Al mismo
tiempo han aparecido dos publicaciones muy notables de Mário Cesariny. De Uma
última pergunta, colección de entrevistas, me ocuparé otro día. La otra es
un nuevo tomo de sus obras en Assírio & Alvim, que recoge sus poemas
dramáticos y sus pictopoemas.
Ha estado a
cargo de la edición y hace el prefacio Perfecto E. Cuadrado, que fue quizás
quien mejor conoció a Cesariny en sus últimos años y que ya le ha dedicado
páginas consistentes, de referencia.
Casi todos los
textos son conocidos, pero hay alguna excepción, como un inacabado proyecto de
teatro radiofónico. En Primavera autónoma das estradas habían aparecido
el divertido “Consultório do Dr. Pena e do Dr. Pluma” y el breve, pero
fulgurante, “Projecto de rebelião”. Las piezas más celebradas son Um auto
para Jerusalém y Titánia. El “auto” (guiño al teatro popular de Gil
Vicente) lo publicó en 1946 sin pasar la censura y pronto se lo retiraron; se
hizo una representación en 2002, que mucho le desagradó. Titânia (una de
sus obras favoritas) apareció en 1977 junto a A cidade queimada. Ese
libro me lo compré yo en Lisboa durante la navidad de 1979, y tanto me gustó
que le propuse a Cesariny traducirlo, pero no parecía satisfecho con “A cidade
queimada”, que yo consideraba (y considero) una obra espléndida. Años después
me propuso que yo tradujera no sé ya cuál poema suyo, para dedicármelo, y entonces
fui yo el que no dio seguimiento a la propuesta. Todo eso anda por ahí en
nuestra anárquica correspondencia.
En cuanto a
los pictopoemas, es un acierto pleno haber reunido todas las imágenes que
responden a tal designación y que andaban dispersas por varias publicaciones.
Este es otro
mojón importante en la bibliografía del incandescente poeta lusitano.