Sarane Alexandrian fue siempre un ardiente valedor de André Breton, y suyo es uno de los mejores libros que se han dedicado al fundador del surrealismo. Ahora, Venus d'Ailleurs publica autónomamente un artículo suyo de 1972, aparecido en el número 64 de Le Magazine Littéraire.
Alexandrian se centra en el Breton "descubridor y redescubridor de escritores", y de modo magistral y bello nos lleva al encuentro de infinidad de nombres que han sido, para nosotros (y siguen y seguirán siendo para muchos), "necesarios al devenir del espíritu": Lautréamont, Sade, Rimbaud, Charles Cros, Germain Nouveau, Jarry, Roussel, Saint-Pol-Roux, Synge, Grabbe, Lichtenberg (que Paalen reveló a Breton), Marcel Fourré, Fulcanelli (a quien lo condujo el propio Alexandrian), Freud, Fourier, Lewis Carroll, Cravan, Brisset, Allais, Forneret, Borel, Lafargue, Enfantin... Algunos de estos nombres los descubrí yo gracias a la Antología del humor negro, traducida al español en 1972, cuando tenía dieciséis o diecisiete años, y no conozco libro que me haya abierto más caminos. Muchos de los autores que cita Alexandrian no eran desconocidos, pero fue Breton quien mostró lo que en sus obras había de más valioso y más vivo. Y no solo podemos hablar de escritores "que poseen el secreto de la juventud eterna del corazón humano", sino de géneros o tendencias como la novela gótica, la filosofía hermética o el socialismo romántico. Todo un sistema de revuelta y de poesía.
El precioso librito se multiplica de voltaje gracias a los collages de Lou Dubois, colaborador de Alexandrian en sus últimos años. Por haber surgido ciertas dificultades, no son dedicados a André Breton, sino a algunos de los "precursores" del surrealismo tratados por Alexandrian y a algunos de sus compañeros de viaje: Éluard, Péret, Sade, Lautréamont, Jarry, Roussel, Carroll, Lichtenberg y Rimbaud (más Mallarmé, quien sin ser uno de esos "precursores", no desentona en el conjunto). En la portada, el collage lleva por título Monnaie-du-pape, "moneda del papa", nombre francés de la lunaria o planta de la plata, debido a los pétalos que tiene y que Lou Dubois se encontró en el invernadero de la casa de Max Ernst cuando la visitó.
En el collage dedicado a Alfred Jarry aparece este montado en bicicleta, que es como conocí yo a Lou Dubois cuando coincidimos por fuera de la librería L'Or du Temps, hace ya demasiados años, y me preguntó, al escuchar que yo era de Canarias, si me conocía a mí mismo.
Collage dedicado a Lautréamont |