La colección
de Jean-Michel Place “Le cinéma des poètes” ha comenzado a salir en traducciones
españolas que conservan el bonito formato de verdadero libro de bolsillo. El
título es ahora “Cine y vanguardias”, y la serie se inserta en la Colección
Luis Buñuel. Dirige Jordi Xifra.
En su momento
reseñamos el volumen dedicado a André Breton, ya que era de la autoría de
Georges Sebbag. Le sumamos ahora los dedicados a Louis Aragon y a Robert
Desnos, aunque se anuncia el resto. El tomo de Aragon lo ha hecho Luc Vigier, y
nos interesa por la parte de su época surrealista, ya que luego nos sumergimos
en pleno marxismo real socialista. Por el contrario, el tomo del siempre
exaltante Desnos es delicioso de cabo a rabo, porque además Carole Aurouet (quien
en 2015 había editado los dibujos hipnóticos de Desnos y en 2014 publicado Le cinéma des poètes. De la critique au ciné-texte)
ha hecho un trabajo simpatizante y no muy académico, que creo hubiera agradado
al propio poeta.
En el de
Aragon se muestra cómo sus textos pioneros sobre el cine fueron “la matriz de
las grandes prosas por venir” y cómo “en aquellos años buena parte de los
textos y poemas de Aragon son unos escritos deducidos de la visión de las
películas, unos guiones de imágenes escritos a posteriori que convergen con otros géneros, automatismos y
relatos de sueños que se convierten, a su vez, en otras tantas incitaciones a
la creación cinematográfica”.
El estudio de
Desnos se abre con una cita suya en que yo personalmente podría sustituir la
palabra “cine” por la palabra “surrealismo”: “Siempre he procurado no ser un
crítico. Respecto al cine me he limitado a expresar deseos, a formular mis
aversiones, a sabiendas de que, si bien tiene el cine sus achaques artísticos y
literarios, participa mucho más de los trajines humanos”. Desnos dedicó al
“asombroso mundo de rayos y de sombras” infinidad de textos interesantísimos,
en los que ataca sin tregua su degeneración a manos de los intelectuales, los
vanguardistas, los estetas, “los enamorados de la forma”, “los turiferarios
polvorientos del arte”, etc., y en los que muestra permanentemente su repugnancia
por sus concesiones teatrales y literarias, ya que, por expresar una expresión
buñueliana, lo quería exclusivo “instrumento de poesía”. Páginas ardientes
dedicó a sus mujeres, como Musidora, Pearl White o Brigitte Helm. Carole
Aurouet (que solo desbarra en la afirmación marginal, tomada de Sadoul, de que
“la obra entera de Buñuel es española”: nunca he entendido estas visiones raciales, y menos aplicadas a espíritus cosmopolitas como Buñuel) narra y
comenta muy bien los guiones de Desnos, dos de los cuales (Minuit à 14 heures y Les
mystères du métropolitain) son
delirantes y extraordinarios, para luego centrarse en la maravillosa L’Étoile de mer.
Damos varios
enlaces: el de la reseña que hicimos del tomo Breton, el de la colección
francesa, el de una nota de lanzamiento de la colección española por Jordi
Xifra, el del Centro Buñuel de Calanda y el de la página de Robert Desnos, que
nos sirve para recordar la puntual revista L’Étoile de Mer, cuyos números hasta el año 2015
pueden consultarse ahí.