Un buen antídoto contra las
puerilidades cientificistas de algunos surrealistas es este librito del grupo
Oblomoff, traducido del francés hace un par de meses. Pese a algunas
contemporizaciones (ausentes, por ejemplo, del magnífico ensayo de John Zerzan
sobre el número, en los aún más recomendables Elements of refusal) se
trata de un certero y aguzado ataque al ideal de la “ciencia pura” y a mitos
modernos como el Progreso y la Técnica, en una época en que todos continúan
“arracimándose alrededor del tótem de la ciencia objetiva”.
La deliciosa portada alude a una
divertida acción anticientífica, en que una veintena de componentes y amigos
del grupo, disfrazados de indios con penachos de pluma, pinturas de guerra y
arcos de madera, se bajó del tren procedente de París y “asaltó” la “Fiesta de
la Ciencia” que se celebraba en la universidad de Orsay, tomando un
ridículo trenecito rojo que circulaba por el campus y planteando luego una
serie de exigencias mínimas como la del desmantelamiento de todas las centrales
nucleares francesas en el plazo de cinco días. Septiembre de 2005.
“Atacar la investigación
científica significa alinearse con los hombres y mujeres que tratan de hacerse
dueños de su propia vida.”