Las ediciones Vénus d'Ailleurs se apuntan otro tanto con
esta publicación dedicada a Lou Dubois, que consta de veintiséis recientes collages acompañados por comentarios del propio artista, jugosos y clarificadores, pero que siempre dejan espacio para las averiguaciones y los ensueños del lector, cuyos ojos (siempre multiplicados en su obra) protagonizan la portada, como un bizarro antifaz sobre terciopelo negro.
El título, Le flacon dort et les cornues, es el que corresponde al primero de los collages, afirmándose en su comentario que "la búsqueda de la alquimia de las palabras y de las imágenes embellece maravillosamente noches y días", porque, en efecto, el juego de alto riesgo con las palabras es uno de los motores que inspiran todo lo que Lou Dubois emprende y lleva a cabo.
Como es habitual también, menudean las figuras o guiños a figuras del surrealismo y sus "alentours": Breton, Ernst, Tanguy, Moholy Nagy (recordemos la presencia de sus fotomontajes en Les mystères de la chambre noire de Édouard Jaguer), Jean Ferry (El tigre mundano), Marcel Duchamp (tanto él mismo como sus rotorrelieves), Man Ray, Chirico, Dalí (en un "collage paranoico"), Toyen, Félix Labisse, Unica Zürn, etc.
La inventiva de Lou Dubois es inagotable, y aquí hasta lo tenemos inventando una nueva técnica collagista:
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Como, desde los tiempos de nuestro querido Sarane Alexandrian, tengo el privilegio de disfrutar de la amistad, en extremo generosa, de Lou Dubois, acostumbra agraciar los envíos que me hace con algún collage original dedicado expresamente. Sabedor de mi afición a las peleas de gallos canarias (hoy, por señal de tiempos miserables, en decadencia irreversible), me brinda ahora este collage que titula Muchos mulatos quizás recordando el envío que a veces he hecho a los conocidos distantes del folleto dedicado en 1915 a un legendario gallo fino tinerfeño llamado El Mulato. Pero a la vez me hizo pensar en seguida en el personaje con cabeza de gallo que aparece en el mejor largometraje de Jan Svankmajer, Los conspiradores del placer:
Añado que el buen aficionado a las riñas aspira siempre a ser tan bravo como su animal totémico, que no rehúye la pelea ni cuando está en las últimas, y que los habitantes de Los Llanos de Aridane (isla de La Palma), una de las poblaciones canarias donde más afición ha habido, desde hace siglos y hasta hoy mismo, se llaman entre ellos "gallo".