La historia es bastante conocida. El 24 de julio de 1952, André Breton visita la gruta prehistórica de Cabrerets y pasa el dedo por una figura de la "capilla de los mamuts", que, al no tener calcificaciones, le parece sospechosa. El guía lo recrimina y denuncia, tratándose, para más inri, de un diputado del Lot marido de la fulana que tenía la concesión de explotación de la gruta, en fin, un político tan prepotente, asqueroso y sinvergüenza como todos los actuales y todos los de cualquier época. En octubre, el boletín de la sociedad prehistórica francesa denuncia la explotación turística de las grutas, mientras un viejo cura apedillado Breuil pide un castigo ejemplar para "los muchachos malos como M. André Breton".
El Tribunal Correccional cita a Breton en noviembre de 1953. Una semana antes, una serie de intelectuales (entre los cuales nada menos que Jean Paulhan, André Malraux, Julien Gracq, Albert Camus, Jules Romains, René Char, Claude Lévi-Strauss, Raymond Queneau, Pierre Mac Orlsn, Gaston Bachelard y François Mauriac) hace saber al magistrado su apoyo a André Breton y reclama la constitución de una comisión nacional que verificara la autenticidad de las pinturas rupestres y controlara las condiciones de su presentación. Pues bien: Breton recibe un castigo desmesurado, aparte el carácter cómico del franco que tiene que pagarle a la comunidad y del que tiene que pagarle al estado: 5.000 francos de multa y 1000.000 por daños a la nota que explotaba la gruta.
Xesús González Gómez, siempre incansable en sus pesquisas por las hemerotecas digitales, acaba de localizar este impagable documento en que Le Figaro Littéraire del 21 de noviembre de 1953 se hace eco gráfico del juicio a Breton: