miércoles, 24 de enero de 2018

Las ruinas deslizantes de Sasha Vlad y Dan Stanciu


Otra nueva colaboración de Dan Stanciu y Sasha Vlad acaba de aparecer, ahora en la editorial surrealista de Richard Waara, Rêve à Deux, donde se han publicado anteriormente obras de Will Alexander, Sotère Torregian, Marie Wilson con Nanos Valaoritis y Schlechter Duvall.
Sliding ruines se compone de 65 dibujos automáticos de Sasha Vlad, cada uno de ellos con un texto de Dan Stanciu inspirado por el dibujo. Como señala Bruno Solarik en el estudio final, “cuando dibuja, Sasha Vlad se concentra en la libre corriente automática de un inesperado estímulo, mientras que Dan Stanciu observa la imagen completa en una suerte de hipnosis creativa, permitiendo así que mensajes enigmáticos y explosivos hablen por sí mismos”. El ensayista eslovaco diserta tanto sobre las historias de Dan Stanciu –insólitas, llenas de un humor y una ironía muy peculiares, en una “espontánea y poéticamente poderosa mixtura de risa y asombro”, por la que irrumpen personajes como los Reyes del Silencio, los Esclavos del Diálogo, los Canguros-tomates, los Microcaballos, el Maestro Colibrí, los Imposibles, San Venda o San Barro, Fixa, Miss Uno y Miss Terminus, etc., etc.– como sobre los laberínticos dibujos de Sasha Vlad – de quien cita estas palabras: “Si mi cabeza está vacía de cualquier idea preconcebida acerca de lo que debo dibujar, entonces es que estoy preparado”, y de ahí la variedad de estos dibujos, en los que Bruno Solarik ve infinidad de cosas (y que serán diferentes a cada nueva visión, como serán diferentes para cada “lector”).
Bruno Solarik señala el camino enteramente libre que han seguido tanto el artista como el escritor, alejándose de toda regla y de todo cliché, tan habituales en lo que por ahí se hace en nombre del surrealismo.
Este es uno de los grandes libros surrealistas del año 2017, pero otras colaboraciones entre Dan Stanciu y Sasha Vlad siguen en camino, como otras, deslumbrantes, ya vieron la luz en años anteriores, concretamente Before/After (52 apariciones transvisuales generadas por el azar) (1995), Borbro, Obs, Kabupaten, Feen, Duamaa, Jumah, Ek-Yolo, Serliq, Burcep, Sodhi, Lecade, Epona, Snijngad, (2005) y Le parasite de l’azur (2006).

Falling polyhedrons don’t have arms. They only have a short inferior member (in the shape of a retracting needle, which serves as a call receptor) and four internal members, located in the stomach, to digest movement. They are dynamic bodies, often with several independent existences, but which can sometimes collide. At a certain level of splendor, when polyhedrons have accelerate their fall through a contraction, those separate existences end up overlapping.

The nocturnal vapors Emoria and Leblanc interweave dreams. Emoria takes the red ones (with animals, heavy tools, or anonymous individuals who intervene brutally on the ego) while Leblanc takes the black ones (the so-called Vehiculum dreams, in which one waits). The rhinoceroses, followed closely by elephants and egrets, appear constantly in the dreams that Emoria spins for weaving with the dreams spun by Leblanc. This is called –using a technical term, for lack of a better one– the “rhinoceros constant.” In Leblanc's case, it's the opposite –in the dreams that he spins, something rarely appears.
Example: you made a date at 8 o’clock. in a square, with a gray woman, of which you were told that she would have bow qualities, in order to solve together the harmony problem. While waiting for her, you examined carefully a series of terms printed here and there on rocks, or in the clouds' movement, deciphering sorne, sorne others not. At 9 o’ clock, when you were ready to fade away, she would come toward you accompanied by a cute rhinoceros, and thus you would be able to recognize her more easily.