miércoles, 14 de diciembre de 2016

Breton y el cine

De los nombres a que se han dedicado ya volúmenes de la colección “Le cinéma des poètes” de Jean-Michel Place, el de André Breton es con diferencia el más interesante, tanto por tratarse de Breton como por haberlo realizado Georges Sebbag, uno de los mejores conocedores de la obra bretoniana y que ya este mismo año festejaba su cincuentenario con la biografía, todo menos rutinaria, André Breton 1713-1966. Des siècles boules de neige.
En su estilo único que a las mentes académicas resulta demasiado “subjetivo” (¡!), Georges Sebbag desbroza la materia, añadiendo como de costumbre sugestivos apuntes casi al margen. Se va, por supuesto, de la época en que Vaché y Breton descubrían la “mitología moderna” del cine a la decepción final del viejo fundador del surrealismo, creo que muy comprensible. Páginas especialmente bellas y agudas se ocupan de Musidora, de las reflexiones bretonianas sobre el tiempo fílmico, del libro Nadja tratado por su autor como una película, de La edad de oro, del dibujo animado y el slapstick. Sobre este último, recuerdo haber leído una vez no sé dónde (¿en Benayoun?) que el actor favorito de Breton era W. C. Fields, coincidencia total conmigo, aunque no hay constancia escrita de que Breton lo considerara así y debe provenir la afirmación de algún comentario suyo a los amigos.
En las obras completas de Breton, al anotar los editores la referencia que hay en “Como en un bosque” a la película Ah! le beau voyage, única que parangona Breton con Peter Ibbetson en la expresión amorosa, señalan que para ellos ha sido siempre un enigma. Sebbag da el título original, A little journey, lo que nos permite saber que se trata de una película muda dirigida en 1927 por Robert Z. Leonard, de la que no se ha encontrado hasta el presente ninguna copia, aunque quizás aparezca algún día de modo milagroso, como ocurrió con las de Charlie Bowers. Director corrientito, Leonard es autor de algunas buenas películas, como Pride and prejudice (Más fuerte que el orgullo) y Susan Lenox, con Greta Garbo, objeto en 1947 de un extraordinario poema de Juan Eduardo Cirlot.