Esta primavera ha supuesto para el surrealismo la pérdida, bien que a edad provecta, de tres grandes nombres del movimiento surrealista: Michel Zimbacca, Alain Joubert y ahora, hace tan solo dos días, Her de Vries. Todos ellos identificaron su vida con el surrealismo desde que lo descubrieron hasta el último aliento.
A Her de Vries me unió una sólida amistad, que atestiguan unas sesenta cartas, la primera de ellas de 1997. Era una persona recia y cordial, girando nuestras cartas siempre sobre el surrealismo, sus combates, sus manifestaciones, sus cuestiones. Ayer, a modo de personal homenaje, me puse a organizarlas y comencé a leerlas. Doy hoy como tributo la primera, porque en ella Her de Vries dedica un párrafo a su hallazgo del surrealismo y alude a sus visitas a París, incluida la participación en las tertulias legendarias de La Promenade de Vénus. Her de Vries escribía siempre a máquina, encabezando sus cartas con el sello maldororiano (el cisne negro, el yunque y el cangrejo) del Bureau de Recherches du Surréalisme. Dado que nuestra correspondencia careció siempre del material engorroso que suele afectar a este género, sobre ella he de volver próximamente.
Reproduzco la entrada que le dediqué en Caleidoscopio surrealista y también dos de las felicitaciones de año nuevo con que siempre me agasajaba. Fue un hombre espléndido, un señor y un caballero en el ideal sentido antiguo de estas palabras, sereno y a la vez enérgico, de una generosidad inconmensurable en la defensa y expresión de la aventura surrealista que tuvo en él a un nombre clave para su continuidad. Sobre el valor de sus contribuciones creativas al surrealismo hablo en la nota siguiente, solo señalando aquí la modestia que lo caracterizaba, en contraste con todo lo que nos han regocijado, por no decir entusiasmado, a quienes hemos tenido la fortuna de conocerlas.
En 1997, Her de Vries publicó en
el Bureau Ceci n’est pas une simple
histoire d’amour, relato a partir de un centenar de títulos de cuadros de
Magritte; escrito en francés, fue inmediatamente traducido al español y
publicado por las ediciones de La Torre Magnética, apareciendo también en el n.
2 de A Phala junto al poema de Péret
“L’escalier aux cent marches”, hecho con títulos de películas. En 2000, también
en francés, se publica Tentative de
description de quelques mots soumis au régime de la coïncidence, en este
caso dedicado a Marcel Duchamp, y una investigación sobre Les premières éditions de “Fata Morgana” d’André Breton (reeditada en 2013 como Ciels changeantes, por Le Grand Tamanoir); en 2010, establece, presenta y anota las
cartas de Nadja (J’ai bien des choses a
vous dire...), así como sus dibujos (Ce
n’est pas les images qui me manquent…); en 2011, publica La fête espagnole, “poemas-collages”
recortando al azar títulos y fragmentos de textos. Todo ellos en el Bureau. Añadamos
sus muchas colaboraciones en Brumes
Blondes, incluidos dos ensayos sobre Lautréamont en Holanda (nn. 3 y 7 de
la primera serie) y los “Elementos de una bibliografía razonada de las
publicaciones del Bureau de Recherches Surréalistes” (n. 8 de la misma serie).
En 1996, siempre en el Bureau,
Her de Vries, edita, en una caja de puros con fondo interior de estrellas y
exterior cubierto de viejos sellos mundiales (expresión de la vocación
internacionalista de Brumes Blondes), una antología de toda su producción de
objetos entre 1963 y 1995, cada foto de estos acompañada de un comentario (Boîtes et autres objets). A “manera de
prefacio” lleva citas de Paul Nougé, Salvador Dalí, Max Ernst, René Magritte y
Marcel Mariën, y en la sucesión de imágenes aparecen referencias a Hans
Bellmer, Benjamin Péret, José Pierre, Man Ray, René Magritte, Marcel Duchamp y
Joseph Cornell. La continuación de esa maravilla llega en 2013: pese a
mantenerse la designación de Boîtes et
autres objets, pasa a haber un título general, tomado de una de las cajas: Regardez attentivament, y los objetos van
ahora de 1995 a 2011. En las citas de la nueva introducción se suceden,
hablando de los objetos, los nombres de André Breton, Gabrielle Buffet-Picabia,
Juan Eduardo Cirlot, Salvador Dalí, Joan Miró, Man Ray, Philippe Soupault y
René Magritte, y los nombres inspiradores de cajas y objetos son de nuevo Man
Ray y Joseph Cornell, más Meret Oppenheim, Konrad Klapheck, Luis Buñuel, André
Breton, Hans Arp, Jean-Louis Bédouin, Nadja y Georges Henein. Regardez attentivement está dedicado “a
los optimistas incurables”, como el caballero que combate con la muerte en el
dibujo que antecede a la “justificación”. Un humor muy duchampiano recorre
muchas de estas creaciones regidas por el azar, donde abundan los textos
recortados, los desnudos femeninos, los collares, los boliches, los sellos, los
mapas, las ilustraciones de manuales médicos... Y como en toda obra
verdaderamente surrealista, la ausencia de pretensiones va unida a la riqueza
poética e imaginativa.
Ya en 2014, una bella publicación
–Kastjes en andere objecten–, con introducción de Vincent Krans y largo
ensayo de Laurens Vancrevel, reproduce muchas de esas cajas y objetos.