Por si fueran pocos los dos densos volúmenes del n. 3 de la revista A Phala, acaba de lanzarse en Coimbra un
“Complemento portugués”, de 80 páginas, como homenaje a André Breton, en su cincuentenario.
La parte del león se la lleva Teixeira de Pascoaes, algo que hubiera
agradado tanto a Mário Cesariny. Tres sueños son extraídos de O duplo passeio, una de sus obras
capitales. Y es que, como apunta António Cândido Franco en su ensayo “Teixeira
de Pascoaes, soñador, brujo y aldeano”, Pascoaes “practicaba el sueño como
laboratorio de alquimia interior”. Las páginas seleccionadas evidencian de modo
contundente por qué Pascoaes fue reivindicado por los surrealistas portugueses
como su gran antecedente.
Del propio António Cândido Franco hay unos extractos de su sorprendente
libro Arte de sonhar. 87 sonhos com
Teixeira de Pascoaes, publicado en 2001, por un lado un texto teórico donde
diserta de modo muy interesante sobre el sueño (incluidas una reflexiones sobre
Breton y Los vasos comunicantes) y
por el otro un puñado de aquellos 87 sueños.
Una bellísima carta de Jorge de Lima a Teixeira de Pascoaes con motivo de
la recepción de O duplo passeio en
1942, encarrila el final de este suplemento: el ensayo del maestro de
ceremonias, Sergio Lima, sobre Jorge de Lima y los collages, donde desmonta las
operaciones contra el surrealismo del gran poeta brasileño, y donde en
particular hace trizas la interpretación de José Gaspar Simões (uno de los
santones de la crítica literaria portuguesa), con su uso del “escudo barroco”
(escudo que en su día vimos al último Octavio Paz manejar contra los poemas-objeto de André Breton); escribe Sergio Lima que
“el escudo del barroco fue montado a propósito, con el fin de desviar cualquier
aproximación a la cólera, la crispación y /o el mordiente creador de la imagen, cantada en verso y prosa por el surrealismo”.