Mário Cesariny, El surrealismo, 1959 |
En la primera parte se pasa revista a las publicaciones periódicas, los "tracts", los experimentos, los juegos, las encuestas, las reuniones en los cafés, las ediciones surrealistas... Al tratar de la escritura automática, se abordan Los campos magnéticos, pero también El tesoro de los jesuitas, Ralentir travaux y la discutida disyuntiva entre los textos surrealistas y los relatos de sueños. Siguen los temas de la deriva urbana, el azar objetivo y el objeto. La polémica entre poesía y revolución. Las exclusiones y las adhesiones, la internacionalización del surrealismo. La ética surrealista, el amour fou, la música y el cine, el humor negro.
La segunda parte se centra en el "tiempo sin hilo", concepto bergsoniano que originó el libro a nuestro juicio cumbre de Sebbag: Le point sublime. Aquí, aunque reaparezcan cuestiones como la del cine o la política, la parte del león se la llevan Nadja y la caracterización interesantísima del "futuro futurista", el "presente dadaísta" y el "tiempo sin hilo surrealista".
La tercera parte destaca tres tríos del surrealismo: Arthur Cravan, Jacques Vaché y Claude Cahun, Musidora, Nadja y Gradiva y Lam, Brauner y Matta, pero también hay apuntes profundos sobre Domínguez, los Grandes Transparentes y Marcel Duchamp.
Otros dos libros fundamentales de Georges Sebbag son los que ha dedicado al surrealismo y la filosofía, y esta vertiente suya ilumina la cuarta parte de Le rayon invisible, partiendo del proyecto filosófico de Breton y Aragon y llegando a los autores que trató en Foucault Deleuze, con parada en Grandville y su filosofía onírica.
Al final, Sebbag vuelve a la muerte de Carlos el Simple, verdadero y misterioso origen del surrealismo, que lo hace encarnar "el movimiento perpetuo del sueño, de la revuelta y de la imaginación". Visto así, un primer período del surrealismo es el que va de 929 a 1918, con, por ejemplo, los nombres que se dan cita en las cartas del juego de Marsella (a los que, sin duda, se pueden añadir muchos más), un segundo período iría de 1918 a 1968, cuando se produce la ruptura en el grupo de París tras la muerte de André Breton, y un tercero de 1968 al presente, enumerando Sebbag las innumerables revistas que han seguido apareciendo, en una intervención de grupos ya menos estruendosos (un surrealismo "à bas bruit"). A su juicio, las actividades que más se han prodigado en este largo período son el collage, los juegos, los relatos de sueños y la deambulación en y fuera de la ciudad.
La cubierta de Le rayon invisible reproduce muy apropiadamente el fotocollage de Mesens La luz desconcertante (1926) y en las guardas hay dos poemas collages, uno de Simone Breton y el extraordinario que envió Breton a Vaché, estudiado por Sebbag en su formidable tetralogía sobre los dos amigos que echaron a rodar la aventura surrealista como la bola de una bolera. Esto sirve para recordar que Georges Sebbag viene llamando la atención desde hace algunos años sobre la trascendencia del poema collage, terreno que está por estudiar y cuya indagación reserva muchas sorpresas; yo recuerdo ahora mismo los de Mário Cesariny, los de Georges Hugnet o los del propio Mesens (al nombrar a Cesariny, evocaré la vez en que, tras tocar en su puerta cuando no nos conocíamos sino por carta, jugando a enfant terrible, le pregunté antes de presentarme, como Cravan a Gide, dónde estábamos con el tiempo, o cómo íbamos de tiempo, sin que captara la ironía, y lo digo porque es exactamente la célebre frase de Cravan la que abre Le rayon invisible).
Georges Sebbag ante los montes de Taganana (Tenerife), mayo de 1997 |