sábado, 24 de diciembre de 2022

Claude Cahun, años 10

Goza Claude Cahun de un prestigio absoluto en el surrealismo, y tiene un libro de referencia: Claude Cahun. L'exotisme intérieur (2009), de François Leperlier, quien ya había editado sus fotografías. Ahora, en colaboración con Ève Gianoncelli, Leperlier, en Jean-Michel Place éditeur, da a conocer sus primeros escritos publicados, en 1913 y 1914, o sea cuando tenía ella 19 años. Es un volumen muy bello, en formato estirado para que las crónicas de moda que lo componen puedan aparecer reproducidas facsimilarmente.

Como es de esperar, estas crónicas de moda son todo menos convencionales. Las fue sacando en Le Phare de la Loire, diario de Nantes que era de su familia y donde también comenzó su tío, el extraordinario Marcel Schwob (y Jacques Viot, interesantísimo surrealista en los años 20 y 30, que dijo aquello de que "Vivir es la negación de Dios"). Reina en ellas una sorna paródica y mistificadora sobre la moda femenina que es una pura delicia, con un componente subversivo que hace pensar en los artículo que  escribiría Joyce Mansour en Bief. Como señalan Ève Gianoncelli y François Leperlier, estas crónicas anticipan muchas de sus preocupaciones posteriores, por no hablar del único artículo que se sale de la temática, sobre una ley inglesa que se ocupaba del comercio de plumas.

Tan importantes como los textos de Claude Cahun son los dibujos que los acompañan, ya que son nada menos que de su compañera de tantos años, Suzanne Malherbe (Moore). Son dibujos de una finura sorprendente, en la mejor onda de la época: como señalan los prologuistas "sintetizan y simplifican las lecciones del japonismo, de los prerrafaelitas, de Gauguin y de los nabis". Por aquellos años aquellas matronas que aparecen en las maravillosas películas de Méliès (que por cierto yo acabo de rever en su totalidad: ¡rever para creer!), que aún serían el modelo ridículo de la República española, por ejemplo, concitando las iras de un Agustín Espinosa, han dejado pasar a las bellezas estilizadas y más libres que ya se impondrán en los años 20.

Claude Cahun, Autorretrato, 1939

Esta noticia de una publicación que es una joya (¡kohinoor!, como decía Toyen) me vale para señalar aquí un trabajo estupendo que ha publicado hace un mes Xesús González Gómez, de quien en más de una ocasión hemos hablado aquí, al tratarse de uno de los más serios conocedores del surrealismo que hay en este país de bachilleres sansones carrascos. Un formidable palo de traca a una de esas biografías que victiman a grandes figuras, y que vale como crítica a todas ellas. ¡A no perder!