lunes, 23 de abril de 2012

Breves

Quien desee curiosear por el último de los maravillosos catálogos de subastas en el Hotel Drouot que hace Claude Oterello, solo tiene que ir al enlace siguiente, donde, entre otras preciosidades, encontrará un dossier sobre el surrealismo rumano, con las legendarias revistas Picha y Moco y muchas fichas de Trost, Paun, Luca, Naum, Teodorescu y compañía:
http://catalogue.gazette-drouot.com/pdf/binoche/05&06042012/Binoche-05&06042012-BD.pdf?id=12922&cp=33
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Ithell Colquhoun, maravillosa artista surrealista que estuvo siempre atenta a las voces de lo oculto –y que, por cierto, tanto se interesó por los métodos automáticos de los surrealistas rumanos–, disfruta de una excelente página cuya visita recomendamos:
Anotemos también la existencia de un útil libro sobre ella, no referido en Caleidoscopio surrealista: Ithell Colquhoun. Magician born of nature, de Richard Shillitoe, con 134 páginas de estudio y más de 200 dedicadas al catálogo, comentado, de toda su obra. Se editó en 2009, pero la que interesa es la segunda edición, de 2010, ya que amplía y revisa la anterior. No se esperen, de todos modos, milagros, ya que el autor, como es habitual (y aparte llamar “novela” a Nadja, lo que ya indica cuán poco entiende el surrealismo), rinde pleitesía al canon de las imbecilidades de costumbre sobre el surrealismo, particularmente en lo que se refiere a la adopción del discurso feminista universitario. Los surrealistas masculinos no han podido escapar a su “pasado patriarcal” (cosa que parece haberle resultado fácil a este tan liberado estudioso). Las mujeres son para ellos un “objeto, no un sujeto”. ¡Que se sigan escribiendo estas memeces! Y así, un estudioso bienintencionado, y hasta inteligente en general, se convierte, por obra y gracia de un párrafo (y de algunas interpretaciones de carácter grotesco) donde decide ser la escupidera de la ideología dominante, en otro nombre más para añadir a la interminable lista de loros del antisurrealismo, al que denigran desde la comodidad de su engreimiento académico, bien amamantado de cochambroso puritanismo (ese sí que, por cierto, del todo “patriarcal”).
Recordemos que ya en este mismo blog hemos hablado de Ithell Colquhoun, al reproducir y comentar el cuarto “Noa noa” de Mário Cesariny.
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Relacionado con la nota anterior, hemos tenido acceso a este correo, de un amigo de un amigo, y que suponemos no es problema reproducir:
“En el 2011 se abrió una exposición en el museo de arte de Vancouver sobre el surrealismo titulada «The Colour of my Dreams» basada en el cuadro de Miró Ceci est le couleur de mes rêves, curada por Dawn Ades. La exposición la anunciaron como la más completa que se había hecho hasta la fecha. Tras mil intentos, recibí el catálogo ayer y es lo de siempre: el surrealismo no va más allá de los finales de la guerra. Aún así, faltan nombres en la exposición como los de Victor Brauner (que sólo tiene un cuadro insignificante), Jacques Hérold (que no tiene ninguno, como tampoco Toyen, entre otros). Los cortos ensayos tienen algunos cierto interés, como los dedicados a la relación entre los indios de la Columbia Británica y el Surrealismo. Pero de todas formas el catalogo nos indica la cortedad de miras que existe por parte de la crítica «oficial» hacia todo lo que tenga que ver con el surrealismo viviente”.
Esta nota es plenamente acertada. Solo que bastaba ver el nombre de la “curadora” para saber lo que uno se iba a encontrar.