Este bello homenaje que el poeta Alejandro Puga le ha hecho a Monsu Desiderio, y que lleva por título “Los vuelos de Desiderio”, nos permite una rápida evocación.
La enigmática figura seiscentista se encontraba sepultada en el olvido hasta que el surrealismo se fijó en él. En L’art magique, esa obra capital realizada por André Breton y Gérard Legrand en 1957, se reproducen tres extraordinarias obras suyas: “Arquitectura imaginaria”, “Los infiernos” y “Ataque a un palacio”, y se dice que, con Gustave Moureau y Giorgio De Chirico, Desiderio es uno de los tres genios que han reencontrado el sentido de la magia en la cultura mediterránea.
Dos años después, André Masson dedicaba un breve texto al “pintor sismógrafo”, “inventor de una ambigüedad delirante”. Masson concluye con la afirmación de que su divisa podría decir: “Sombra en el corazón de una sombra, he aquí el hombre”.
El verdadero sucesor de Desiderio sería Piranesi, también altamente valorado en el surrealismo, y también por su arquitectura visionaria y por su poética de las ruinas.
En el excelente artículo de Jerôme Duwa “Beau comme un vaste champ de ruines”, publicado en el n. XXIX de la revista Mélusine, este ensayista parte del citado “Ataque a un palacio”, modelo de arquitectura visionaria, con esos tan impresionantes como fantasmales edificios de extraña luz propia y estilización ecléctica:
Marcel Brion también se ocupó de Desiderio, pero la obra clave solo aparecería en Milán en 2004: François de Nomé e Didier Barra. L’enigma Monsù Desiderio, libro de 354 páginas de Maria Rosaria Nappi con 254 obras comentadas de esos dos franceses en la Italia de principios del XVII, que ocultaban sus nombres tras el de Monsu Desiderio. Está en italiano, por lo que en lengua francesa hay que acudir a Enigma Monsù Desiderio. Un fantastique au XVII siècle, 2004, o, antes, a Didier Barra et François de Nomé dits Monsu Desiderio, de Félix Sluys, 1961, y Monsu Desiderio ou le théatre de la fin du monde, de Pierre Seghers, 1981.