Nadeau (como el origen de la historificación del surrealismo, algo que me parece tan evidente como inexplicable el prestigio de que este libro ha gozado entre algunos que deberían haber estado más avisados), a la Internacional Situacionista (que sigue encandilando a algunos para quienes no les basta con el surrealismo y sus referentes de primer orden), a Raoul Vaneigem y su triste y escolar “historia desenvuelta”, al academicismo de Jacqueline Chénieux-Gendron (rápidamente apegada a la vulgata liquidacionista, que le vino de perillas al mundo universitario, y propagadora de otro nocivo concepto: el de “los surrealismos”) y, en fin, a Schuster y su pequeño equipo, aunque a la vez realizando también una serie de críticas (que me parecen certeras) a Le mouvement des surréalistes de Alain Joubert.
En los textos de Andrea d’Urso y de
Barthélémy Schwartz uno de los blancos comunes es Jerôme Duwa, lo que era de
esperar, dada la inútil cruzada en defensa de Jean Schuster que este ha venido
desarrollando, y que culminó con un libro de carácter hagiográfico que no puede
interesar sino a los empecinados del surrealismo requiescat in pace en el año
de gracia de 1969.
De Andrea d’Urso damos también el enlace de
otro magnífico trabajo, en este caso sobre Vincent Bounoure.