La filigrana es una de las maravillas populares del norte portugués. Escribe Dina Ferreira:
“La historia comienza en el antiguo Egipto y en la civilización etrusca, que ya gustaba de la joyería y adoraba el Oro. Ponían en los adornos –que eran amuletos– esa simbología mítica que traducía poder, fertilidad, amor, destino. La historia continúa en la Lusitania, a donde llegaron inmunes esos elementos de la Antigüedad, templados por los usos celtíberos. Allí se mezcla con el cristianismo, que no logró hacer desaparecer las marcas paganas de los objetos”.
Sobre la materia hay un libro que es autoridad: Ouro popular português, publicado en 1992 por la librería y editorial de Oporto Lello & Irmão. Está lleno de bellas ilustraciones, como la de este relicario o “memoria” con un pájaro y una estrella. Muchas piezas –siempre portadas por las mujeres– llevan un esmalte azul, y quizás haya sido ello el origen de este “Oro sobre azul”, “ensayo sobre la filigrana portuguesa”, que ha protagonizado la deslumbrante exposición de Seixas Peixoto en la galería Debout sur l’Oeuf, el pasado otoño. Al oro se une el rojo sangre del que tal vez sea, junto al signo salomónico, el motivo capital de la cultura popular portuguesa: el corazón.
13 reproducciones de estas obras –lienzos, pero también objetos circulares– engalanan las 4 páginas del catálogo, que, aparte este texto de Miguel de Carvalho, llevan un poema del mismo dedicado al artista y al grupo surrealista Derrame, y escrito a partir de un verso del poema “Cartero Cheval” de André Breton (“Somos los suspiros de la estatua de cristal que se alza sobre el codo cuando el hombre duerme”). Este poema está firmado el 1 de junio de 2009, por lo que uno de sus versos parece anunciar la orgía áurea de la exposición: “Somos lo improbable y la perla solar”.
Seixas Peixoto, quien cuenta con medio centenar de exposiciones individuales, fundó en 1989 el Centro de Arte de Buarcos y la Galeria de Arte da Má-Língua, y es también fundador del grupo “Pintores sem limites”. Pero lo que nos concierne es su pertenencia a la Cabo Mondego Section of Portuguese Surrealism, esa punta de lanza surrealista en la extrema costa atlántica europea. Recordemos que Buarcos es la población –pescadora– más cercana al Cabo Mondego y a su faro emisor de continuados mensajes poéticos.