domingo, 31 de diciembre de 2017

2018

Dos imágenes que hemos recibido para anunciar y celebrar el año nuevo:

Pnina Granirer, serigrafía, 1978

Elizé y Rik Lina, Wonderful surprises

Más esta de Dan Stanciu, arribada ya al filo del fin de año:


Soapbox, Sakolsky, Richardson, “Infosurr”, Naum, Péret

El último día del año nos trae tres nuevos números de Soapbox –91, 92, 93–, cargados como siempre de noticias y de poesía. En las ediciones de Pierre Mainard, nuevos libros de Anne-Marie Beeckman, Laurent Albarracin y Pierre Peuchmaurd. Como próximos a publicarse, La paupière auriculaire de Joël Gayraud en Corti y una reunión de textos sobre el surrealismo árabe en París por  El Janabi. Etc.
Y de lectura obligatoria, los extractos de un gran artículo de Peuchmaurd...

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El número 130 de Infosurr nos descubre dos publicaciones de este año no anotadas aquí.
En Portland, Ron Sakolsky publicó Birds of a feather, “Vuelos de la imaginación anarco-surrealista”, con dibujos de Laura Corsiglia:
Y en el País de Gales, John Richardson dio a conocer The Akasha suite, collages con textos breves que prefacia John Welson. Como quiera que uno de los pocos blogs que sigo es el de Peculiar Mormyrid, no entiendo cómo se me escapó la noticia que en su momento dieron de la aparición de esta nueva y magnífica publicación de Richardson:
Este número de Infosurr dedica notas y reseñas a obras y exposiciones ya atendidas aquí: Brève histoire de l’igloo africain de Les Coleman, L’almanach de l’art brut, El Gran Boscoso... es eso, de Eugenio Castro, el librito homenaje a Breton de Peculiar Mormyrid (Pas un cadavre), L’hiver de Julien Starck y Jean-Pierre Paraggio, la exposición de Paul Nash (en curso aún, en Newcastle), la exposición de Silbermann "Sam Berlinn", uno de cuyos “talismanes” ilustra esta nota. Hay también una semblanza de Élie-Charles Flamand por Dominique Rabourdin. En cuanto a la reseña que hace Laurens Vancrevel del catálogo A dream collection, editado por el museo Boijsmans Vanbeuningen, este es un libro que estoy esperando, para comentarlo a mi vez.
Es muy bueno que Infosurr se haya puesto, en trabajo acelerado, casi al día en la publicación de sus números, siempre fértiles en informaciones del “planisferio” surrealista.

Jean-Claude Silbermann,
Restauración de los poderes perdidos, 2017

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Un importante libro de Gellu Naum, con prefacio de Sebastian Reichmann, se ha publicado en la misma editorial que tradujo al francés su obra maestra, Zenobia. El título nos mantiene, tras el libro de Guy Cabanel, bajo el signo de la serpiente:

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El próximo lunes se inaugura en París esta exposición de Benjamin Péret, y por tanto nos mantenemos también bajo el signo peretiano y brasileño:

viernes, 29 de diciembre de 2017

Guy Cabanel y la letra que silba

Cubierta de Les sites du serpent,
con dibujo de Lucques Trigaut

Ya acababa 2017 cuando nos llega uno de los libros más bellos del año, y de nuevo en edición primorosa de Sonámbula, que suma así nada menos que diecinueve títulos del más genuino y espléndido surrealismo. Una cosecha sin parangón en el ámbito editorial de la última década, a nivel mundial.
Este es en Sonámbula el cuarto título de Guy Cabanel, uno de los poetas mayores del surrealismo, y hay que congratularse especialmente, ya que Guy Cabanel ha publicado casi siempre en pequeños cuadernos de ardua obtención. Aquí, a lo largo de doscientas páginas, se reúnen tres extensos poemas, que hasta donde yo sé no se habían publicado antes. Y digo esto por los nombres de los ilustradores, ya que si Lucques Trigaut aún anda por el mundo, no así Mimi Parent ni Robert Lagarde –este último tantas veces ligado a la poesía de Cabanel.

Dibujo de Robert Lagarde

Los tres poemas reunidos bajo el título de Les sites du serpent son “Samarkand”, “Stonehenge” y “Sseu-tch’ouan”. Se trata de lugares de peculiar fascinación para el poeta, quien en una nota informativa a mitad del libro nos revela su amor de la letra S “porque silba y evoca a la serpiente y a la seda”. También nos desvela, en la misma nota, algunas de las claves de los poemas.
Así, Samarcanda es para él como su “capital”, pero la atracción central es por la figura de Tamerlán, a cuyo “sueño”, que como se sabe ya impresionó a Poe, ha querido él otorgar su voz.
Stonehenge es “el más mágico de los lugares, el que introduce mejor y con más cautivadora majestad todo proceso iniciático” –Stonehenge y algunos espacios similares, como los que yo conocí en Évora (Almendres, a donde llegué en una inefable mañana oscura, encontrándome en un recodo del camino desierto de casas y de gente con tres silenciosos campesinos alentejanos –dos hombres y una mujer–  que se abrigaban del frío con una hoguerilla) y Reguengos de Monsaraz (Xerês, cambiado de sitio hace una década porque construyeron una monstruosa presa: a qué extremos llega esta civilización infame que nada respeta).
La provincia de Sichuán, por último, tan remota, es para Guy Cabanel un símbolo de la distancia que hay que tomar a veces con respecto a “lo cotidiano” (y en particular, añadiría yo, con respecto a esa obsesión por la “actualidad” en que generalmente se complace tanto el miserabilismo social como el individual, por no hablar de la tiranía de la banalidad y de las convenciones: apartamiento absoluto). Este último poema adopta forma coral, con cinco actos en que interviene una serie de voces, de las cuales solo dos permanecen a lo largo de todo el poema: “El viajero” y “En la brisa”, siendo otros de los “actores” “la tocadora de laúd”, “la máscara del gatopardo”, “un agua durmiente”, “el flautista”, “el monje pastor”, etc.; un apéndice da la partitura de las melodías para los diferentes coros.
¿Y qué decir de las ilustraciones –“Samarkand” por Robert Lagarde, “Stonehenge” por Lucques Trigaut y “Sseu-tch’ouan” por Mimi Parent–, sino que son una perfecta maravilla? Especial encanto ha tenido para mí ver nuevos dibujos de Mimi Parent, artista y personalidad entrañable y sublime. Pero los cuatro artistas exaltan la poesía sedosa y sibilante, sinuosa y susurrante de Guy Cabanel.

El viajero ante el coro de concubinas:
dibujo de Mimi Parent

jueves, 28 de diciembre de 2017

César Moro y su tortuga ecuestre

Alfonso Peña, "Con tus ojos de asalto nocturno"

Una preciosa edición de La tortuga ecuestre, el legendario poemario en lengua española de César Moro, acaba de aparecer en San José, Costa Rica, obra de Artedition.
La acertada presentación, “El fuego y la poesía en César Moro”, corre a cargo del poeta Omar Castillo, pero lo que convierte a esta edición en extraordinaria son los collages de Amirah Gazel y Alfonso Peña, cuatro por cada uno, más el de la portada realizado por los dos.
Dado que el poema es ya un clásico de la poesía surrealista, y que por tanto no necesita aquí presentación, reproducimos solo dos de los collages, así como tres imágenes del “lanzamiento” del libro. No podía habérsele hecho un mejor homenaje al gran poeta peruano.

Amirah Gazel, "Fulgor y sombra"


miércoles, 27 de diciembre de 2017

“Peculiar Mormyrid”, n. 6

En poco más de dos años, Peculiar Mormyrid ha llegado a su sexto número, esta vez dedicado a la Nocturnidad y a los “insomnes”, los “lunáticos” y los “noctámbulos”. La característica singular es la de haber sumido en el anonimato todas las colaboraciones, plásticas y escritas, en que vuelven a darse cita muchos componentes del surrealismo internacional. Quizás hubiera sido mejor idea que la del aburrido y en el fondo circunspecto anonimato, apelar a la imaginación y haberse inventado cada uno un nombre, incluidos los grupos de Ottawa y de París (para estos no hubo anonimato), que podían haber sido por ejemplo de la Cochinchina y el Kilimandjaro.
Como de costumbre, hay versión impresa y pdf que ofrece la propia página de Peculiar Mormyrid:

Mi pesadilla cuando dormí en la casa Usher

lunes, 25 de diciembre de 2017

Cartas de Mário Cesariny a Frida y Laurens Vancrevel

Um rio à beira do rio es un apasionante libro de cartas de Mário Cesariny a sus amigos holandeses Frida y Laurens Vancrevel, que abarca las fechas 1969-2005. La edición, excelente, aparece en la colección Documenta de la Fundação Cupertino de Miranda y acaba con un texto de Laurens Vancrevel, figura central del internacionalismo surrealista en las últimas cinco décadas, quien también aporta unos comentarios a las cartas.
El año de arranque es precisamente el de la tan cacareada “autodisolución” del grupo surrealista parisino. Ni que decir tiene que uno de los puntos que unen de entrada a Vancrevel y Cesariny es el de la continuidad evidente de la aventura surrealista, y si el primero va a conectar al segundo con diferentes focos del surrealismo (Édouard Jaguer y Phases, John Lyle y su TransformaCtion, Arnost Budik y Gradiva, Franklin y Penelope Rosemont), a su vez Cesariny quiere desde el primer momento poner en contacto a Vancrevel con Sergio Lima. Del poema de este, Amore, dice que es una “obra extraordinaria”, y aún en 1976 lo calificará como “algo espectacularmente bello, atravesado de amor, surrealista”. Tampoco sorprende que desde estos primeros contactos le llame la atención sobre la obra fulgurante de António Maria Lisboa.
Incorporan las cartas algún material que Cesariny les adjuntaba, como las cartas de 1965 y 1969 en que él por un lado y Cruzeiro Seixas y Ernesto Sampaio por otro corregían a Jean-Louis Bédouin sus errores con respecto al surrealismo en Portugal, o las dirigidas a Franklin Rosemont en 1970 y 1971.
Pero volviendo al año inaugural de 1969, es importante señalar que ya Cesariny les anuncia el proyecto de esa obra capital que es Textos de afirmação e de combate do movimento surrealista mundial, en alguna medida su respuesta contundente a la pretensión liquidacionista, contra la que reacciona de raíz, incluso visitando a Vincent Bounoure en París al año siguiente. 1970 es precisamente cuando, a su vuelta de París, recibe por primera vez a Frida y Laurens en Lisboa. Los va a buscar a la estación de Santa Apolónia, y para que lo reconozcan lleva en las manos un ejemplar de Brumes Blondes. Los Vancrevel aprovechan su estancia para trabar relación con otros surrealistas portugueses.
M.C., collage sobre frase de Luis Buñuel
Cesariny les corresponde en 1972, visitando en Amsterdam los estudios y las moradas de Kristians Tonny, de Rik Lina, de Willem Van Leusden y de Her de Vries. En esta década y en la siguiente, intercambian muchas cartas sobre traducciones en que están trabajando o proyectos colectivos como el de la traducción lúdica por “cábala fonética” de un soneto de Góngora, que resultó muy mejorado en todas las lenguas a que pasó. En los 70 tiene lugar la gran exposición surrealista de Chicago, motivo de algunas cartas, como lo es también el apoyo a Breyten Breytenbach, encarcelado en Suráfrica. Quien primero me habló de Breytenbach fue Eugenio Granell en su casa madrileña, mostrándome un ejemplar de Sinking ship blues, que Ludwig Zeller había editado con una nota introductoria de Vancrevel. Es en 1976 cuando refiere Cesariny que ha conocido a Eugenio Granell, quien se convierte en uno de sus grandes amigos. Cesariny le confiesa a Vancrevel que el encuentro con Granell es el más importante de su vida, junto a los de Brauner, Jaguer y los propios Vancrevel. Varias veces alude también a Octavio Paz, a quien ha conocido personalmente y en quien aún cree ingenuamente, pese a que ya le está sirviendo en bandeja envenenada la fatídica pregunta “qué queda hoy del surrealismo”. (En 1989, o sea, trece años después –es propio de los tópicos idiotas tener la costra dura–, en una entrevista madrileña, otro poeta, César Antonio Molina, le preguntará exactamente lo mismo, concluyendo así Cesariny su larga respuesta: “El surrealismo sigue siendo el último enunciado verdadero de los problemas centrales de nuestro tiempo, si quieres vivir como un hombre y no como un cerdo harto y satisfecho. Como filosofía, como poética, como búsqueda de la dirección desconocida, la divinidad civil: Libertad, Igualdad, Fraternidad, dio paso a los mandamientos sagrados del surrealismo: Libertad, Amor, Conocimiento. Puede que esto sea poco o demasiado para las personas, pero si se abandona la Ilusión Surrealista lo mejor que te sale al paso es el Heidegger nazi y el Pound fascista y la abuelita Eliot...”).
1977 es un año importante por ser el de la ruptura definitiva con Cruzeiro Seixas. Pero es de lamentar que Cesariny se deje llevar de la ira, hasta afirmando que su viejo amigo como artista no es “nada” y exagerando declaraciones con respecto al surrealismo muy circunstanciadas (en realidad Cruzeiro Seixas ha defendido siempre el surrealismo, y muchas veces con palabras apasionadas y admirables).
Al año siguiente tuvo lugar la ruptura en el grupo de Chicago, y Cesariny, sin romper con los Rosemont, se inclina por los disidentes. No ve con agrado los excesos politizantes, y hasta aprovecha para acusar a Breton de “la tentativa (frustrada, en los años 30) de politización del movimiento”. A fines de los 80, ironizará sobre los “mandamientos marxistas-leninistas-freudianos-surrealistas” de Franklin Rosemont. La ruptura él la ve como positiva en un país tan grande como los Estados Unidos, y se lo dice tanto a unos como a otros. No parece haber calado mucho en la cuestión, en cambio, cuando afirma que “la clave del problema Surrealismo-Usa es Philip Lamantia”.
Esta cuestión de los “infightings”, que sacudió hace un par de años a parte del movimiento surrealista, es tratada por Cesariny de un modo llamativamente contradictorio. En carta de 1971 a Franklin Rosemont, le “advierte” sobre la “excomunión” (bastante injusta) de John Lyle, y le dice que “difícilmente sigo esos juegos de masacre”: “acepto que se guste, o no, sea de quien sea, pero punto final, eso es todo”. Pero exactamente un año antes le escribía a los Vancrevel: “Creo que, sobre todo en Francia, las únicas hipótesis actuales de ver renovado el asalto surrealista sería con una crítica feroz, esto es, justa, a los surrealistas por los propios surrealistas. Es preciso que se maten unos a otros, no que se hagan el papel de amigos y buenos alumnos”.

Mário Cesariny, Los grandes viajes, 1990

Las cartas de Cesariny están escritas en un estilo personalísimo, inimitable, con frecuentes divagaciones y sin que falten –lo que me parece muy bien– las obsesiones, algo que puedo además yo afirmar porque las que conservo de él (serán una veintena) contienen muchos motivos comunes con las dirigidas a los Vancrevel –y por cierto que en una de ellas me habla del “alto poeta Laurens Vancrevel”. Donde no se le puede seguir es en su tenaz galofobia, ya que llega a abusivas generalizaciones sobre “los franceses” y a disquisiciones irrisorias sobre la lengua francesa. Ni el surrealismo “francés” escapa a ello, burlándose del volumen de los encuentros de Cerisy (1966), donde hubo intervenciones magníficas (Jean-Louis Bédouin, Gérard Legrand, una flamante Annie Le Brun, Alain Jouffroy, Jean Schuster, Philippe Audoin, Marguerite Bonnet, Jehan Mayoux, Michel Carrouges), y de La civilisation surréaliste (1976) y el Bulletin de Liaison Surréaliste. Vancrevel lo contradice con respecto a La civilisation surréaliste, pero Cesariny no aprecia la “seriedad” que le parece muy académica de Effenberger y Bounoure: quieren hacer del surrealismo, a su juicio, “una criatura lúcida y de buen comportamiento”. Ello, pese a reconocer que Bounoure es un espíritu “muy honesto”. En cambio, Cesariny ve con lucidez la evolución negativa de Gradiva (esa sí que de ribetes académicos) y retrospectivamente califica Le Surréalisme Révolutionnaire de “revista ridícula”. Esa lucidez es infalible cuando aborda el medio portugués, empezando por la denuncia que en carta del 69 hace del lamentable prólogo del católico Jorge de Sena a la traducción portuguesa de los manifiestos de Breton, y por la reacción virulenta a la visión manipuladora que el “tontísimo Tabucchi” ha dado del surrealismo en Portugal, por no hablar de la inquina perpetua al crítico de arte José- Augusto França, que había desvirtuado los orígenes del surrealismo en Portugal. Quien quiera conocer la palabra vibrante del gran Cesariny de los años 70 y 80 podrá acceder aquí a la reproducción fotográfica de una fantástica entrevista hecha en Lisboa en 1979 y que yo desconocía por completo.
Y ese año de 1979 es precisamente el primero de mi correspondencia con Cesariny. Dato curioso: en 1978 paso yo un atormentado fin de año en la Costa de Caparica, un espacio entonces desolado en invierno, con casas de madera sobre un arenal inmenso que bañaba un océano tempestuoso, y precisamente allí va él dos años después a alquilar su estudio pictórico.
Entre las muchas coincidencias entre las cartas de los años 80 que me envió Cesariny y las enviadas a los Vancrevel podría citar las continuas referencias al desastroso libro de su amigo Aranda El surrealismo español. En un primer momento, Cesariny le dice a Vancrevel que es una obra “muy considerable”, pero poco después la convierte en “absolutamente inútil” –exactamente lo que era; en las cartas mías, Cesariny parece obsesionado con la fatalidad de que Aranda le haya dedicado públicamente su libro. Ya en 1988, Cesariny le escribe a los Vancrevel: “Péret es para mí, hoy, tan imposible de leer como Éluard o Aragon. Exceptuados, es verdad, dos o tres poemas que se aguantan y van a quedar. Digamos incluso cinco. ¿Por qué será que ese desgraciado escribió todos los demás –siempre el mismo, y no centenas, millones?” Lo cito, porque a mí, en fecha algo posterior, me dijo que Péret era ya “ilegible”. Yo prefería la poesía de Péret (una de las causas capitales de mi amor del surrealismo) a la del propio Cesariny, y le contesté algo agriamente, recordando que Cesariny en su respuesta recogía velas, lo que no debía hacer a menudo.
En esta década de los 80, hay muchas cartas del libro donde se habla de sus publicaciones del Bureau y Noa-noa, en que hasta me hizo participar y que por cierto sería yo el encargado de recopilar, en el tomo 1 de Surrealismo: el oro del tiempo. Pero también en una carta de esta década, concretamente del año 1986, me surge mi primer “¡uff!” a Mário Cesariny, en este libro: es cuando le informa a los Vancrevel de que viajará a Londres con la comitiva del abyecto Mário Soares, al que llama “mi amigo”. Hay amigos que deshonran, y uno de esos es aquel orondo político hiperburgués que contribuyó decisivamente a la liquidación de lo que restaba del Portugal genuino; eran además abominables sus comitivas “culturales”, a las que se apuntaban todos los artistas y escritores, mostrando al desnudo su naturaleza parasitaria –hubo incluso un estudio que demostró cómo la presidencia de la república portuguesa, con el despilfarrador Soares, gastaba más que la propia monarquía española, lo que bastó para hacerme pensar en qué tiene entonces de preferible una república como sistema de dominio estatal (creo que incluso la monarquía ofrece como ventaja que no da la tabarra con más elecciones denigrantes).
Pero esto es lo de menos en un conjunto relleno de apuntes jugosos, por donde pasa mucho del surrealismo de los últimos tiempos. Al final, Vancrevel evoca su profunda amistad con Cesariny y enriquece con una serie de notas la lectura de muchas de las cartas. Son reproducidas también todas las dedicatorias que les hizo Cesariny.
Este es pues un libro cargado de emoción, donde, gracias a sus dos entrañados amigos holandeses, el gran Mário Cesariny revive para quienes tuvimos el privilegio de tratarlo y para quienes se han acercado a la obra de uno de los verdaderos maestros del surrealismo.

Mário Cesariny, El surrealismo, 1959

sábado, 23 de diciembre de 2017

Michel Zimbacca en Sonámbula/Loplop

Michel Zimbacca, ilustración para Le centaure inoxydable, 1992

Esta publicación de Loplop y Sonámbula supone un justo homenaje a un surrealista de infinidad de años, ya que Michel Zimbacca, tras haber hecho la lectura decisiva del manifiesto “La lampe dans l’horloge”, se encontró con André Breton en 1949, asociando desde entonces su destino al del surrealismo y formando parte del grupo parisino hasta el presente, ya que fue uno de los que prosiguieron la aventura surrealista en París y tuvieron la iniciativa del Bulletin de Liaison Surréaliste. Su labor cinematográfica ha sido pasada a dvd en años recientes: Square du temple (1946); L’invention du monde (1952), sobre las artes salvajes, con Péret y Bédouin; Ni d’Êve, ni d’Adam (1960), donde irrumpe el Gran Necrófilo de Benoît.
Sans cent vierges ni virgule suivi de Conseil de nuit es una bella publicación a todo color llena de poemas y de imágenes de dibujos, pinturas, montajes y recortes, y que lleva un largo ensayo de Guy Girard, “Michel Zimbacca, un hombre de imperiencia”, inmejorable semblanza por uno de los miembros más activos del mismo grupo de Zimbacca en las últimas décadas.
Los poemas de Sans cent vierges ni virgule van de 1951 a 2016, y a ellos sigue la muestra de poemas con recortes y la comunicación-encuesta sobre el sueño Conseil de nuit, que publicaron las Éditions Surréalistes en 1995.

Michel Zimbacca, El lenguaje de los cisnes

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En los siguientes enlaces puede verse Ni d’Êve, ni d’Adam, Quetzalcoatl, le serpent emplumé (extraído de L’invention du monde) y una reunión en el café L’Escalier con Zimbacca al fondo.

Un poema de Sotère Torregian a Marie Wilson

Por su carácter excepcional, publicamos este bello poema de Sotère Torregian a Marie Wilson. Recuérdese que en el reciente dossier que le dedicamos a la sublime artista incluimos el extenso texto de 2014, perteneciente a Surreal adventurer de Sotère, “Actuelles of Dr. Pangloss or An omphalic note for Terre de diamant”. Ahora, firmado el 20 de octubre (Marie Wilson murió el día 16), tenemos este poema sobre el “secreto” de Marie Wilson, precedido de un verso de El revólver de cabellos blancos:

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Y aprovechamos para remitir a esta entrevista realizada en el año 2000:

Marie Wilson, La puerta de las serpientes

“Infosurr”, Guy Ducornet

A la vez que anuncia su n. 130, Infosurr nos brinda con estas dos entregas del maestro Guy Ducornet, la primera sobre el surrealismo y los juegos de palabras y la segunda sobre el inolvidable Sarane Alexandrian:

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Péret brasileiro

Alex Januario, collage sobre el dibujo de
Maurice Henry, 2015

Seguimos con Benjamin Péret gracias a este nuevo cuaderno del Centro de Estudos do Surrealismo de Famalicão (ya el número 16), cuyo título es “Benjamin Péret no Brasil”.
Ilustrado con las habituales fotos de Péret en Brasil, el trabajo de apertura corre a cargo de Alex Januário, quien del modo más certero aborda la búsqueda peretiano-brasileña que a lo largo de los años han hecho Sergio Lima y Michael Löwy, “compartiendo el «núcleo del cometa» y vivenciando el libertario Benjamin Péret y todo su combate contra el miserabilismo humano a través de la poesía abismal”.
De Péret se reproducen el poema de 1929 que publicó la Revista de Antropofagia, el texto para la exposición de 1956 de Maria Martins en Rio y el ensayo “Indios” que en 1958 apareció en la revista Anhembi. Siguen varios testimonios, entre ellos de Paulo Duarte y Lívio Xavier, y por fin los magníficos ensayos de Sergio Lima y Michael Löwy, que, aunque ya aparecidos en el número 1 de A Phala y en el 2 de los Cahiers Benjamin Péret, es bueno verlos reproducidos aquí.
Este cuaderno adquiere aún más relevancia gracias a la reproducción de algunos dibujos en tinta china de Sergio Lima y, a todo color, pegada como lámina en el frontispicio, una de las piezas de la convulsiva serie Retorno a lo salvaje, así como gracias al collage de Alex Januário interviniendo sobre el célebre dibujo de Maurice Henry.


sábado, 16 de diciembre de 2017

“Cahiers Benjamin Péret”, n. 6


Este reencuentro periódico con Benjamin Péret no puede ser sino una felicidad para quienes lo admiramos y estimamos. De nuevo se reúne una cantidad de material muy interesante de y en torno a Péret, alguno conocido, pero sobre el que vale la pena volver o es de difícil localización, y otro enteramente novedoso. La presentación, como siempre, es una virguería, salpicada ahora con las imágenes inconfundibles de Jean-Claude Silbermann.
El primer apartado es “Los caminos del exilio: de Marsella a México”. En el dossier Marsella sobresalen los trabajos de Alain Paire, el primero sobre el café Au Brûleur de Loups, lugar de encuentro de intelectuales y refugiados sobre todo provenientes de París, y el segundo sobre la cooperativa de los “croque-fruits” de Sylvain Itkine, quien también frecuentaba el citado café. Péret llamará a esta cooperativa “islote de revuelta, verdadero oasis en la pusilanimidad ambiente”.
El dossier México lo abre Jean-Louis Bédouin con un texto ya publicado en Trois cerises et une sardine, siguiendo una serie de cartas del exilio escritas por Paalen, Remedios Varo, Leonora Carrington y Péret, que presenta Karla Segura Pantoja, para quien estas cartas dibujan “una geografía afectiva e intelectual”. Esta investigadora da a conocer, recogido de los fondos Pierre Mabille de la Biblioteca Literaria de Jacques Doucet, el “juego de la profecía” que en los años 1943 y 1944 contó como participantes, aparte Mabille y Péret, a Michelette Mabille, Leonora Carrington, Remedios Varo, Gerardo Lizárraga, Victor Serge, Renato Leduc, Esteban Francés, Miriam y Hermann Wolf y Kurt y Arlette Seligmann y que debe pasar a engrosar la más que rica lista de los juegos surrealistas. Hay también un testimonio sobre Chiki Weisz, el fotógrafo polaco compañero de Leonora Carrington y amigo de los Horna, de Gerzso, de Péret. Por último, Richard Spiteri, estudioso siempre fiable, discurre sobre el “diálogo” entre Paalen y Péret.
Philippe Audoin, Les vacances de la bien-aimée
Otra sección se dedica a “Lo maravilloso”, y en ella, aparte el conocido ensayo de Mabille, debe destacarse el ensayo de Gaëlle Quemener sobre lo maravilloso en los cuentos de Péret y la bella evocación que hace Philippe Audoin de sus primeros encuentros con Breton, ilustrada por dos dibujos que nos han sorprendido; por cierto que de Audoin se anuncia en Le Grand Tamanoir una recopilación de textos inéditos con dibujos de Silbermann: Les capucines aux lèvres d’émail. Sur André Breton, al que suponemos pertenecen estas páginas. La correspondencia vuelve con cartas de Paalen y de Leonora a Péret. En una de Leonora, le dice que ya no le agrada Buñuel y le habla de “Juanito Larrea”, al que acaba de conocer y encuentra “antipático y pretencioso”, dándoles la tabarra con temas de cosmología y al final enfadándose con ella por parecerle que tiene “un humanismo de mal gusto”. Otra más en la cuenta de este deplorable personaje hispano-francés-americano, quien, por cierto, le negó a Péret publicar en revista Le deshonneur des poètes, para no herir las susceptibilidades de sus amigos estalinistas.
Los tres “estudios” corresponden a Lurdes Andrade sobre Leonora (ensayo traducido de Letras de México), a Philippe Audoin sobre el gran Silbermann y a Dominique Rabourdin sobre Gilles Brenta (más adelante se reproduce también la semblanza que le hizo al surrealista belga cuando su óbito, y a la que ya aludimos aquí por haberse publicado en el noticiero de Mélusine).
El plato fuerte documental es este pliego de las autoridades de Vichy sobre Breton y Péret, impecablemente analizado y comentado por Jerôme Duwa. Ya en Marsella, la policía dirá de Breton que es autor de “varias obras de tendencia anarquista” y la censura le vetará la publicación de la Antología del humor negro y de Fata Morgana,la primera por ser su autor “la negación del espíritu de revolución nacional”. Como señala Jerôme Duwa, los órganos represivos de Vichy han progresado en su conocimiento del “llamado Breton”, que es como lo designan en el documento que aquí vemos.
Otros “Documentos” son el recuerdo personal que Guy Pierre ha guardado de Eva Friedrich, sobrina de Eva Sulzer que conoció a Breton, Péret, Max Ernst y por supuesto Wolfgang Paalen y Alice Rahon; un inventario de las dedicatorias librescas de Péret y Breton; y una nota de Jerôme Duwa rescatando el gran poema que André Liberati dedicó en sus mejores tiempos a Benjamin Péret.
Tras las “Actualidades”, con una de ellas evocando Gérard Roche a Guy Prévan, llegamos a las reseñas, entre las que destacan las de Jerôme Duwa sobre la retrospectiva de Jorge Camacho en la galería de Sophie Scheidecker y sobre la edición de la Breve historia del iglú africano de Les Coleman en Le Grand Tamanoir y la de Michel Jacubowski sobre La nuit succombe de Hervé Delabarre y su “poesía simple y sutil, dominada por un automatismo fulgurante y onírico”. Esta sección de “Actualidades” redondea en su variedad –otros nombres atendidos son Éric Losfeld, César Moro, Nanos Valaoritis, André Breton, Charles Jameux, Jean-Claude Silbermann y por supuesto Benjamin Péret– un gran número de los Cahiers Benjamin Péret.

Jean-Claude Silbermann, La buena estrella, 1991

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Mención aparte merecen las dos reseñas dedicadas al libro de Barthélémy Schwartz Benjamin Péret, l’astre noir du surréalisme, obra de Dominique Rabourdin y Jerôme Duwa. El primero refuta muy bien y con entera facilidad la idea de que Péret era un “marginal en el interior del surrealismo”, y ello a causa de su fuerte compromiso político: “Eso es no ver que la gran mayoría de los tracts y declaraciones colectivas del surrealismo son de carácter político, que Péret ha redactado buena parte de ellos y (con excepción de Ruptura inaugural) los ha firmado todos. Hubiera sido más justo saludar en él al poeta surrealista por excelencia en el interior del grupo surrealista, cuyo militantismo político da la impresión de que Schwartz no encuentra convincente”. En todo caso, señala Rabourdin, “no es en el surrealismo donde Péret es marginal, sino en política”. Palabras totalmente certeras: el surrealismo es ante todo Breton y Péret, y lo que se le añada ya depende de cada uno: para mí, por ejemplo, Tanguy y Toyen (y Artaud, al modo como Cesariny lo asociaba a Breton); para otros, Max Ernst, Magritte, Effenberger, Nougé, etc., etc. Otras puntualizaciones de Dominique Rabourdin son también certeras, como las de no tener en cuenta el compromiso político de muchos surrealistas muy cercanos a Péret ni textos decisivos como la respuesta peretiana a los anarquistas cuando tomaron partido por Camus.
Jerôme Duwa va por el mismo camino cuando rechaza afirmaciones como la de que la “surrealidad” de Péret “desbordaba ampliamente los límites del movimiento”, afirmación absurda donde las haya. “¿Este avidez de distinciones no tiene límites? –se pregunta Duwa– ¿A qué puede conducir in fine el apartamiento sistemático de Péret con relación al movimiento surrealista en su conjunto?”
Barthélémy Schwartz presume de que viene a hacerle “justicia” a Péret, pretensión que no acaba de entenderse: están publicadas de la mejor manera posible sus obras completas, hay excelentes estudios sobre él, existen unos primorosos Cahiers Benjamin Péret que suceden a un boletín que duró muchos años... Si más gente no lo conoce es porque no quiere, y esa gente no se merece que uno se esfuerce por ellos. El Péret que le interesa, y de modo hagiográfico, es el político, y remata su estudio apelando al situacionismo y dándole la palabra a Raoul Vaneigem, quien consigue largar en dos líneas una burrada doble: lo mejor de Péret es que fue a la guerra de España y que aparece en aquella foto insultando a un cura, “falsa o verdadera” (¡sic!). Pero lo grande y específico de Péret es su prodigioso imaginario, hubiera o no hubiera ido a la guerra de España, aquella formidable trampa para liquidar a los revolucionarios de todas partes y donde por cierto, como relató Buñuel, estuvo a punto de fusilarlo... la propia izquierda marxista. No fueran sus poemas, sus cuentos y sus fervorosos ensayos y no tendría Péret el interés capital que tiene, por mucho que admiremos en él la perfecta conjunción del poeta revolucionario y el revolucionario político.
En un primer momento, no llegué a pedir este libro porque dudaba que fuera a aportarme nada nuevo, y así es. No es que sea una mala introducción a Péret, pero no iguala a otras tantas, sobre todo porque casi que se podía haber escrito sin haber leído uno solo de sus cuentos o de sus poemas, contentándose el autor en este terreno con cerrar el volumen con una antología de setenta páginas, que obviamente tampoco va a aportarle nada a quienes conozcan de corrido la obra peretiana.

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En una próxima entrega aludiremos a la reciente publicación del cuaderno 16 del Centro de Estudos do Surrealismo, dedicado a Benjamin Péret en Brasil. Y aquí aprovechamos para recordar dos publicaciones con esta temática:
péret brasil 2

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Una obra póstuma de Jean-Pierre Le Goff

Objeto encontrado por Jean-Pierre Le Goff

Las ediciones Grands Champs acaban de editar esta obra póstuma de Jean-Pierre Le Goff. A la vez remitimos, en la misma editorial, a la referencia de otra obra suya antes publicada por ellos: Coquillages. En ambos casos pueden visitarse algunas de las páginas de la obra en cuestión, incluyendo la noticia de Coquillages una semblanza de este espíritu sorprendente.

Acuarelas de Pascaline Mourier-Casile

Pascaline Mourier-Casile, Los elementos: el fuego

Pascaline Mourier-Casile es un caso excepcional: una profesora universitaria provista de esa rara cualidad llamada sensibilidad. Ha dedicado buenos trabajos a André Breton, es autora de una novela que la crítica ha aproximado a Mon corps et moi de Crevel y se expresa también por medios plásticos. De la gracia y sentido poético de sus creaciones da cuenta esta exposición de acuarelas, que se inaugura hoy mismo.


Sueños de Buñuel, Goya, Domínguez, Ponç...


Esta exposición se celebra a partir de mañana en el madrileño Museo Lázaro Galdiano.

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Y la titulada "Espacio los sueños", aunque con más de lo de siempre, se abre también mañana, pero en Barcelona.

sábado, 9 de diciembre de 2017

Rik Lina: “Miniaturas portuguesas”


Rik Lina expone a partir de mañana sus “miniaturas portuguesas” en Amsterdam. Y coincidiendo con la inauguración se procede al lanzamiento oficial de la Fundación que llevará su nombre.

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Esta última noticia merece celebrarse en Surrint por todo lo alto, que en este caso va a ser la incorporación de dos magníficos documentos, uno sobre las colaboraciones del artista con una serie de poetas, nada menos que entre 1962 y 2017, y el otro un recorrido antológico por sus últimos siete años pictóricos:

Mattias Forshage: sueños y poemas

Niklas Nenzén, Boat Tent Empress
Aunque ya anunciamos la aparición de esta obra de Mattias Forshage, quiero darle hoy el realce que merece su importancia, lamentando que mi dominio de la lengua inglesa, suficiente para los textos periodísticos y ensayísticos, sea bastante limitado cuando me enfrento a textos narrativos y poéticos como los aquí contenidos.
and some unexplained ocurrences of aquatic faunas permite a un público más amplio acceder a la escritura poética y onírica de Mattias Forshage de un modo intenso hasta ahora vetado por las publicaciones en lengua sueca, donde anteriormente han aparecido varias obras suyas. Editan Head Louse Press (donde han aparecido cuadernos de Merl Fluin, Patrick Hourihan y Paul Cowdell) y Peculiar Mormyrid, que despliegan la obra en dos tomos, presentado el segundo de ellos como apéndice de relatos de sueños, aunque estos los hay también en el primero.
El tomo uno se divide en dos secciones: “Un acuario inverso” y “La salida del museo”, más un “excursus” al final, titulado “El nido de avispas excavado”, este con sueños de nuevas especies de animales como el topo anfibio, la avispa gigante, el cisne sangriento, el pez plata secreto, los sapos de la estación de trenes o la avispa cuco aparecida en un sueño protagonizado por Hans Bellmer.
Los poemas van de 1983 a estos últimos años, y los hay de errancia, escritos en tren, poemas-sueño, cosmológicos, específicamente automáticos, etc. En ocasiones implican a algún nombre del surrealismo, como el que inspira una pintura de Niklas Nenzén, el escrito para una exposición de Kathleen Fox y Patrick Hourihan o el de imágenes de Ottawa dedicado a Beatriz Hausner.
Las frases del despertar anuncian la segunda sección, donde se incluyen entre muchos otros el sueño de 1993 “Muerte de los detectives”, dedicado a Peter Wood y Tony Pusey, que intervienen en él, y el provocado por el encuentro, en una librería de segunda mano, de un libro con una estampa de Roberto Matta.
El segundo tomo lleva una nota inicial en que se alude al blog de geografía soñada cormorant council, que funcionó entre 2007 y 2012, y comienza de la mejor forma posible, con el sueño de una historia de Lovecraft adaptada al cine por Luis Buñuel. Otra presencia inesperada es la de Joyce Mansour, con una foto juvenil vista en un álbum (“imagen increíblemente maravillosa”) y otra la del bulldog de Maldoror subiendo la colina de Greenwich, que cruza el famoso meridiano. Se cierra el segundo tomo con el poema “Bestiario como realidad espiritual”, que no es otra cosa que la “conclusión de un estudio sobre los animales en la poesía surrealista”.
Esta es una publicación de gran interés y una nueva muestra contundente de la pujanza siempre reavivada de la visión surrealista.

Obra gráfica de Tanguy

Yves Tanguy, dibujo en Dormir, dormir dans les pierres
Benjamin Péret, 1927

“En el reino de los druidas” es el título de esta exposición dedicada a la obra gráfica de Yves Tanguy, inaugurada ayer:

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Rodrigo Verdugo Pizarro: “Anuncio”


Tras Nudos velados (2004) y Ventanas quebradas (2014), Rodrigo Verdugo Pizarro, componente del grupo surrealista chileno Derrame, publica un nuevo libro de poemas, Anuncio, que será presentado el 12 de diciembre a las 7 de la tarde en la Librería del Centro Cultural Gabriela Mistral por Enrique de Santiago y Federico Schopf.

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Y ya que hemos vuelto a Chile, aprovecho para dar este enlace, con un magnífico homenaje de 2013 a la Mandrágora, en que se incluye una entrevista a Enrique Gómez Correa y otra a Ludwig Zeller, de quien hablábamos aquí hace muy poco con motivo de la celebración que de él ha hecho precisamente Derrame.

Ody Saban

Ody Saban, La persecución en Manhattan, 1981

Mañana se abre la retrospectiva de Ody Saban (con obras de 1981 hasta este mismo año), coincidiendo con la salida de un libro sobre su obra:
ody saban 2017
En este enlace accedemos a un cortometraje realizado con motivo de la exposición:

De seudosurrealistas y vale todo


Dibujo de Alfred Kubin

Un reciente retorno del showman portugués Santiago Ribeiro, ahora haciendo publicidad turística de su país (aunque sin aludir al peligro de arder a las mínimas de cambio climático), ha levantado una pequeña polvareda motivada por el eco que sus periódicas actividades reciben en el boletín del Centre de Recherches du Surréalisme.
Patrick Lepetit ha dirigido estas palabras a los señores del Centro:
“Ayant eu l’occasion de voir, à Condeixa-a-Nova, près de Coïmbra au Portugal, dans le fameux Paço da Ega, une des exposition de Santiago Ribeiro, je me dois de signaler que ce méli-mélo d’artistes de toute nature, rarement surréalistes, la plupart du temps de seconde zone, plagiaires de Magritte pour certains, simples barbouilleurs pour d’autres, toujours affligeants de médiocrité, ne peut en aucun cas être qualifiée d'exposition «surréaliste»”.
Tras señalar que solo Isabel Meyrelles podría ser considerada como surrealista, lo que yo corregiría por lo que respecta a sus últimos avatares, no solo por haberse enganchado al carro asmático de Ribeiro, sino por las declaraciones antibretonianas a que se ha dedicado, vomitando los tópicos habituales sobre el hombre que aterra a los imbéciles, Patrick Lepetit concluye:
“Une phrase comme «Le surréalisme est un projet du surréaliste peintre Santiago Ribeiro» montre du reste bien la simple mégalomanie de l’organisateur, Santiago Ribeiro, qui est d’ailleurs tenu pour les authentiques surréalistes de la section du Cap Mondego du surréalisme portugais pour un imposteur et un affairiste douteux! Il est en tout cas dangereux, avec de telles expositions, pour l’image même du surréalisme!”
Por su parte, Laurens Vancrevel les ha dirigido estas palabras:
“C’est avec grande consternation que je signale la divulgation sur No. 50 de la liste Mélusine la propagande trompeuse de M. Santiago Ribeiro de son «mouvement Surrealism Now».
Son mouvement n’a rien à faire avec le vrai surréalisme; c’est une entreprise commerciale qui se sert du mot «surréalisme» pour mieux vendre des tableaux kitsch.
M. Ribeiro a déclaré maintes fois que son «surréalisme» est compatible avec la religion et avec le nationalisme, ce qui déjà prouve que son initiative est le contraire du surréalisme.
Si vous regardez les œuvres des peintres que M. Ribeiro a ressemblés, vous verrez tout
de suite que c’est une affaire d’escrocs.
C’est très regrettable que M. Ribeiro a su se servir de la liste Mélusine pour se donner une apparence de respectabilité (tout comme il a su convaincre des fonctionnaires du Ministère de Culture au Portugal pour se faire subventionner).
Quoi qu'il en soit: c’est une souillure sur la  liste Mélusine!
Pour le mouvement surréaliste international, Laurens Vancrevel (Hollande).”
Las respuestas que han recibido Patrick Lepetit y Laurens Vancrevel tienen toda la fatuidad y el engreimiento propio de los entes universitarios, empezando Henri Béhar (conocido por su lucha infatigable para situar a Tristan Tzara, de profesión sus estalinismos y sus palinodias, en el mismo rango de André Breton) por afirmar que Laurens Vancrevel los ha “insultado” en su muy cortés carta y que ellos solo informan sin más. En realidad sus “informaciones” son un batiburrillo donde cabe hasta Cocteau y donde llegan noticias ajenas a lo que significa y ha significado siempre el surrealismo e incluso a esas “vanguardias” en que se escudan para meter lo que les parece, haciendo caso omiso del membrete que esgrimen (Association pour l’étude du surréalisme, Mélusine-surréalisme, Centre du Recherches sur le Surréalisme).
Por su parte, Dominique Calmé, animado por la ingeniosa comparación que hace el big boss entre el cartero que nos trae malas noticias, y a quien no por ello “insultamos”, y las de Don Santiago vehiculadas por el boletín Mélusine, compara los apoyos oficiales de los montajes espectaculares de Ribeiro (en los que no faltan los de una institución de raíces salazaristas) a la petición de ayuda por parte de Schuster y sus compinches para en su día crear una “Maison du Surréalisme”, cometiendo el craso error de afirmar que “se reclamaban del surrealismo” cuando precisamente habían decidido abdicar de esa palabra, hecho más que sobradamente conocido; no menos afortunada es la comparación con la adquisición por parte del Estado francés de la casa de Breton, como si eso interesara algo al surrealismo, aunque a su juicio, por la misma regla de tres, los surrealistas deberían considerarlo algo “abominable”.
Dado que esta gente  (ni otros que se ocupan del surrealismo amando la literatura sobre todas las cosas) nunca entenderá ni siquiera el hecho elemental de que hay ciertas cosas inaceptables, con lo que no concordamos es con que se les siga dando importancia. Que aparezca en su boletín lo que les plazca: son noticias de profesores para profesores. Y que Santiago Ribeiro siga hasta reventar con sus mascaradas: nadie que perciba el surrealismo, o que reúna condiciones para percibirlo, podrá confundirlo con ellas. 

sábado, 2 de diciembre de 2017

Las “ambimágenes” de Lou Dubois

Se inaugura hoy en la galería Les Yeux Fertiles una nueva exposición de collages de Lou Dubois.



martes, 28 de noviembre de 2017

Homenaje a Ludwig Zeller


Con motivo de los 90 años de Ludwig Zeller, figura mayor del surrealismo, se ha publicado un magnífico volumen dirigido por Enrique de Santiago y en el que colabora la plana mayor de Derrame junto a otros nombres cercanos al entrañable artista y poeta. Será presentado el día 9 en el Taller de Rokha, a las 6 de la tarde.
En la presentación, óptima, Enrique de Santiago subraya la “generosidad” de Zeller y habla de los collages de este “poeta de pluma y tijeras”, a la vez que explica el sentido del volumen, donde muchas voces han querido dialogar con su obra en la forma de poesía escrita y visual.
Tras una antología de poemas y collages del propio Zeller, encontramos los tributos (tres páginas por autor), donde la libertad expresiva permite contribuir de la manera que se quiera, pero donde, a la postre, lo que más nos interesa son los homenajes directos o que conciernen directamente al homenajeado, y que son, a saber: el de Rodrigo Hernández Piceros, para quien “soñar con Ludwig Zeller es también soñar con Susana Wald” (así titula uno de sus poemas); las litografías intervenidas de Mario Murua para el poema A Aloyse de Zeller; el poema “El encantador de los espejos” de Enrique de Santiago; los tres cadáveres exquisitos de Ximena Olguín con Ludwig y Susana; la composición fotográfica de Zebrah con Zeller maravillado ante un picaflor; los dos poemas que le consagra Daniela Sol; unos emocionados versos de Guillermo García; y el tríptico de dibujos “La invisible presencia” de Susana Wald, inspirados en el poema homónimo que Zeller dedicó a Frida y Laurens Vancrevel y que está incluido en la antología anterior.
Entre las restantes colaboraciones, citaré las de Singwan Chong, Patricio Álvarez, Magdalena Benavente, Beatriz Hausner y Rodrigo Verdugo, nombres todos aquí conocidos y reconocidos.
Esta es una publicación de primer rango ofrecida a uno de los verdaderamente grandes del surrealismo en la América de habla castellana, tan grande como Gómez-Correa, como Aldo Pellegrini, como Jorge Camacho. Que un movimiento como el surrealista haya podido tener durante tantas décadas entre sus luces fijas a una figura tan maravillosa, tan extraordinaria como Ludwig Zeller, no puede sino incidir en la visión del surrealismo como un universo imantado, que ha contribuido de modo ardiente y sin concesiones a sostener la dignidad humana en un mundo donde han reinado y reinan la estupidez, la bajeza y el horror. La “generosidad” zelleriana de que habla Enrique de Santiago, tan rica y duradera, tan en las antípodas de ese mundo de desesperanza, no tiene precio, y merece el homenaje no solo de los nombres que componen este espléndido volumen, sino del surrealismo en su totalidad.

Ludwig Zeller, La locura poética, 1971-1972