Un enlace que no habíamos advertido es el de Sergio Lima. Configurado el
sitio hace un año, aunque no está completo incluye información y documentos
importantes sobre uno de los pilares del surrealismo desde hace ya medio siglo.
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Víctor Chab, Músicos primitivos, 2012 |
La exposición de obras
recientes (2010-2015) que celebró Víctor Chab, uno de los grandes artistas del
surrealismo actual, originó un pequeño catálogo con la reproducción de doce de
sus inconfundibles y poderosas pinturas, de las que vemos aquí la titulada Músicos primitivos (los otros títulos
son Drama, Saltarín birmano, Personaje
iniciático, Exilio, Desarmado, Encuentro accidental, Música
nocturna, Pajarracos, Compañeros, Escultor makondé y Ceremonia).
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Estos músicos primitivos se hubieran sin duda incorporado a las acciones
tanto de David Nadeau como de Mal Occhio, lo que aprovecho para señalar que el
último tema del disco de Mal Occhio, de 18 minutos de duración, es la
recitación parcial que hace Will Alexander, acompañada, claro está, de los
sonidos del grupo, de su enorme poema “Asia”, virulenta diatriba contra las
masacres “marxistas” del Tibet. A no perder.
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Raman Rao, en Spectra |
También queremos señalar que Spectra, el espléndido cuaderno de fotos
de Ramon Rao reseñado aquí en su momento, es distribuido por Blurb.com y puede verse o
descargarse en la siguiente seña:
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Falleció el pasado 22 de enero, a los diez años de edad, el grupo Slag, que
deja tras de sí una buena cosecha de juegos surrealistas y algunas bellas
aventuras individuales que confiamos tengan continuidad. Puede consultarse su certificado
de defunción en la página del grupo, que también ofrece imágenes de su
entierro.
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Rosa Rolanda, Autorretrato, 1958, Museo de Arte Moderno de México |
Hace unas semanas se clausuró en São Paulo la exposición “Frida Kahlo.
Conexiones entre mujeres surrealistas en México”. El catálogo, con más de 200
páginas, y dejando a lado la repugnancia que produce el patrocinio bancario,
ofrece interés, con los textos de Tere Arq bastante bien, pero sin que falten,
por supuesto, las sandeces, en este caso de un “Miembro del Sistema Nacional de
los Creadores de Arte de México” y de una “Historiadora de Arte formada por la
Universidad Iberoamericana, comisaria e investigadora independiente
especializada en artes plásticas y fotografía en el siglo XX”. La segunda se
parapeta desde el primer renglón en una colosal cita de la abominable Whitney
Chadwick: “Las surrealistas viven en un mundo de fantasía e imaginación en que
los hombres, frecuentemente, son enemigos de los poderes mágicos de las
mujeres”. El otro es aún peor: “Como sabemos, no era fácil para una mujer
adherirse al movimiento surrealista, adoptando el papel de subalterna en el
círculo masculino”. Dice después que Frida Kahlo se mantuvo en México a
distancia de Remedios y Péret porque este “continuaba siendo trotskista”, o sea
no porque ella se hubiera convertido en una hedionda estalinista después de que
su amigo Trotsky fuera asesinado. Parafraseando un viejo dicho, cree el
bergante que todos son de su mismo talante, y el miembro del Sistema Nacional,
al comentar cómo Breton pidió que se llevaran a Inglaterra tanto los cuadros de
la Kahlo como el arte popular mejicano, considera que fue porque “esperaba
vender para financiarse y eliminar sus deudas”. Por último, se refiere
despectivamente a los “jueguitos surrealistas” que hartaron a Frida Kahlo, y
cita a chorro abierto sus abyectas cartas a Rivera, incluida una alusión
racista de este encanto de mujer al “judio Seligmann”.
El interés del catálogo radica no en la folklórica y ya hastiante Frida
Kahlo (todos los días se ve su efigie de mascota en las bolsas de compra que
circulan por las calles histórico-comerciales), sino en las figuras “menores”
que aparecen iluminadas, como sobre todo Bridget Tichenor (prima de Edward James
que se relacionó con Max Ernst, Matta, Dalí, Leonora, Alice Rahon, Remedios,
Kati Horna), Rosa Rolanda (mujer de Miguel Covarrubias, que aprendió con Man
Ray la rayografía y colaboró en Dyn),
Olga Costa (autora de una serie de naturalezas simbólicas impregnada de
surrealismo) y la ya casi centenaria Sylvia Fein (muy bella es su pintura La maga). Más conocidas son Bona, María
Izquierdo, Kati Horna (con su serie Oda a
la necrofilia, de 1962), Lola Álvarez Bravo, Alice Rahon (con dos
formidables marionetas de alambre), Leonora Carrington, Remedios Varo y
Jacqueline Lamba.
Bridget Tichenor, ante las cajas de Encarcelados (1965). Foto de Kati Horna |
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Nunca se aburrirá quien quiera entretenerse con las memeces que se repiten
sobre y contra el surrealismo. Hace unos días me llegaba el trabajo de otro
profesor universitario, en este caso sobre Domingo López Torres, donde se
llamaba a Breton “pontífice de la escuela surrealista”. Valga lo de
“pontífice”, ya que lo debe haber leído tanto que se lo ha creído y lo repite
como un papagayo (no debe conocer en cambio la declaración en que Octavio Paz
llama “cerdos” a quienes designan así a Breton), pero trabajar sobre el surrealismo
y pensar que es una “escuela” ya lo dice todo acerca del grado de incompetencia de estos estudiosos universitarios del
arte y la literatura.
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Michel Remy prepara un libro sobre Eileen Agar y otro sobre Les Coleman. Lo
curioso es que esto lo anuncia con una carta a la página del Centre de
Recherches du Surréalisme donde, no sabemos si para ponerse en sintonía con sus
colegas, habla de Desmond Morris como “el último surrealista histórico
británico” y de Les Coleman como un surrealista “tardío”. Lejanos, muy lejanos
van los tiempos en que Michel Remy animaba el combativo grupo Marges y,
evidentemente no creía en surrealismos “históricos” ni “tardíos”. Acaba por
merecerse el varapalo que hace unos meses le daba en su blog Mattias Forshage,
con motivo precisamente de su perspectivismo historicista.