Frantisek Dryje, collage |
Ya ha aparecido el número quinto de Dreamdew, “Comunicación onírica”, que editan Bruno Jacobs y Sasha
Vlad. En presentación de nuevo preciosa, verdaderamente onírica, la portada se la reparten un interesante ensayo teórico de
Roman Telerovský (“The tissue of poietic
dreaming”) y la sugestiva respuesta de Paul Delvaux a una pregunta sobre su
cuadro El pueblo de las sirenas. Dos
collages arenosos de Frantisek Dryje –aquí vemos uno de ellos– ilustran el
ensayo.
“Sueños embotellados” ofrece imágenes y textos de Petra
Mandal, Martin Stejskal, Dan Stanciu y Sasha Vlad, más un sueño de las Nuits sans nuit, el gran libro onírico
de Michel Leiris. Precisamente de botellas, pero pintadas, hablamos aquí en el
artículo dedicado a Bill Copley y en la reseña del
último número de L’Or aux 13 Îles, al aludir a las del matrimonio Beynet. Esta es la botella soñada por Sasha Vlad con el perfil
del busto del legendario Vlad el Empalador:
Correspondencia: oneiriccommunication@yahoo.com
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Janice Hathaway, Endless transformation |
La Fundación Eugenio Granell, tras la exposición dedicada a
Kathleen Fox, dedica próximamente otra a Janice Hathaway, en un loable esfuerzo
por dar relevancia a figuras que no son conocidas lo que deberían serlo, dada
la triste y falsa perspectiva historicista que domina en los enfoques del
surrealismo.
Es una ocasión inmejorable para apreciar los maravillosos
collages de esta artista estadounidense que en 1979 fundó el grupo surrealista
de Alabama y que ha permanecido fiel a la visión poética del surrealismo.
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Ody Saban, Muchacha identificándose con un alga, 2015 |
El 2 de junio se inaugura en la galería Claire Corcia la
exposición de obras inéditas de Ody Saban “Bourgeons de fêtes utopistes”, que
además proyectará tres cortometrajes sobre la obra de esta artista.
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En las magníficas ediciones Rêve à Deux, que anima Richard
Waara, se anuncia un plato fuerte: Spectral
hyerogliphics, de Will Alexander, con prólogo de Laurens Vancrevel e
ilustraciones de Rik Lina.
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El pasado sábado se presentó en el Café Santa Cruz de
Coimbra (el más bello café de Portugal) el libro de Miguel de Carvalho Neste establecimento não há lugares sentados,
y lo mismo se hará este domingo a las 19:30 en un local de la Rua dos
Correeiros (Paralelo W), sito en el corazón de la Baixa de Lisboa.
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Lou Dubois, tan certero escritor como collagista, escribe
ahora, a partir de los collages de Émelyne Duval. Editan, con su habitual
finura, las Éditions des Deux Corps.
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Cruzeiro Seixas no sale bien parado de unas cartas a Floriano Martins
recién editadas, donde ataca de modo repugnante a Miguel de Carvalho (quien
precisamente, en 2005, le había publicado su gran libro epistolográfico: Naufrágio de ilustraletrações) y donde
recurre al argumento más especioso para justificar su condecoración por la
Orden Militar de Santiago de la Espada (en sus buenos viejos tiempos, principal orden militar portuguesa de
la caballería cristiana): “con el humor posible, diré que condecorar a un
surrealista es un acto surrealista” –fue condecorado en 2009 por el entonces
presidente de la república Aníbal Cavaco Silva, el más nefasto de todos los
políticos que ha tenido la democracia portuguesa, lo que ya es decir,
organizándole la presidencia de la república como guinda, hace unos meses, una
exposición por la que se arrastró en compañía de la primera dama.
Decía Marcel Mariën que la televisión pone al desnudo los puntos flacos de
los que enfoca, pero las
cartas son quizás un medio de exposición aún más peligroso: las memeces, las
obsesiones insanas, los juicios injustos y aventurados, el lenguaje viperino son
proclives a tener en ellas, y nunca mejor dicho, carta libre. En cambio, el poeta-artista
está más contenido en las entrevistas de 2009 y 2015, que unidas a algunos
textos como los de Ernesto Sampaio, Franklin Rosemont o Sarane Alexandrian y a
un largo escrito suyo de 1991 componen un conjunto magnífico, a años de luz del
que conforman las desdichadas cartas. Es lo que se salva de estas Confissões de um espelho.
Acertadamente, Miguel de Carvalho optó
en su día por hacer una selección de
cartas, todas admirables, con bellos dibujos, resultando un libro de
extraordinaria calidad e interés sostenido, donde encarna el verdadero, el gran
Cruzeiro Seixas. Pese a ello, fingiendo olvidarse, lo llama ahora, a lo largo
nada menos que de once cartas, “un tal Miguel de Carvalho” (debe tener
pesadillas con él). Pero no
hay muestra de mayor decadencia que esa utilización de la acepción más bastarda
del adjetivo “surrealista”, de curso libre entre los periodistas y la masa
ignara, cuando le pone paños calientes a su condecoración. Para colmo, solo dos
años antes, escribía: “Ahora me sondean de la presidencia de la República con
la intención de imponerme una condecoración. Mi respuesta solo puede ser
negativa; ¿cómo puedo estar de acuerdo con esta caricatura de democracia?” Mal
final para quien negaba ser un “artista” y proclamaba, en una de las
entrevistas del libro, contradiciendo la aceptación de esta senil consagración
oficial: “Soy un hombre entre los hombres, nada más”.