Dibujo de Alfred Kubin |
Un reciente retorno del showman portugués
Santiago Ribeiro, ahora haciendo publicidad turística de su país (aunque sin
aludir al peligro de arder a las mínimas de cambio climático), ha levantado una
pequeña polvareda motivada por el eco que sus periódicas actividades reciben en
el boletín del Centre de Recherches du Surréalisme.
Patrick Lepetit ha dirigido estas palabras a los señores del Centro:
“Ayant eu l’occasion de voir, à Condeixa-a-Nova, près de Coïmbra au
Portugal, dans le fameux Paço da Ega, une des exposition de Santiago Ribeiro,
je me dois de signaler que ce méli-mélo d’artistes de toute nature, rarement
surréalistes, la plupart du temps de seconde zone, plagiaires de Magritte pour
certains, simples barbouilleurs pour d’autres, toujours affligeants de
médiocrité, ne peut en aucun cas être qualifiée d'exposition «surréaliste»”.
Tras señalar que solo Isabel Meyrelles podría ser considerada como
surrealista, lo que yo corregiría por lo que respecta a sus últimos avatares,
no solo por haberse enganchado al carro asmático de Ribeiro, sino por las
declaraciones antibretonianas a que se ha dedicado, vomitando los tópicos
habituales sobre el hombre que aterra a los imbéciles, Patrick Lepetit
concluye:
“Une phrase comme «Le surréalisme est un projet du surréaliste peintre
Santiago Ribeiro» montre du reste bien la simple mégalomanie de l’organisateur,
Santiago Ribeiro, qui est d’ailleurs tenu pour les authentiques surréalistes de
la section du Cap Mondego du surréalisme portugais pour un imposteur et un
affairiste douteux! Il est en tout cas dangereux, avec de telles expositions,
pour l’image même du surréalisme!”
Por su parte, Laurens Vancrevel les ha dirigido estas palabras:
“C’est avec grande consternation que je signale la divulgation sur No. 50
de la liste Mélusine la propagande trompeuse de M. Santiago Ribeiro de son «mouvement
Surrealism Now».
Son mouvement n’a rien à faire avec le vrai surréalisme; c’est une
entreprise commerciale qui se sert du mot «surréalisme» pour mieux vendre des
tableaux kitsch.
M. Ribeiro a déclaré maintes fois que son «surréalisme» est compatible avec la religion et avec le nationalisme, ce qui déjà prouve que son initiative est le contraire du surréalisme.
Si vous regardez les œuvres des peintres que M. Ribeiro a ressemblés, vous verrez tout
M. Ribeiro a déclaré maintes fois que son «surréalisme» est compatible avec la religion et avec le nationalisme, ce qui déjà prouve que son initiative est le contraire du surréalisme.
Si vous regardez les œuvres des peintres que M. Ribeiro a ressemblés, vous verrez tout
de suite que c’est une affaire d’escrocs.
C’est très regrettable que M. Ribeiro a su se servir de la liste Mélusine
pour se donner une apparence de respectabilité (tout comme il a su convaincre
des fonctionnaires du Ministère de Culture au Portugal pour se faire
subventionner).
Quoi qu'il en soit: c’est une souillure sur la liste Mélusine!
Pour le mouvement surréaliste international, Laurens Vancrevel (Hollande).”
Las respuestas que han recibido Patrick Lepetit y Laurens Vancrevel tienen
toda la fatuidad y el engreimiento propio de los entes universitarios,
empezando Henri Béhar (conocido por
su lucha infatigable para situar a Tristan Tzara, de profesión sus estalinismos
y sus palinodias, en el mismo rango de André Breton) por afirmar que Laurens
Vancrevel los ha “insultado” en su muy cortés carta y que ellos solo informan
sin más. En realidad sus “informaciones” son un batiburrillo donde cabe hasta
Cocteau y donde llegan noticias ajenas a lo que significa y ha significado
siempre el surrealismo e incluso a esas “vanguardias” en que se escudan para
meter lo que les parece, haciendo caso omiso del membrete que esgrimen (Association
pour l’étude du surréalisme, Mélusine-surréalisme, Centre du Recherches sur le
Surréalisme).
Por su parte, Dominique Calmé, animado por la ingeniosa comparación que
hace el big boss entre el cartero que
nos trae malas noticias, y a quien no por ello “insultamos”, y las de Don
Santiago vehiculadas por el boletín Mélusine, compara los apoyos oficiales de los montajes
espectaculares de Ribeiro (en los que no faltan los de una institución de
raíces salazaristas) a la petición de ayuda por parte de Schuster y sus
compinches para en su día crear una “Maison du Surréalisme”, cometiendo el
craso error de afirmar que “se reclamaban del surrealismo” cuando precisamente
habían decidido abdicar de esa palabra, hecho más que sobradamente conocido; no
menos afortunada es la comparación con la adquisición por parte del Estado
francés de la casa de Breton, como si eso interesara algo al surrealismo,
aunque a su juicio, por la misma regla de tres, los surrealistas deberían
considerarlo algo “abominable”.
Dado que esta gente (ni otros que se
ocupan del surrealismo amando la literatura sobre todas las cosas) nunca
entenderá ni siquiera el hecho elemental de que hay ciertas cosas inaceptables,
con lo que no concordamos es con que se les siga dando importancia. Que
aparezca en su boletín lo que les plazca: son noticias de profesores para
profesores. Y que Santiago Ribeiro siga hasta reventar con sus mascaradas:
nadie que perciba el surrealismo, o que reúna condiciones para percibirlo,
podrá confundirlo con ellas.