miércoles, 29 de marzo de 2017

Surrealismo y Argelia


El número 201-204 de la revista Algérie Littérature/Action, que tras muchos avatares ha llegado a mis manos con varios meses de retraso, merece destacarse especialmente, ya que supone el tratamiento muy amplio y serio de una materia importante en la historia política del surrealismo y también en la de su proyección internacional.
La primera parte, bellamente ilustrada, se consagra a Baya y se abre con el texto que escribió André Breton en 1947. Contiene una biografía, una entrevista de 1994 (Baya moriría en el 98), otra con Hamid Nacer-Khodia sobre Jean Sénac y ella, dos poemas dedicados por Sénac, textos sobre su obra y por último, firmado por Mohamed-Karim Assouane, el artículo “Baya y Henri-Cachin Kréa, dos argelinos en casa de André Breton”.
Este artículo nos conduce al apartado “Henri Kréa y los surrealistas”, que comienza con una retahíla de recuerdos por Jean-Jacques Lebel, algo soporífera, pero que incluye unas estupendas líneas sobre Éluard visto como “el menos intenso de los poetas surrealistas”, como un surrealista de “postura estetizante”, que Lebel opone con acierto tanto a Péret como a Artaud. Pese a las cálidas dedicatorias de Kréa a Breton (que yo cito en la segunda edición de Caleidoscopio surrealista), Lebel concluye afirmando que “en el fondo la proximidad de Kréa al surrealismo fue bastante episódica y frágil”. Alain Joubert completa el perfil de Kréa, de quien se reproducen luego su texto en Front Unique (“La revolución argelina o la victoria del espíritu”) y cuatro páginas de las Occultations que hizo con Erró en 1959.
En eco al encantamiento de Breton por Baya tenemos el que tuvo por la cantante Taos Amrouche. El texto de Marie Virolle se acompaña de una página inédita de azar objetivo bretoniano en la que el fundador del surrealismo nombra a Taos Amrouche, que luego es evocada por Aube Breton.
Entramos en el tramo político con “André Breton y los surrealistas: pensamiento/acción colonialista”, documentado de forma impecable. Está muy bien haber comenzado con un estudio sobre la intervención del surrealismo naciente en la cuestión de la guerra del Rif, ya que es el inicio de su constante y siempre virulenta postura anticolonialista. Alain Joubert es entrevistado a propósito del surrealismo y el colonialismo y luego, con Guy Ducornet (que se exilió a América), da cuenta de lo que suponía en la época el llamado “servicio militar”. Hay aquí la joya de una carta en clave hilarante que le envió Péret desde Francia.
La única sección endeble es la que se titula “Los pintores surrealistas y la revolución argelina”, ya que se enumeran en ella una serie de nombres de surrealistas accidentales, como Cesare Peverelli, o que ya no eran exponentes del movimiento surrealista, como André Masson. En uno de los textos, se consideran “pintores del movimiento surrealista” a muchos que nunca lo fueron, como Parré, Recalcati, Abidine, Arroyo o Kijno. El artículo de Fadila Yahou se dedica al Gran cuadro antifascista colectivo, “la obra más emblemática de la lucha anticolonialista”, realizada por Baj, Lebel, Dova, Crippa, Erró y Recalcati entre 1960 y 1961.
Por último, hay un capítulo sobre el surrealismo en la literatura de Argelia y del Magreb, centrado en las figuras de Habib Tengour y Kateb Yacine y en el libro ya clásico de Hédi Abdel-Jaouad Fugues de Barbarie, que tanta utilidad ha tenido para descubrir aventuras ignotas –me encontré con este libro de preciosa portada, donde aparece una Mona Lisa bellamente arabizada, al pasar accidentalmente por la librería Mona Lisait, en el viaje a París que hice en octubre de 2003.
Ha dirigido este número, de un modo que sorprende por su competencia, Marie Virolle, quien no merece sino felicitaciones por tan gran trabajo.

Baj, Crippa, Dova, Erró, Lebel y Recalcati,
El gran cuadro antifascista colectivo, 1960-61

sábado, 25 de marzo de 2017

“Dreamdew”, n. 8

Ya ha aparecido el n. 8 de Dreamdew, con material como siempre excelente. Dato curioso, en una de las secciones hay una breve reseña de la exposición de Marsella “Le rêve”, de cuyo catálogo nos ocupamos hace unos días, dándose la coincidencia en la valoración de la exposición por Dreamdew y la del catálogo por nosotros, negativas en conjunto ambas, frente al consenso encomiástico que parece haberse dado.

John Welson/John Richardson,
El mar de los sueños

miércoles, 22 de marzo de 2017

Sueños marselleses

Aunque en su momento anuncié la exposición dedicada al sueño por el museo Cantini de Marsella (septiembre de 2016-enero de 2017), solo ahora, gracias a un amigo, me llega a las manos el catálogo.
La parte del león se la lleva el surrealismo, pero, como siempre en las instituciones museísticas (y académicas), reducido a la época de Breton, y sobre todo a las primeras décadas, abundando en consecuencia las imágenes y los comentarios más que trillados. Por otra parte, si no se hace caso alguno al surrealismo del último medio siglo (incluido el checo), lo que lo sustituye es, en líneas generales, de una pobreza y de una banalidad más que penosas.
Kay Sage, Casandra, 1941
Pero hechas estas salvedades, también hay cosas buenas, empezando por la travesía que Emmanuel Guigon, principal autoridad en la materia del objeto surrealista, hace sobre el “sueño-objeto”, de los inicios a los años 60. Sigue un buen trabajo de Olivier Coisinu titulado “Los estados segundos: en la fuente del sueño surrealista”, donde se ocupa sucintamente de las teorías de Maury, Hervey de Saint-Dénys, Charcot, Janet, Myers, Mesmer, William James y Bergson para enmarcar el tratamiento de los primeros pasos dados por el surrealismo en la gran materia del sueño. En tercer lugar, Guillaume Théolière capta cuatro momentos: el del tarot de Marsella en 1941 (ocupándose de las poco conocidas cartas de Kay Sage sobre Casandra y de Gordon Onslow Ford sobre Peter Ibbetson, que quedaron en proyecto); el de Dreams that money can buy, la ecléctica película de Hans Richter, Nueva York, 1942; y, alejándonos ya del surrealismo, los de Dalí en Los Ángeles, 1944, y Brion Gysin en Marsella, 1958.
El catálogo de imágenes parte del simbolismo, con destaque, por lo menos conocidas que son, para las obras de Léon Spilliaert y Valère Bernard.
Gordon Onslow Ford,
Peter Ibbetson, 1941
La cronología es un fiasco. Los hitos están bien señalados hasta los años 40, pero a partir de ahí las chorradas se van acumulando, para concluir con el potaje cultural de las últimas décadas. Todo se tuerce en realidad cuando en 1936 aparece Céline de quien se cita su afirmación de que, de haber dormido bien, no hubiera escrito nunca una línea –¡lo que hubiéramos ganado, con la de somníferos potentes que hay hoy! Por último, la bibliografía, más que “selecta” es ridícula, sin que ni siquiera venga citado el excepcional estudio de Sarane Alexandrian, quien parece seguir siendo una bestia negra para los trabajos académicos en general, algo que en último término mucho lo honra.
Esta breve reseña da a entender por qué ya no pido este tipo de catálogos, ni los trabajos universitarios en general. Estos mismos días, en la Sorbona, tenía lugar un seminario sobre La Main à Plume, que se presentaba como reivindicativo, al afirmar que este grupo surrealista es “aún mal conocido” y que ha sido “marginalizado por la historia oficial del surrealismo”. Pero La Main à Plume goza de excelentes estudios y antologías, y es un misterio lo que pueda ser la “historia oficial” del surrealismo –en cualquier caso, La Main à Plume está suficientemente tratada en historias como la de Durozoi o enciclopedias como la de Biro y Passeron.

Eric Bragg, Objeto onírico: invasión, 2006

sábado, 18 de marzo de 2017

“Soapbox”, 71-74

Una nueva tanda de “cajas de jabón” para propagar la poesía acaba de colocar Jean-Pierre Paraggio a nuestra disposición:

Jean-Pierre Paraggio, frontispicio de
Quelques mots claires, de B. Chaput

A la vez, damos noticia de dos muy recientes poemarios ilustrados por él: À, de Laurent Albarracin (cuarenta poemas, colección del Orpiment, ediciones del Réalgar, con cuatro pinturas más las de la cubierta), y Quelques mots claires, de Benoît Chaput (siete poemas, colección del umbo, Passage du Sud-ouest, con pintura de frontispicio).
Todos los poemas de À comienzan con la a preposicional, y de ellos reproduciré el más apropiado para estas fechas, en que estamos a la espera de que lleguen las andoriñas de Bécquer y Ramón:
                        À sa propre vitesse l’hirondelle est dédiée
                        poème écrit d’une pure dédicace
                        en l’air, de sa mine de graphite pur
                        et son paraphe à rien attaché
                        son estafilade de perles noires
                        sa loquacité muette, insituable
                        par l’equivocité d’un cri entrant
                        dans une épée, s’y carrant à l’aigu

Jean-Pierre Paraggio, ilustración de
À, de Laurent Albarracin

Celebrando “Arcane 17”

Cubierta del manuscrito de Arcane 17, 1944,
 encuadernado por Lucienne Talheimer
Para abril se anuncia esta muy importante publicación en la editorial de Neil Coombs:

miércoles, 15 de marzo de 2017

"Surreal Poetics"


Esta es una nueva página de surrealismo, al cuidado de Daren Berton y centrada en la poesía escrita. En lengua inglesa, incluye también poemas en portugués y español.
El tercer número de “Surreal Poetics”, en proyecto, se dedica al surrealismo como “crítica social”, “experiencia vivida” y “naturaleza maravillosa”.
Aunque manejando el concepto equívoco de “estética surrealista”, “Surreal Poetics” se quiere situar en la égida de Breton y Lautréamont y sus referentes son fiables, por lo que habrá que estar atentos a su trayectoria.

Jean-Claude Silbermann

Mañana en París se inaugura una nueva exposición de Jean-Claude Silbermann, quien, pese a desligarse del movimiento surrealista en 1969, ha mantenido de modo incólume, durante medio siglo, una obra jovial y regocijante, sin parecido con ninguna otra.
Reproduzco hoy la página dedicada a Silbermann en el catálogo de la venta Breton, con interesantes declaraciones y la reproducción de La vidente, que está hoy en el museo de Arturo Schwarz.


sábado, 11 de marzo de 2017

Ithell Colquhoun y las piedras vivientes

Tarot de Ithell Colquhoun, 1977

Siguen publicándose las obras de Ithell Colquhoun, fascinante figura del surrealismo británico. La última es Living stones, lo que aprovechamos para remitir a la página de esta incomparable surrealista-ocultista.

Fourier y el surrealismo

El número 27 de los Cahiers Charles Fourier está dedicado al redescubrimiento de Fourier por Breton y los surrealistas, y tendrá continuación. 

Nougé, Cesariny

Reunión de todos los escritos publicados en vida por Paul Nougé, la figura capital del surrealismo belga junto a René Magritte:


*

Quien le hubiera dicho a Mário Cesariny que acabaría glorificado en el mamotreto cavaquista del Centro Comercial de Belém. Todo ello con amplio aparato de música burguesa (me entero que lo enseñó a tocar piano el nefando Lopes Graça), en esa Lisboa que si con el odiado meapilas de Salazar logró escapar a la destrucción bélica, no lo ha podido ya a la destrucción maciza de la industria pesada turística.
(Hablando de industria pesada y depredadora, Cesariny también hizo la gracia de acabar aceptando un premio de la Fundación EDP, siglas que significan Electricidad de Portugal, pero que realmente quieren decir Empresa Destructora de Portugal, dada su feroz desfiguración de la tierra portuguesa, culminada hace tan solo un año con la erección de la brutal presa del Tua –¡en pleno “Patrimonio de la Vanidad”!–, que asesinó el sublime valle del Tua y liquidó una de las líneas férreas más espectaculares del mundo. Hoy esa fundación es una de las “especialistas” en la obra de Cesariny.)
Este es el calendario de la cesarinada lisboeta, en el décimo aniversario de su óbito:

miércoles, 8 de marzo de 2017

Los “retratos metafísicos” de Paul Lemuel Cabanel

Hace unas semanas destacábamos en uno de los números de Soapbox el poema de Paul Lemuel Cabanel “El enigma de Benjamin Péret”. Ahora, ese poema acaba de aparecer dentro de un poemario que merece anotarse en este blog de surrealismo. En efecto, De la nue, apparus, editado en Tolosa, incluye una serie de “retratos metafísicos” de diferentes figuras del surrealismo, entre las cuales –aparte Péret– André Breton, Ghérasim Luca, Aimé Césaire, Yves Tanguy y Wifredo Lam; pero también hay nombres que no nos son indiferentes, como William Blake (y su “palabra de Mago”), Vincent Van Gogh o Piranesi, y un largo poema al retrato ocultista de Mme. Stuart Merrill realizado en 1892 por el pintor simbolista Jean Delville.
“Desierto” evoca los “desiertos” pictóricos de Yves Tanguy, sin los cuales el surrealismo no sería lo que es:
“Plantés dans le désert, des convives / soutenus par leur ombre métaphysique. / Perle l’effroi provocant du silence / en des eaux laquées des signes. // Des croûtes de silence happent l’ermite / épiant l’épopée des homuncules. // Orgue d’or dans un jardin des Hespérides, / crissement muet du grillon / au contact d’une rose des sables, / cérémonie martelée au fond des brumes... ou des eaux.”
De la nue, apparus es un homenaje de Paul Lemuel Cabanel a su abuelo, Guy Cabanel, uno de los poetas mayores del surrealismo, en su 90 aniversario. Un extenso poema, “La pintora y el poeta”, está dedicado a la vez a la maravillosa Mireille Cangardel, “su compañera habitada de mundos extraños que su pincel desvela”.
Una segunda parte de este cuaderno, en consonancia plena con la poesía de Guy Cabanel, se compone de breves poemas de inspiración oriental. Y de nuevo, como en los retratos metafísicos, Paul Lemuel Cabanel, muestra ser un poeta que cree en el “poder mágico de la imagen” y para quien “lo Maravilloso es una Revelación”.
Este muy bello poemario ha sido editado por el propio autor.
lemuelcabanel@gmail.com

Jean Delville, Mme. Stuart Merrill 
("Vert céladon les yeux initiés /
de Madame Stuart Merrill /
épousent les voix de l'au-delà")

El surrealismo en Egipto: 1938-1948

El catalogo francés de la exposición parisina dedicada al grupo Art et Liberté ha sido traducido con motivo de la traslación madrileña que ya anunciamos. Se trata de un catálogo de referencia, sobre todo en el aspecto documental e iconográfico, ya que el estudio que lo acompaña se centra sobre todo en la cuestión del nacionalismo y el internacionalismo, sin indagación especial en las obras. Los comisarios califican los tiempos actuales como “una época en que el mundo es cada vez más diverso”, aunque mi apreciación es diametralmente opuesta.
En un período imposible que más turbulento, el surrealismo tuvo una bella recepción en Egipto, cumpliendo, como en tantos otros lugares, una función eminentemente liberadora. La figura central es sin duda Georges Henein, uno de los grandes del movimiento surrealista, pero hay otros nombres muy valiosos, como El-Telmisany, Ramses Younane (de quien es la imagen elegida para la cubierta), Fouad Kamel y otros que reciben al final útiles semblanzas, incluidas las de Lee Miller y Mayo, que actuaron como enlace entre París y El Cairo, o las de Albert Cossery, Edmond Jabès, Eric de Nemes.
El aparato ilustrativo se divide en las siguientes secciones, acompañadas de buenas notas introductorias: “La revolución permanente”, “La voz de los cañones”, “Cuerpos fragmentados”, “La mujer de la ciudad”, “Realismo subjetivo”, “El Grupo de Arte Contemporáneo”, “Escribiendo con imágenes” y “Fotografía surrealista”.
Edita Skira, pero la exposición tiene lugar en el museo monárquico de Madrid, que hace preceder el catálogo de un interminable prólogo jactancioso del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes (sic).
Recordemos que sobre el surrealismo en Egipto hay una importante página:
“Todos ustedes conocen esos quioscos grisáceos y sosos que albergan tanto potentes transformadores como cables de alta tensión y en cuyas puertas una breve inscripción suele advertir: «Prohibido abrir: peligro de muerte». Pues bien: el surrealismo es algo sobre lo que una mano de innumerables dedos ha escrito su réplica a la fórmula anterior: «Por favor, abrir: peligro de vida».” (Georges Henein)


sábado, 4 de marzo de 2017

Una saga de Drácula, por Guy Girard

Pierre-André Sauvageot, frontispicio de
La geste de Dracula en Cotentin
La entrega número 19 de las autoediciones de Guy Girard relata un capítulo de la vida de Drácula, una “gesta” hebdomadaria, de lunes a domingo, en la región más septentrional de Normandía.
La “misión” de Drácula en Cotentin solo se desvela el último día, o mejor dicho la última noche: el encuentro en el museo Emmanuel Liais de Cherburgo con la momia de una princesa egipcia. El inepto de Van Helsing, comiéndose una barra de chocolate en el campanario de la catedral de Coutances, ni se entera de los movimientos de su ancestral enemigo, a diferencia de lo que ocurre con Madame Chantelouve, la diabólica amante de Durtal.
Una vez más, el surrealismo, con todo lujo poético y como hicieron tantas veces los románticos, se nutre de lo mejor de la llamada “cultura popular”.

*

Vale la pena deambular por la geografía normanda en que se mueve Drácula durante estas siete jornadas. Todo comienza entre el Mont Saint-Michel y el islote de Tombelaine (véase la imagen de Sauvageot), pero un vistazo a las fotos de estos lugares no deja de mostrar un tropel de coches con que se desplazan esos insaciables vampiros miserabilistas que son los turistas. También aparece Flamanville, y si el relato de Guy Girard lo concluyó el 16 de enero de 2017, podría señalarse que el 9 de febrero tuvo allí lugar un escape en la central nuclear (Francia es actualmente un polvorín nuclear), que hace pensar en la “fábrica subhumana” a que el relato se refiere en otro lugar. Drácula pasa por el semáforo de Flamanville, hoy convertido en restaurante fino.
En el lado bueno, agrada saber que el museo Emmanuel Liais, famoso por su tiburón y por la momia que se trajo Napoleón de Egipto en 1832, conserva todo su carácter de viejo museo de provincia, de “cabinet de curiosités”. En general, todos los museos europeos han sido pasto del funcionalismo y el didactismo más apestosos, con resultados a veces trágicos, como ocurrió con el del Abade de Baçal en Bragança; recuerdo en Portugal dos, sensacionales: el de Lamas (Aveiro), iniciativa de un prócer a lo Ciudadano Kane y que debe continuar igual, y el rural de Estremoz, atiborrado de bellezas inauditas, y que ya habrá sido racionalizado, puesto que recuerdo cómo la funcionaria a su cargo hasta me pedía disculpas por aquel batiburrillo sublime.
Pero ahora lo que hace falta es continuar la aventura de Drácula, a quien parece esperar en el puerto de Cherburgo nada menos que el fantasma del Titanic, con sus “cuatro chimeneas tan lúgubres y descarnadas como las torres de un lejano castillo de los Cárpatos”...