domingo, 3 de abril de 2016

“El Ojo Tópico”/”Álgebra de la mirada”/”Las insomnes”


Este magazín de gran formato lo elaboran Eugenio Castro, Marcos Isabel y Eloy Santos, y dedica su número inicial a las estatuas de piedra, que ya llamaban la atención de los primeros surrealistas en el París de los años 20. Al final encontramos el Juego de la Estatua y el Obrero, cuestionario sobre una fotografía al que responden Agustín Calero, Aurora Feijoo, Beatriz Regaliz, Eugenio Castro, Marcos Isabel y Maribel Pradillo. Bruno Jacobs también colabora en la revista, con una foto comentada de Veracruz.
El Ojo Tópico –que tuvo en Madrid una presentación diferente a todo, y de la que vemos seguidamente una foto– erige la mirada poética contra “la imparable avalancha de imágenes producidas sin desmayo por la maquinaria industrial y cultural”.
“Consideramos prioritario que el ojo recupere su actividad tópica, es decir, que se fije en el lugar exacto de su elección, para observar parsimoniosamente algunos de sus accidentes, parte de su relieve, y poder así adentrarnos –quizá– en su seno. Pues es importante, sí, fijar la mirada, dando así un primer paso contra la domesticación a que someten al ojo todos los afectos calculados de la hipervisualidad”.


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La mirada es también la cuestión central de la última edición de Javier Gálvez en El Ojo de Buey, esta vez en un trabajo de colaboración con Silvia Guiard, precisamente titulado Álgebra de la mirada. Reencontramos aquí una de las fotos emblemáticas de Gálvez, quien nos informa que “fue al mirar desde el otro lado que descubrimos el reverso por el anverso”.
“La mirada es algo más que una mera captación de lo real mediante el sentido de la vista.
Está la mirada especular, que fija en un molde todo lo que ve.
Está la mirada oculta, aquella que especula siniestramente con espejismos.
Pero también está la mirada que, mediante una operación de álgebra poética, reúne y resuelve, ampliándola, aquella realidad que el ojo no es capaz de percibir más que de modo disperso y contradictorio”.



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Aunque publicado hace un año, anotemos en la colección de poesía Sol y Sombra, que animan en Santander Noé Ortega y Alba Pascual, este pequeño cuaderno de textos automáticos de Eugenio Castro: Las insomnes.
Leyendo el flamante libro de Alain Joubert, La clé est sur la porte, estas palabras me hicieron exactamente pensar en las páginas desgarradas de Las insomnes, que había leído unos pocos días antes: “La escritura automática es una prueba, no una obra. Los textos así producidos son el resultado de una experiencia interior que se aventura hasta poner a plena luz lo que el ser oculta de más secreto para sí mismo, lo que se disimula en los pliegues de su inconsciente. Esa prueba designa la fuente de la poesía, y asigna al lenguaje –a la escritura– una exigencia que se ha de encarnar”.
Acompañamos esta noticia con uno de los gommages de Eugenio Castro, perteneciente a una serie caracterizada, como muchas de sus producciones plásticas, por un absoluto e inquietante extrañamiento de la sensación.