Guy Girard, Un poco antes de la gran partida |
En ocasiones
he recomendado la revista francesa Empreintes, llena de rarezas muy
atractivas y con asidua presencia del surrealismo. Se trata de una revista
asociada a la galería l’Usine, donde ya nos hemos referido a exposiciones de
Mireille Cangardel, Massimo Borghese, Laure Missir y Pierre Rojanski, del mismo
modo que al recomendar algunos números de la revista hemos alineado los nombres
de Virginia Tentindó, Guy Cabanel, Patrick Lepetit, Pierre-André Sauvageot, Pierre
Petiot.
Se llega ahora al número 35, que incluye seis dibujos de Guy Girard y una serie de las habituales “rarezas”, entre las cuales me ha encantado el descubrimiento del loco literario decimonónico Paulin Gagne. Nunca habrá sido más actual su Journalophage que ahora mismo, en que los llamados medios de comunicación, o sea de dominación, han tocado fondo de bajeza y servilismo como amedrentadores de la población y como voceros del poder, justificando todas sus abyectas medidas liberticidas y canalizando todas sus mentiras. En su primer sueño, Paulin Gagne llama al periódico “el crimen de la estupidez” y los retrata “completamente leprosos de los pies a la cabeza”; en el segundo, muestra cómo, llenando a diario “su vientre infame” (en las versiones digitales, hasta varias veces al día), “su felicidad es la desgracia del mundo”. ¡Qué hubiera dicho de los diarios televisivos!
Se llega ahora al número 35, que incluye seis dibujos de Guy Girard y una serie de las habituales “rarezas”, entre las cuales me ha encantado el descubrimiento del loco literario decimonónico Paulin Gagne. Nunca habrá sido más actual su Journalophage que ahora mismo, en que los llamados medios de comunicación, o sea de dominación, han tocado fondo de bajeza y servilismo como amedrentadores de la población y como voceros del poder, justificando todas sus abyectas medidas liberticidas y canalizando todas sus mentiras. En su primer sueño, Paulin Gagne llama al periódico “el crimen de la estupidez” y los retrata “completamente leprosos de los pies a la cabeza”; en el segundo, muestra cómo, llenando a diario “su vientre infame” (en las versiones digitales, hasta varias veces al día), “su felicidad es la desgracia del mundo”. ¡Qué hubiera dicho de los diarios televisivos!
En tanto, encadenando con lo anterior, voy a recomendar, para quien no lo conozca, el siguiente enlace, compuesto de material contrainformativo del máximo interés. Algunas entradas resultan confusas y poco convincentes, pero muchas son auténticas bombas de profundidad (y del mismo modo que se ha expuesto brillantemente que “Nosotros somos el virus”, podría haberse redactado también un panfleto titulado “Ustedes son el virus”):