Infosurr acaba de llegar a su número 100. Este número, de 28 páginas, cubre un semestre, en la difícil empresa de ponerse al día.
El capítulo de defunciones es sin duda demasiado grande, destacando el artículo que Gérard Durozoi dedica a Leonora Carrington y el de Dominique Rabourdin sobre Radovan Ivsic. Más breves son los dedicados al checo Prokop Voskovec y al belga Robert Willems, respectivamente por Richard Walter y Xavier Canonne.
Los vapuleos hacen de Infosurr un boletín alerta y bien vivo. Gérard Durozoi se encarga de la impostura titulada “Herencia del surrealismo”, celebrada hace un par de años en “El mercado de poesía” (sic) de Montreal, con subvención de un banco, el líder de un partido político y varios consejos de arte, pero a ella ya nos referimos en nuestra reseña de Le Bathyscaphe. Por su parte, Dominique Rabourdin ajusta cuentas con el despreciable libro antibreton de Jean-Paul Török, pero también nos hemos referido ya a este largo texto, pues se encuentra disponible en la página arcane-17 y se ha publicado también en el número inicial de los Cahiers Benjamin Péret.
Más moderada es la crítica que hace Laurens Vancrevel al libro sobre Émile Van Moerkerken, ya que aquí son solo unas puntualizaciones a algunos falseamientos de sus editores, que no anulan la importancia de esta obra de Bruno Van Moerkerken y Minke Vos sobre un gran inventor.
Vancrevel reseña también dos publicaciones importantes: Sky*Boat, de Ronnie Burk, que le vale para hacer una interesante semblanza de este poeta y collagista de San Francisco, y And tell tulip the summer, de Allan Graubard, donde los poemas eróticos se codean con una serie de “estelas” dedicadas a conocidos amigos suyos (como Cesariny, Laurence Weisberg, Enrique Molina, Kathleen Fox, Beatriz Hausner) y un seis poemas en prosa inspirados en fotos del gran Clarence John Laughlin.
Jerôme Duwa habla de una exposición de Isabelle Waldberg, Gérard Roche del citado sitio arcane-17 y Dominique Rabourdin (extensamente) del dvd dedicado por Phares a Wifredo Lam.
Por último (aunque, como siempre, haya muchas fichas de publicaciones, algunas de las cuales merecedoras de atención especial), solo apuntaré mi coincidencia absoluta con el breve comentario que Gérard Durozoi hace de una biografía novelada de Antonin Artaud, porque en efecto no puede reducirse a alguien como Artaud solo a lo biográfico. Y recordemos que a Durozoi debemos el magnífico libro Artaud, l’aliénation et la folie, que fue traducido en España el año 1975, y resultó de gran importancia para quienes entonces nos abríamos camino por el vasto y complejo mundo del surrealismo.