El centenario de Juan Eduardo Cirlot, nacido el 9 de abril
de 1916, aparte una nueva antología y una biografía, ha significado la
exhumación de su única novela, cuya “moralidad” calificó la censura franquista
de “grosera y repugnante”, vetando su publicación en 1950, con unas cincuenta
páginas en total marcadas en rojo. Titulada Nebiros,
la edita Siruela, y relata los pensamientos de un personaje desde que sale de
su oficina hasta que llega de madrugada a su casa, tras un recorrido por los
bares y prostíbulos del barrio chino. Nebiros, el más valiente de los marqueses
del infierno, adoptaba la forma de un cuervo, tenía a sus órdenes diecinueve
legiones de demonios y hacía a los hombres que se le dedicaban gentiles y
astutos en todas las artes.
Los censores han sido grandes críticos literarios.
Impagable es su “reseña” de Nebiros:
“Libro fatalista, saturado de contradicciones y pesimismo,
cuyo protagonista –un imaginativo sexual, tímido y sin fe–, después de un largo
paseo por los prostíbulos de su ciudad, en el que se le ocurren los más
paradójicos y peregrinos comentarios, llega a la escéptica conclusión que toda
ansia de superación y mejora espiritual es inútil. El libro además de pesado es
peligroso por los disparates que dice, y la turbia sexualidad servida en
descripciones pornográficas, y no está exento de cierto matiz demagógico. De
una moralidad grosera y repugnante. No se debe autorizar”.