Jean-Claude Biraben, El océano, 1984 |
Este nuevo número de los Cahiers Benjamin Péret es, como
todos los anteriores, un primor de diseño (solo superado, en los últimos
tiempos, por las tres maravillas de L’Or aux 13 îles) y con contenido
suculento para los entusiastas de Benjamin Péret y del surrealismo en general.
Los dosieres se dedican a Claude Courtot (bastión de la Asociación
desde sus orígenes), Jean-Claude Biraben y E.L.T. Mesens.
El dosier de Biraben ofrece un estudio excelente de Gérard Durozoi
acompañado de una completa bibliografía y una lista de exposiciones; lo
completan una selección de los aforismos aparecidos en su boletín Le
Pique-feu, del que publicó 27 números entre 2001 y 2014, más extractos de
su última creación literaria, reseñada por Gérard Roche en otro sitio del Cahier.
En cambio, todo el material del dosier Mesens es conocido, por lo que
interesará tan solo a quienes aún no estén familiarizados con una figura tan
importante en el devenir del surrealismo.
Si ya Jacques B. Brunius está presente en el espacio dedicado a
Mesens, él solo llena la sección de Correspondencia, con cartas a Breton, Péret
y Bédouin que, sin aportar nada relevante, se dejan leer (y sobre todo carecen
de las tonterías inherentes a este engorroso género). El fino instinto de
Brunius se advierte cuando señala las limitaciones del surrealismo de David
Gascoyne y Herbert Read o denuncia el carácter intrigante de Patrick Waldberg.
La sección de Estudios la abre Courtot con un trabajo académico,
pero bien más interesante que los panegíricos de las primeras páginas,
abordando la relación de Péret con el lenguaje argótico; no faltan las
banalidades darwinianas (“las sociedades más evolucionadas”, “los obreros
particularmente evolucionados”). Siguen un ensayo de Jerôme Duwa sobre las
ruinas, tomado de Mélusine, y otro sobre la correspondencia de Leonora
Carrington, por Katia Segura Pantoja. A esta se le ve el plumero cuando cita el
pasaje de la Antología del humor negro en que Breton cuenta cómo la
Carrington, en un restaurante de lujo, se descalzó y metió los pies en la
mostaza. “A pesar de este episodio, Leonora Carrington y André Breton
mantuvieron su amistad y su relación epistolar”. ¡”A pesar de”! Es como si
Breton, que ni siquiera dice que haya acudido a esa cena, se hubiera disgustado
con la boutade de la Carrington, cuando refiere el hecho con total
simpatía –la que desde luego nunca tuvo hacia las “personas respetables” que aquel
día tanto se escandalizaron. Esta sección acaba con una nota de Michel
Jacubowsky sobre el blasón bastante decepcionante que le hizo a Péret Marcel
Jean.
En la sección documental, hay material sobre el nacimiento de la
Asociación, extractos del excepcional Danser sur la corde de Maurice
Blanchard y un texto conocido de Leonora. Blanchard, en la sección Potlatch, es
objeto de un breve texto con que Jean-Michel Goutier lo presentaba en la ignota
revista Canal 1978.
La sección de Actualidad contiene excelentes reseñas de
Jean-Pierre Lassalle y Gérard Roche, dedicadas a obras ya comentadas aquí. Pero
varias novedades nos esperan. La primera es la aparición reciente de una
edición del maravilloso libro de Maurice Henry Les metamorphoses du vide;
el si no es que las Éditions du Sandre ya lo presentan como “indisponible”, y
la habitual especulación libresca ya se ha puesto a venderlo a un precio
duplicado. En segundo lugar están las exposiciones consagradas en 2018 por el
Museo de Arte Moderno de México a Remedios Varo y a Leonora Carrington, de las
que yo no creo haber dado noticia. La reseña de los catálogos no invita a
obtenerlos, como no sea para la iconografía: lejanos van los tiempos en que
bastaba la firma de un Jaguer o un Alexandrian para darle prestigio a un
volumen colectivo, hoy la mediocridad y la fatuidad, cuando no la ignorancia y
la malignidad campando por sus respetos.
O sea, todo lo que Benjamin Péret detestaba.
Exposición Leonora Carrington