miércoles, 8 de julio de 2015

Noticias de París y resto del mundo

Si la pasada semana dábamos cuenta de la publicación de un juego del Grupo Surrealista de Madrid, hoy nos detenemos en otro juego, pero del Grupo de París. El título, Les pucerons de la frontière, se toma de las palabras que abren y cierran el texto, resultado de la “buena utilización” de los periódicos.
(Baudelaire: “Todo periódico, de la primera línea hasta la última, no es sino un tejido de horrores, guerras, crímenes, robos, impudicias, torturas, crímenes de los príncipes, crímenes de las naciones, crímenes de los particulares, una embriaguez de atrocidad universal. Y con este repugnante aperitivo el hombre civilizado acompaña su colación de cada mañana. Todo en este mundo transpira el crimen: el periódico, el muro y el rostro del hombre. No puedo comprender que una mano pura pueda tocar un periódico sin una convulsión de asco”. Y también Baudelaire, por lo que respecta a la ventana que originaba el juego del grupo madrileño: “Quien mira desde dentro a través de una ventana abierta, nunca ve tantas cosas como quien mira una ventana cerrada”.
Otras citas sobre los periódicos y su mala utilización:
“–El escribir en los periódicos debe ser muy mala señal. –Malísima. –Me parece muy lógico. Es un oficio de cretinos..., de cretinos que gobiernan el mundo a fuerza de lugares comunes”. En “El gran torbellino del mundo”, de Pío Baroja
“Odio a todos esos individuos incapaces de detenerse demoradamente ante una hoja, de perderse mirando un árbol, pero a los que veo cada uno con su periódico, la nariz dentro, el espíritu calentado por la cháchara espantosa y apestosa de ese papel, embotado de incoherencia, de las palabras obscenas de la «política», crédulo hasta la náusea, absorbido por lo nuevo de la noticia e incapaz de lo nuevo inagotable de lo que existe siempre –y delante de nuestros ojos…” Paul Valéry
“La lectura de un periódico es la cosa más angustiosa del mundo”. Luis Buñuel
“No se puede llamar lectura a esa tremenda cantidad de tiempo que se pierde con los periódicos”. Lin Yutang
“Cuando abrís vuestro periódico, rasca-esfínter de a perra, cucurucho para patatas fritas, en limpio solo sacáis, de entre las manchas de grasa, dos o tres tontas noticias, por otra parte no ciertas”. Ubú
“Yo no leo periódicos”. Thelonious Monk)
El juego del pulgón de la frontera consistió en pegar cuarenta recortes de periódicos, dejando entre ellos espacios vacíos, en ocho hojas que circularon entre ocho participantes, a saber Anny Bonnin, Claude-Lucien Cauët, Hervé Delabarre, Alfredo Fernandes, Joël Gayraud, Guy Girard, Sylvain Tanquerel y el eterno Michel Zimbacca, reunidos el 11 de noviembre de 2014 en el café L’Escalier. Cada uno escribía algunas líneas para ligar dos recortes, le pasaba la hoja a un participante libre y esperaba que otra hoja le llegara, concluyéndose el juego cuando todos los espacios se encontraban llenos.
Inicio: “Los pulgones traicionados por sus centenarios / manifiestan su descontento / por los ataques masivos / contra las meninges de las jóvenes pelirrojas, pues / nuestro cerebro poseería un interruptor”. Interviene luego la Bella Jardinera y se nos aconseja –buena terapia antiperiodística– “escapar a la rapidez / evitar la velocidad”. Ello, sin duda, porque –lo que vale su aplicación a muchos surrealistas– “somos furiosamente neardentalianos”.
Ha dibujado el Pulgón de la Frontera Guy Girard, uno de los contactos de la publicación:


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Se anuncia en La Belle Inutile una importante edición, que será fácil obtener en la red. Titulada Collage Redux, es una muestra del collage surrealista actual, a través de los nombres de J. K. Bogartte, Miguel de Carvalho, Neil Coombs, Guy Ducornet, Rik Lina, Ribitch y Misiano-Genovese. Lleva una óptima presentación de Melanie Nicholson, y de cada uno de los antologados hay un texto sobre su práctica del collage.

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Más publicaciones francesas: de Fred Deux, La perruque (Le Temps qu’il faît), y de Jacques Abeille, Petites proses plus ou moins brisées.
Y exposiciones en diferentes lugares: de Jean-Pierre Paraggio y Claude Barrère, en Seix (Ariège); de Pnina Granirer, en Vancouver; y de Kathleen Fox (con sus series “Zoo des refusés” y “Memory”), en St. Leonards on Sea, East Sussex.

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Timothy Robert Johnson prosigue sus fascinantes proyectos con el artista hopi Delbridge Honanie (Coochsiwukioma) y para el próximo año anuncia una nueva revista surrealista: Soongwuqa (La edad de oro), centrada en el Sudoeste de los Estados Unidos, pero con colaboraciones internacionales.
Y se me ocurre recordar ahora el collage que T. R. Johnson elaboró en 1976 para el fabuloso suplemento de la revista Living Blues dedicado al surrealismo y los blues.



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La semana próxima reseñaremos el impresionante cofre de tres lujosos y compactos tomos que Thessa Herold ha dedicado a los textos de los catálogos de sus galerías.

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Un buen trabajo sobre el surrealismo en Egipto ha publicado Ronald Creagh en el n. 34 de Réfractions: “Tempêtes libertaires. Georges Henein, Ramsès Younane et le mouvement surréaliste en Égypte (1937-1963)”. Se abre con una cita incluida en Al-Tatawwur, 1940: “Definir la libertad es restringir su sentido, explicarla es limitar su alcance, porque la palabra libertad es una de esas palabras que, cuando se la profiere, revela su sentido por sí sola. Lo más lejos que el espíritu humano ha podido ir para imaginar cómo liberarse de los límites y de las fronteras, es tal vez lo que el anarquismo ha dicho en la frase: «Ni dios ni amo»”. Exacto, y ojalá la cuestión estuviera ya zanjada –antes al contrario, aún hay surrealistas apegados a viejas consignas autoritarias.
El trabajo de Ronald Creagh es modélico en su enfoque y en su realización, agudo y perfectamente documentado, sin ni siquiera ignorar al grupo surrealista árabe de Le Désir Libertaire, que irrumpió virulentamente en 1973, en París, Londres y Viena.
Ronald Creagh es un viejo profesor e historiador libertario, y Réfractions es actualmente la mejor revista anarquista en Francia. El ensayo muestra una vez más la cercanía de dos mundos: el anarquista y el surrealista, que algunos como los antecitados insisten en minusvalorar.

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En un reciente Cahier René Nelli hay un artículo de Jean-Pierre Lassalle donde se habla de la relación del estudioso de los cátaros y autor de L’érotique des troubadours con André Breton, quien tenía en su biblioteca cuatro libros suyos: Présence, Le tiers amour, Poésie ouverte, poésie fermé y L’amour et les mythes du cœur. La obra de Nelli, quien respondió a la encuesta de L’art magique y colaboró en el primer número de L’Archibras con un bello texto sobre el amor y la alquimia, ha interesado mucho al surrealismo.

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Aunque aparecida en 2013 (noviembre), merece anotarse como publicación mayor la del enorme poema en diez cantos de Jorge de Lima Invenção de Orfeu. Incluye un ensayo de Murilo Mendes, y edita admirablemente Cosac Naify.
Jorge de Lima, a quien dedicó hace poco un gran trabajo en Agulha Claudio Willer, es una de las figuras muy cercanas al movimiento surrealista en su proyección brasileña. Hacía la intemerata que no leíamos un arranque de poema tan impresionante como el de esta Invenção de Orfeu.

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Revolta e melancolia, la magistral obra de Michael Löwy y Robert Sayre sobre el romanticismo en tanto “resistencia al modo de vida en la sociedad capitalista moderna”, ha sido reeditado en São Paulo. Publicado por primera vez en 1992, aún recuerdo el impacto que produjo en mí la edición de Lisboa (1997), pasando a partir de ahí a enfocar yo el romanticismo desde el punto de vista en que lo abordan Löwy y Sayre. Révolte e mélancolie tuvo en 2010 una continuación aún no traducida: Esprits de feu. Figures du romantisme anti-capitaliste.
En el colofón, una foto de Fábio Roberto Santos, quien “desvió el camión cisterna de la empresa en que trabajaba para distribuir 16 mil litros de agua en un barrio de São Paulo”. Un bello acto romántico de revuelta y melancolía, revuelta contra un sistema que es el reino de la Injusticia y melancolía de unos tiempos en que la generosidad y la abnegación todavía eran valores humanos.


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Donde parece que no había ni revuelta ni melancolía era en Michel Foucault, sobre quien acaba de traducirse en España el libro de Jean-Marc Mandosio, a quien conocemos sobre todo por sus lúcidas intervenciones en la Encyclopédie des Nuisances. Alexandrian lo llamaba “el Rey de las Moscas”, pero casi que predicaba en el desierto. Leemos en la nota editorial de aparición:
“Michel Foucault es uno de los dioses del mundo académico e intelectual contemporáneo. Desde hace más de tres décadas su influencia no ha dejado de notarse y de extenderse, en ámbitos que van desde la extrema izquierda hasta las facultades de filosofía, pasando por museos y centros de arte contemporáneo. Muy pocos habían alzado la voz frente al coro lisonjero que hace de Foucault un gurú. Unos pocos historiadores y algún que otro escritor que denunciara hace tiempo el «nihilismo de cátedra» del maestro.
El libro de Jean-Marc Mandosio pretende desmontar de una vez por todas una impostura que ha durado demasiado tiempo. Tras un minucioso estudio de toda la obra del filósofo de Poitiers, Mandosio dirige su crítica contra diferentes concepciones de la obra foucaultiana como epistemebiopolítica o los procesos de subjetivación, nociones huecas que una legión de epígonos e imitadores repite con machaconería, desde los programas de Estudios Culturales hasta las majaderías de Tiqqun y el Comité Invisible.
Se muestra asimismo cómo detrás de su presunta marginalidad y radicalidad, se esconde en verdad que Foucault se limitó siempre a seguir las modas: estructuralista antes de mayo del 68, izquierdista en los ’70, antitotalitario y haciendo la rosca al Partido Socialista en los ’80.
Como explica Mandosio, «El principal talento de Foucault fue probablemente dar una forma filosófico-literaria a los lugares comunes de una época […] Como buen escritor posmoderno que aplica con celo las reglas del marketing de las ideas, Foucault se adapta constantemente a la tendencia del momento, pero su discurso nunca deja de ser reversible, de tal manera que se reserva siempre la posibilidad de desmarcarse de él y proclamar su singularidad».
Tras aparecer en Francia y Portugal, Foucault: la longevidad de una impostura ve la luz después de que dos editoriales en Italia, y en España una prestigiosa editorial de ciencias sociales, se echaran para atrás una vez adquiridos los derechos para su publicación.