Este nuevo
número de Infosurr corresponde a los siniestros meses de marzo y abril
de 2020, en que cientos de millones de seres humanos fueron privados por el
Estado de sus más elementales “libertades” (por primera vez en la historia de
la humanidad se encerró a la gente saludable por causa de una epidemia, primer
paso antes de prohibirle incluso respirar al aire libre).
Los que
hicieron eso y siguen haciendo cosas similares merecen algo más que el
alquitrán y las plumas simbólicos con que Infosurr castiga a quienes
festejaron el centenario del movimiento surrealista en 2019, lo que es en
efecto abusivo. En 2019 podía haberse celebrado el nacimiento de la escritura
automática, “expresión suprema de la libre subjetividad individual y colectiva”
y “respuesta radical a la destrucción del sujeto por el proceso de automatización
moderno” (Michael Löwy), pero no el del movimiento surrealista, que surge como
tal en 1924.
Felicitadas
por el contrario son una serie de publicaciones y exposiciones. Entre las
primeras, el boletín digital Dreamdew, el número 62 de la revista
colombiana Punto Seguido (con presencias de Laurens Vancrevel, Jean
Benoît, Ludwig Zeller, Alain Joubert), las últimas entregas de Javier Gálvez,
la correspondencia de Simone Debout y André Breton, La conférence de
Charleroi de Paul Nougé, el inaugural número de The Room, la
espléndida novela de Mattias Forshage End of the railway, beginning of the
world y el corpus de rarezas de Yves Elléouët Dans un pays de lointaine mémoire.
Las
exposiciones atendidas son “Wellspring of the imagination” (País de Gales),
Isabel Meyrelles en Famalicão, “Encounters under black lamplight” (grupo
surrealista de Leeds), Catalina Chervin (cuya conexión con el surrealismo no
parece ir más allá del recurso a un cierto automatismo) y “Métamorphoses du
paysage”, de Jacques Lacomblez.
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Infosurr da noticia de esta revista, apadrinada por el gran Silbermann: