Desde sus
orígenes, el surrealismo apostó por los poderes exaltantes del sueño, y hoy
mismo no solo existen dos boletines oníricos que expresan la continuidad
ininterrumpida de esa preocupación, sino que siguen apareciendo publicaciones
muy notables, como la que hoy nos ocupa.
Las ediciones
Sonámbula, cuyo primor en el cuidado de sus libros no es ninguna novedad, pero
sí un placer renovado, data en diciembre de 2020 esta obra que pasa a ocupar un
lugar ineludible en toda biblioteca onírica surrealista que se precie. Rêves
hybrides es el título de este trabajo conjunto de Antoine-Vincent L’Amor y
Sabatini La Siesta, “para una actividad onírica colectiva”. La originalidad del
planteamiento es esa precisamente: salir del caparazón individual y dotar a la
noción de egregor de una “dimensión onírica”. Los dos soñadores (¡de nombres ya
de por sí oníricos!) explican en la introducción el método, practicado durante
varios años, en que yuxtaponen sus sueños según una serie de afinidades, con
diferentes formas de hibridación, muchas veces potenciándose los sueños entre
sí, al revelar los lazos fortuitos y secretos que contienen. Sorprende el
carácter unitario que descubrimos en este encuentro de mundos oníricos
diferentes. Cada texto lleva un título y el collage de dos fotos que ilustran
algún motivo de cada uno de los dos sueños.
No hay imagen
más adecuada que la de El sueño de Puvis de Chavannes para actuar de
portada: un grupo de campesinos (esa raza ya desaparecida de Occidente, que
odiaba al Estado y nunca ocultó su rostro) sumidos en el sueño, una noche de
luna llena, junto al mar. Acorde con ella, el prólogo de Guy Cabanel subraya el
carácter poético de la investigación de L’Amor y La Siesta y la asocia a la
propuesta de Ducasse y a la práctica de los cadáveres exquisitos, pero los
propios autores completan este juicio enraizándose en la actitud hacia los
sueños de los pueblos primordiales, esos de los que hoy está el mundo más
alejado que nunca, tanto que no deja de chirriar un poco la pretensión de ir
hacia un “comunismo onírico”, cuando la época hasta busca por todos los medios
acabar con el propio contacto humano, o como mínimo (objetivo ya logrado) amordazarlo.
Al final se
suman unos “walkie-talkies”, frases escuchadas en el sueño que se unen del
mismo modo que los sueños, dando resultados chispeantes.
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