lunes, 3 de junio de 2013

Dos nuevos juegos poéticos de Guy Girard


Ya son siete las diminutas pero muy sustanciales autoediciones que Guy Girard ha sacado en Saint-Ouen: Trois poèmes coréens, Tarzan est un autre, Abrégé d´histoire universelle vu en rêve, Ode à une théière apocalyptique, Manuel de zoologie onirique, André Breton en Chine y ahora Pierre des nautiles.
Pierre des nautiles, al igual que el recentísimo André Breton en Chine, es una publicación que incita a un nuevo juego de la imaginación. Guy Girard comienza por defender la imagen poética, “todas las imágenes que trastornan el entendimiento común”, para luego atacar a espuela viva la poesía minimalista, que es la que cultivan gran parte de los poetas para quienes la imaginación es una facultad que no existe porque no la tienen, o que, si la tienen, ascéticamente la reprimen. Dicho por Guy Girard: “Las búsquedas minimalistas en el dominio de la expresión poética escrita no son más que la traducción de un febril temor ante los recursos de la imaginación lírica. Desde hace algunas décadas, infinidad de hombres de letras que se llaman poetas han trabajado por imponer esa negación de la invención poética, que consiste en reducir el aliento verbal dentro de una marmita esencialista al fondo de la cual no quedan, sin sorpresa alguna, más que lugares comunes y frases hechas”. En el consecuente reino del “espíritu de seriedad”, lo que se aborta es “un lirismo privado de revuelta y de pasiones incontrolables”.
Pero Guy Girard ha encontrado un medio de divertirse con todas esas “maceraciones minimalistas, risible miseria en medio de la asfixiante miseria mental de este tiempo”. Consiste en añadir, a cada verso de unos de esos poemas minimalistas de seudopoetas que todos conocemos (y yo ya tengo algunos en mente), unas cuantas palabras que permitan no perder la conexión sintáctica con el siguiente famélico verso. El poema se ve así “completado”, pudiéndose metamorfosearse “su pretenciosa vacuidad” en “ese camino hacia el exceso que sigue la aventura lírica”.
El bombo de la fiesta no ha sido otro que Pierre Dhainaut (y de ahí lo de Pierre des nautiles), un personaje lamentable de quien ya dio buena cuenta Edouard Jaguer en el n. 17 de Infosurr, con palabras que me sirvieron para trazarle la semblanza en Caleidoscopio surrealista, a cuya segunda edición tendré que añadir bibliográficamente esta hilarante reseña de Guy Girard. El poema que elige, “Ninguna huella”, en efecto de una vacuidad y pretenciosidad insoportables, se ve corregido y mejorado en el sentido del humor y de la imaginación. Por ejemplo en estos tres versos: “L’espace / à l’interieur des fruits / comme autour d’un poème”, que pasan a ser: “L’espace s’est encore plié et replié / à l’interieur des fruits que cuillent les yeux sauvages / comme autour d’un poème. L’unique poème de ton cul”. O en los que cierran el poema: “La nuit, / tu ne t’effaces pas, / tu consens à l’air libre”, que dan ahora: “La nuit, ce n’est pas la nuit mais l’inouï de l’amour, / tu ne t’effaces pas, tu n’effaces que ce poème inutile, / tu consens à l’air libre. Libre et plus libre que toi-même”.
En una segunda parte de este cuaderno, Guy Girard coge otro texto de Pierre Dhainaut, compuesto de chorradas pedantescas, y le da una tunda similar, aunque ahora valiéndose del método ducassiano. La única pena es no tener aquí a mano el original, que se titula “Lignes vocales”, como su correspondiente... “Vignes locales”.
¡Y muchas gracias a Guy Girard, por habernos hecho saber que esa montaña amormante de poemas “minimalistas” al menos tiene una utilidad!
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Simultáneamente, Guy Girard ha procedido a un juego de interacción entre imagen y texto, pero esta vez en tándem, con Claude-Lucien Cauët. El resultado es Les cerises, le soleil et l’escargot. Guy Girard, ahora en su faceta plástica, realiza un dibujo inicial (tan solo un caracol de cabeza solar sobre un dado, a un lado de la página), que inspira un texto a Claude-Lucien Cauët, a partir del cual Guy Girard completa su dibujo, y así sucesivamente. Como señala la nota de presentación, “contrariamente a otros juegos surrealistas, el azar solo interviene, eventualmente, en las producciones de cada uno, y no en su encuentro, que está por completo decidido”. Este “juego de influencias”, que evita, por supuesto, tanto que el texto comente el dibujo como que el dibujo ilustre el texto, lo retrotrae Claude-Lucien Cauët al arte de las cavernas.
Lo que podemos ver aquí es el proceso del dibujo realizado, en su estilo inimitable, por Guy Girard, en un proceso de recargamiento que, lógicamente, no se da en los seis correspondientes textos, muy interesantes también y llenos de motivos y temas muy característicos del surrealismo: