Acaba de publicarse el almanaque del art
brut de Jean Dubuffet, que sigue a la reedición de dos obras de referencia
sobre la materia, las de Lucienne Peiry y Michel Thévoz.
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Nueva edición de Desnos, a cargo de su principal estudiosa, la siempre
fiable Marie-Claire Dumas:
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Damos este enlace en que puede leerse el magnífico rapapolvo de Dominique
Rabourdin a Eddie Breuil tras que este, en un suplemento dedicado a Breton,
dijera que “para muchos” –es curioso cómo algunos se escudan en este tipo de
fórmulas– Breton fue un “torturador” (“un tortionnaire”). Como la mayoría de
los lectores de Surrint tiene la buena brújula de no estar al tanto del
mundillo académico, informamos de que Eddie Breuil es el coordinador del
noticiero de corte universitario que semanalmente publica la Association pour
l’Étude du Surréalisme, y que aludimos a él una vez a propósito de sus rápidas
felicitaciones a Étienne Corvin por su expectoraciones contra Sade.
El patrón de la casa, Henri Béhar, por su parte, afirma que para “los
historiadores” el surrealismo no acabó en 1969, o sea cuando lo decretó el gang
Schuster, sino en 1966, cuando murió Breton. Duro les será a tan bucólicos
espíritus asimilar la enciclopedia del surrealismo que sale dentro de unos
meses en Gran Bretaña, aunque previamente ya han hecho caso omiso de los
trabajos de Édouard Jaguer o Arturo Schwarz, por poner dos ejemplos de
prestigio y así no tener que ponerme a mí, que no lo tengo. ¿Pero fuera de
ellos mismos, quién hace caso de estos carrozas profesorales? El texto de
Rabourdin es ejemplar.
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¿Pero qué decir de los chirridos que se escuchan por España? Me cuentan que
en el suplemento cultural del periódico oficial de la derecha hispana, ABC (donde desde hace dos o tres décadas
colabora una infinidad de intelectuales “progresistas”), los tópicos
calumniosos sobre Breton han reaparecido como si nada con motivo del
cincuentenario de su muerte. No otra cosa, con todo, podía esperarse de ese
putrefacto país.