miércoles, 4 de diciembre de 2024

Lou Dubois, en Vénus d'Ailleurs


Las ediciones Vénus d'Ailleurs se apuntan otro tanto con esta publicación dedicada a Lou Dubois, que consta de veintiséis recientes collages acompañados por comentarios del propio artista, jugosos y clarificadores, pero que siempre dejan espacio para las averiguaciones y los ensueños del lector, cuyos ojos (siempre multiplicados en su obra) protagonizan la portada, como un bizarro antifaz sobre terciopelo negro.

El título, Le flacon dort et les cornues, es el que corresponde al primero de los collages, afirmándose en su comentario que "la búsqueda de la alquimia de las palabras y de las imágenes embellece maravillosamente noches y días", porque, en efecto, el juego de alto riesgo con las palabras es uno de los motores que inspiran todo lo que Lou Dubois emprende y lleva a cabo.

Como es habitual también, menudean las figuras o guiños a figuras del surrealismo y sus "alentours": Breton, Ernst, Tanguy, Moholy Nagy (recordemos la presencia de sus fotomontajes en Les mystères de la chambre noire de Édouard Jaguer), Jean Ferry (El tigre mundano), Marcel Duchamp (tanto él mismo como sus rotorrelieves), Man Ray, Chirico, Dalí (en un "collage paranoico"), Toyen, Félix Labisse, Unica Zürn, etc.

La inventiva de Lou Dubois es inagotable, y aquí hasta lo tenemos inventando una nueva técnica collagista:


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Como, desde los tiempos de nuestro querido Sarane Alexandrian, tengo el privilegio de disfrutar de la amistad, en extremo generosa, de Lou Dubois, acostumbra agraciar los envíos que me hace con algún collage original dedicado expresamente. Sabedor de mi afición a las peleas de gallos canarias (hoy, por señal de tiempos miserables, en decadencia irreversible), me brinda ahora este collage que titula Muchos mulatos quizás recordando el envío que a veces he hecho a los conocidos distantes del folleto dedicado en 1915 a un legendario gallo fino tinerfeño llamado El Mulato. Pero a la vez me hizo pensar en seguida en el personaje con cabeza de gallo que aparece en el mejor largometraje de Jan Svankmajer, Los conspiradores del placer:


Añado que el buen aficionado a las riñas aspira siempre a ser tan bravo como su animal totémico, que no rehúye la pelea ni cuando está en las últimas, y que los habitantes de Los Llanos de Aridane (isla de La Palma), una de las poblaciones canarias donde más afición ha habido, desde hace siglos y hasta hoy mismo, se llaman entre ellos "gallo".

domingo, 1 de diciembre de 2024

LRS, n. 1, 1 de diciembre de 1924


Hace hoy exactamente cien años que aparecía el primer número de la más grande revista no solo del surrealismo sino de todos los tiempos, publicitada a su salida como "la revista más escandalosa del mundo". Con una tirada de 1.050 ejemplares, adoptaba en su portada la manera de las revistas científicas, y se desmarcaba por completo de las dadaístas al retirarle importancia a la tipografía para conceder toda relevancia a los textos y sus ilustraciones, con dibujos y muchas fotografías, en su mayoría anónimas.

En la portada, provocante y proclamativa, un fotocollage en tridente obra de Pierre Naville, y al abrir la primera página, el anuncio de la inminente revolución surrealista (con un pez de Chirico) y un editorial de Boiffard, Éluard y Vitrac acompañado (sin identificación) de El enigma de Isidore Ducasse, de Man Ray, sugiriendo un cuerpo vivo y en íntima relación con el texto.

En la segunda página se anuncia la encuesta sobre el suicidio y en la tercera ya tenemos una de las corrientes que atraviesan el surrealismo hasta el presente: el relato de sueños, con muestras de Breton, Chirico y Renée Gautier acompañadas por un dibujo de Max Morise. Los "textos surrealistas" que siguen son de Marcel Noll, Robert Desnos, Benjamin Péret, Simone Breton, Georges Malkine, Paul Éluard, Louis Aragon, J.-A. Boiffard, Francis Gérard y Max Morise, y el dibujo, sin título, es de Chirico (se trata de La aparición del caballo). También se incia en este número el hábito de reproducir de la prensa noticias o "faits divers", objeto incluso de un volumen, por Masao Susuki, de la colección "Surréaliste" editada por Georges Sebbag; los predominantes aquí son los que tienen por tema el suicidio.

De los ensayos, enumeremos el de Max Morise sobre la imposibilidad de una pintura surrealista, que va a generar la respuesta capital de Breton (acompaña estas páginas un dibujo de Masson que aparece por error al revés); el de Delteil sobre el amor (penoso, y violentamente respondido por Breton en el número 4 de la revista, porque con el amor no se juega); el de Aragon, gran ensayo sobre el objeto, y en concreto sobre las máquinas inútiles, "La sombra del inventor" (título chiriquiano); y el de Pierre Reverdy "El soñador entre las murallas", reflexión sobre el sueño y el acto poético. Aragon reseña Antabase de Saint-John Perse y deja una nota sobre Germaine Berton, a quien se dedica la página más potente del número, la extraordinaria declaración por la imagen en que la heroína surrealista aparece rodeada por los surrealistas y el único texto es una célebre cita de Baudelaire: "La mujer es el ser que proyecta la mayor sombra o la mayor luz sobre nuestros sueños"; por su parte, Éluard reseña el flamante Manifiesto del surrealismo

La portada enumera a los ilustradores: Man Ray (aparte la señalada foto, la de los senos dobles y la de la cápsula con anillos de acero en vez de aceitunas), Chirico, Picasso (con una nueva metamorfosis de sus guitarras), Desnos, Masson, Max Ernst (una de ellas con unas sonámbulas), Naville y Morise. Pero hay una ilustración, entre las anónimas, que nos vale para cerrar en slapstick esta celebración centenaria. Acompaña, creo que premeditadamente, el ensayo de Aragon, tratándose de una foto del rodaje de la película que lanzó decisivamente a Buster Keaton, One Week, de 1920, con una casa desmontable monstruosa y la típica catástrofe final. En el minuto quince (aquí tenemos el enlace), podemos ver la secuencia en cuyo rodaje se hizo la foto, con Sybil Seely y Keaton (en la página 112 de Le regard de Buster Keaton, de Robert Benayoun, erróneamente viene una imagen similar del cuarto de baño como si perteneciera a The Elecric House, que por cierto acababa de estrenarse pocas semanas antes de que apareciera La Révolution Surréaliste).

miércoles, 27 de noviembre de 2024

François-René Simon y André Breton

Figura muy fina y atractiva entre los surrealistas surgidos al final de la vida de André Breton, François-René Simon nos ofrece en este libro un retrato ameno, y hasta apasionante a veces, del surrealismo de los años 60 y décadas sucesivas, centrado, claro está, en sus avatares parisinos y franceses. Sin el afán polemizador de su aliado Alain Joubert, su perspectiva es, no obstante, igual de certera y lúcida, entretejiendo con aspectos biográficos la travesía que inicia tras su descubrimiento juvenil del surrealismo

Ese descubrimiento lo hace con la lectura de los Manifiestos (donde encontró "todo el oro del mundo"), de Nadja, de Lautréamont y de Derrière son double (acabado de reeditarse, del mismo modo que las obras anteriores recién salían en ediciones de bolsillo), más la visión de Un perro andaluz y, en casa de un amigo, el encuentro con una reproducción de Chirico (Torino printanière) y otra de Tanguy (la Multiplicación de los arcos, su último cuadro).

Acababa de salir el número 6 de La Brèche cuando le escribe a Breton, quien lo invita a visitarlo en su estudio, donde ve abrírseles del todo las puertas del "mundo ilimitado de la pintura", y a las reuniones del grupo, en el café La Promenade de Vénus. Estaba entonces preparándose la exposición L'Écart Absolu, que ya nos relata en detalle, como hace luego con el homenaje al sargento Bertrand, las noches cinéfilas del Ranelagh, la década de Cérisy dedicada al surrealismo, las estancias en Saint-Cirq-Lapopie (cuando aún no era un emporio turístico ni cultural), la gestación de los números de L'Archibras o la llamada "disolución" del grupo parisino.

Páginas suculentas son las dedicadas a pasar revista a los miembros del grupo con los que tuvo especial relación, en especial Philippe Audoin, Vincent Bounoure, Guy Cabanel, Jean Benoît, Jorge Camacho (que "dibujaba como respiraba"), Adrien Dax, Radovan Ivsic, Annie Le Brun, Mimi Parent, Roger Renaud, Robert Lagarde y Jean Terrosian, a lo que se añade un capítulo dedicado a los pintores, en el que, aparte nombres citados, habla de Le Maréchal, Der Kevorkian, Yves Laloy, Georges-Henri Morin o Guylaine. Muchas de estas semblanzas enriquecen nuestro conocimiento de esas figuras, y no digamos las de otras muy pocos conocidas o pasajeras, como en particular Claude Boussard.

Cette ortie folle... se redondea con unos veinte sueños protagonizados por André Breton, en un capítulo que lleva por título "Tarif de nuit".

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Documento poco conocido, y que me parece una maravilla de frescura y clarividencia, es esta carta que François-René Simon reproduce, invitación de 1713 y José Pierre a los participantes en la ya mítica exposición de l´Écart Absolu:



Por último, como homenaje al autor de este feliz libro, reproduzco las cartas que le publicaron los Cahiers de l'umbo en su número quinto (segunda serie, verano de 2005), una verdadera joya:


sábado, 23 de noviembre de 2024

Los mundos desconocidos de Konrad Klapheck

El espíritu de la revuelta, 1964

Con más de un año de retraso, y a través del último boletín de Infosurr, me entero de la desaparición de Konrad Klapheck, uno de los más inventivos artistas del surrealismo desde los años 60. Y un tipo fabuloso. 

A modo de sencillo homenaje, reproduzco la entrada de Caleidoscopio surrealista y presento un pdf que consta de los siguientes elementos, casi todos referidos en la entrada:

1. Ensayo de Breton que cierra Le surréalisme et la peinture.

2. Los dos artículos que le dedica en L'Abécédaire José Pierre.

3. De La Brèche, números 3, 6 y 7, el ensayo de Édouard Jaguer, dos ilustraciones y la respuesta a la encuesta sobre las representaciones eróticas.

4. Artículo de François-René Simon en el número 6 de Le Cerceau (1997-1998).

5. La caja de Her de Vries.

6. Una dedicatoria a Elisa Breton.

pdf KK

Konrad Klapheck (1935). No iba a conformarse el joven y rebelde Konrad Klapheck con la dominante abstracción gestual, por lo cual optó por hacer, en 1955, “el cuadro más rigurosamente opuesto al tachismo”: su primera máquina de escribir, como provocación a la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf. “Pero la máquina se vengó de mi farsa exhibicionista. Sin que yo lo deseara, se convirtió en un monstruo insólito, extraño y familiar al mismo tiempo, un retrato poco halagador de mi propia persona. Yo había hecho un descubrimiento: con ayuda de la máquina, podía extraer de mí mundos desconocidos. La máquina me obligaba a confesar mis deseos más ocultos”. Klapheck realiza retratos analógicos de teléfonos, máquinas de coser, motos, grifos, duchas, timbres, máscaras de gas, etc., yendo más allá de su función utilitaria y no sin humor: “Mi trayectoria tiene siempre algo de anárquico, de cómico. Mi tendencia es decir la verdad en forma de broma. El humor es algo importante. Mis títulos están a menudo tan desprovistos de seriedad que algunos se irritan. Sin embargo, la seriedad está contenida en el contenido del cuadro. Los títulos se dan el aire de no ser serios, pero, en mi pintura, yo soy siempre de una seriedad absoluta. Yo quiero ser comprendido, pero a través de ese elemento cómico; tal es mi estilo. Es también mi estilo de vida”. En 1956, Klapheck se establece en París, donde su amigo Christian d’Orgeix le descubre las obras de Raymond Roussel y Marcel Duchamp, tan próximos a sus voluptuosas máquinas celibatarias, y donde será asiduo de las tertulias en À la Promenade de Vénus, participando tanto en las actividades del grupo surrealista como en las del movimiento Phases. En 1957 publicó una serie de dibujos inspirados en Max Ernst. En 1960, José Pierre escribe “Konrad Klapheck o los objetos acusadores”, fino texto incluido luego en L’abécédaire (al igual que “El sello de la interioridad”, del 68). En 1962, dos ilustraciones (Matriarcado y La familia numerosa) acompañan en el n. 3 de La Brèche un gran ensayo sobre su “carnaval mecánico”, firmado por Édouard Jaguer (“Plan y desmontaje del ordenador Klapheck o las miradas de Argus”), mientras que en el n. 6 son reproducidas La Surfemme y La Sexbombe y en el 7 responde así a la encuesta sobre las representaciones eróticas: “Me es difícil expresarme sobre mis representaciones eróticas escribiendo, porque son mis cuadros los que contienen todo lo que yo podría decir sobre el amor. En mí, pintura y amor se encuentran en intercambio permanente. Si miro a mi mujer, pienso en las curvas sensuales de las máquinas de coser que deseo dibujar y mis cuadros acabados me dan revelaciones sobre el amor. Dos tendencias caracterizan mi vida íntima así como mis actividades pictóricas, la limitación de mí mismo y la busca de la perfección. En pintura, me limito al tema de la máquina, en el amor no hay más que una sola mujer para mí, soy monógamo. El cambio ha de ser encontrado en la metamorfosis y el disfraz de un solo objeto amado. Mi mujer, la única que amo, debe ser virgen y seductora, dominadora o esclava, debe representar a todas las mujeres, así como la máquina de coser debe representar a la mujer en el papel de novia, madre o viuda. Por la repetición y por la renuncia al cambio es como me parece posible la busca de la perfección, que es mi mayor debilidad y amenaza el acto de amor con la sistematización y la mecanización. Pintor de máquinas, yo mismo me he convertido en una máquina. La gota de aceite que esta máquina necesita se llama inspiración. ¿Quién sino el amor sería más apto para facilitarla?”. En 1963, un texto de Robert Benayoun acompaña el catálogo de su exposición en la milanesa galería Schwarz, y en 1965 André Breton escribe un texto sobre él que pondrá el broche a Le surréalisme et la peinture. En el mismo año, el último número de La Brèche incluye una reproducción de su pintura El espíritu de la revuelta.

En 1997 introduce la figura humana, con desnudos femeninos en interiores, inspirados en viejas fotos eróticas. Estas obras aparecen incorporadas a la excelente monografía publicada por los museos de Estrasburgo en 2005, con motivo de una exposición organizada por Emmanuel Guigon y que incluye muy finos textos de este y de Gérard Durozoi, así como un apasionante conjunto de escritos del artista, compuesto de una serie de notas para el catálogo de la galería Schwarz en 1968: “Los descendientes” (publicado en Phases, n. 8, 1963), “La máquina y yo” (1965), “Mis objetos” (1974), “Sobre mis dibujos” (1983), “Por qué pinto” (1985), “La supermadre” (1992) y la respuesta a la citada encuesta. Precisamente Arturo Schwarz le dedicó una importante monografía en 2002. En 1999, Her de Vries hizo la caja Petit monument pour Konrad K., cuya foto puede verse en Regardez attentivement, su segunda publicación de cajas y otros objetos (2013).

"El azar es el maestro de la inspiración".

Libertad, amor, 1964

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Sobre la "poesía impersonal"

Las Ediciones La Grieta han recopilado las hojillas volantes de "La Página Blanca" sobre el fenómeno poético; inmejorable idea, resultando un volumen exquisito, de textos e imágenes fotográficas. Hubiera formado parte de la última entrega que dedicamos a Lautréamont y el surrealismo, ya que la principal inspiración, junto a la de Paul Nougé, es la de Isidore Ducasse (o Lautréamont A, como lo llamaba Agustín Espinosa).

Sobre esta publicación y las ediciones La Grieta puede consultarse su página, aunque por desgracia está restringida a quienes forman parte de la red social facebook.

Estas páginas independientes  nos sitúan perfectamente:



domingo, 17 de noviembre de 2024

Dos libros sobre Duchamp

La bibliografía de Marcel Duchamp es inagotable e incesante, pero, al igual que su descendencia, con una mayoría inmensa de paja. Estas dos novedades son sugestivas y podrían tener interés, permitiendo los editores echarles una ojeada:

duchamp y roussel

duchamp la magie de l'art

miércoles, 13 de noviembre de 2024

Rimbaud y el surrealismo (años 70)

Entre 1968 y 1970, Mário Cesariny rinde homenaje a su amado Rimbaud con una serie de pinturas inspiradas en las Iluminaciones. Por desgracia, a pesar de todos los libros que se le han dedicado al poeta y artista portugués, no existe un catálogo razonado de sus obras, y yo solo he podido espigar cuatro títulos, el último solo en una reproducción en blanco y negro. Pero antes veamos O barco bêbado, de 1958, y del que tampoco tengo sino esta reproducción:

El primer cuadro dedicado a las Iluminaciones es Las voces instructivas exiliadas, frase con que comienza "Veinte años", tercer capítulo de "Juventud":


El segundo es Mañana de embriaguez, título de la portentosa iluminación en que el poeta proclama la llegada del "tiempo de los asesinos":


El tercero es Rumeurs des villes..., que en este caso procede de la breve iluminación "Départ":


Por último, he aquí la desafiante interrogación "¿Qué es mi nada, comparada con el horror que os espera?", de la primera parte de "Vidas", quizás su iluminación más cercana a Una temporada en el infierno:


De Mário Cesariny pasamos a su amigo Ted Joans, quien invoca a Rimbaud, en cuya casa de Harrar residió un año después de escribir esta página de 1970:


Invalorable es esta foto con John Digby, Bill Wolack, Joyce Mansour, Arthur Rimbaud y Ted Joans:


En 1971, Max Walter Svanberg, catorce años después de su edicion de las Iluminaciones, lleva a cabo este homenaje a Rimbaud, tapisería ejecutada por Edna Martin:


No fuera porque en 1975 hace Rik Lina El barco ebrio y tendríamos que dar un salto enorme, de 1971 a 1989, que será nuestra próxima fecha:

miércoles, 6 de noviembre de 2024

Svanberg y Rimbaud


Ya hace unos años con motivo del centenario de Max Walter Svanberg, le dediqué este artículo a la edición sueca de las Iluminaciones. Ahora reproduzco sus ilustraciones, incluyendo no solo las nueve a toda página sino casi todas las restantes. Y cierro con el ensayo clásico de José Pierre en su magnífica monografía, aunque debo decir que, en el comentario que hace de ellas, sospecho que confunde "Bárbaro" con "Metropolitano"; la imagen correspondiente aparece al final de la primera iluminación y antes de la segunda, pero además el motivo de la bandera (extraño en Svanberg) apunta a "Bárbaro". 

Las nueve ilustraciones o "ymages" a toda página se corresponden con las siguientes iluminaciones: "Enfance", "Being beauteous", "Ornières", "Villes (1)", "Aube", "Barbare", "Soir historique", "Devotion" y "Solde"

pdf iluminaciones svanberg

domingo, 3 de noviembre de 2024

Jehan Mayoux, Lucie Thésée

Jehan Mayoux visto por Hans Bellmer

Xesús González Gómez reivindica a Jehan Mayoux, figura capital del surrealismo, en una de sus recientes entregas, y traduce algunos de sus poemas. 

jehan mayoux

Dibujo de Jorge Camacho para las "fatrasies" de Mayoux

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Por otra parte, siguiendo su tan loable interés por nombres ignotos del movimiento surrealista, nos trae a primer plano a Lucie Thésée, cuyos poemas en Tropiques siempre me encantaron. A la traducción de esos poemas, añade una carta maligna de un idiota "jefe del servicio de información" y teniente  de navío, contestada admirablemente por la tripulación de la revista.

miércoles, 30 de octubre de 2024

Roger Renaud: el ojo del corazón


En su afán, sin paralelos en estos últimos lustros, de dar a ver filones de poesía ocultos o muy poco conocidos, Jean-Christophe Belotti inicia, tras el cuarto número de L'Or aux 13 Îles, una serie de ediciones que se abren con este volumen de Roger Renaud, titulado Vols de chouettes, caresses de chats, y que continuarán muy pronto con otro de Marianne van Hirtum. 

Sobre la edición en sí, nada se puede decir que no hayamos ya dicho de la revista citada, dado que el esmero y la belleza vuelven a ser totales. Sobre el contenido, comenzaré remitiendo al dossier dedicado en este espacio a Roger Renaud, donde ya incluíamos las páginas en que la revista daba la voz a su pensamiento y a su poesía. Con la aparición de esta obra, ya tenemos el libro de referencia, capital, sobre Renaud: tanto sobre su poesía como sobre su personalidad, de una originalidad extrema ambas.

François-René Simon le dedica unas páginas iniciales ("Renaud le désengagé"), pero lo que interesa son las del propio Renaud, en tres secciones. La primera, más sucinta, presenta su obra poética y se centra en las dos pasiones de su vida, complementarias sin duda: el surrealismo y la etnología, orientada hacia el mundo amerindio. La segunda, titulada "El gato de nueve plumas", nos da una semblanza de cada uno de los nueve ilustradores del libro, que son, a saber, Jorge Camacho, Torgia, Josette Exandier, Georges-Henri Morin, Guylaine, Jean Terrossian, Marianne van Hirtum, Aurélie Javelle y Brann Renaud. Las ilustraciones de Morin han sido hechas expresamente para el libro, y una de las dos de Camacho es la que acompañaba uno de sus poemas en el número 1 del Bulletin de Liaison Surréaliste dibujo dedicado expresamente a Renaud. Las de Guylaine, Marianne van Hirtum y Josette Exandier son muy características (por no decir las de Terrossian, siempre inconfundible), con los animales de la primera, preciosos dibujos de la segunda a todo color y entre las cajas de la tercera una titulada La troizième revient..., que hay que unir urgentemente a esa fecunda temática de Nerval y el surrealismo. La gran sorpresa han sido para mí las de Torgia: Caída de piedras, Saudade y Coucher de soleil; de ella, que ha sido siempre la discreción personificada, hay creaciones dispersas que mucho quisiéramos ver un día reunidas. Aclararé que hablo de "ilustraciones" para entendernos, ya que todas estas imágenes pertenecen a artistas ligados vibrantemente a la vida de Renaud, y Belotti las prefiere llamar "ymages", recordando el título de la revista de nuestro caro Alfred Jarry. Entre las nueve semblanzas, resulta especialmente conmovedora la que consagra a Marianne van Hirtum.

Georges-Henri Morin, Carnaval de los semidioses

Al final de los poemas, Roger Renaud habla de ellos, los sitúa y caracteriza de tal manera que nada puede sustituir sus informaciones y reflexiones. El automatismo absoluto rige los que escribe a raíz de su incorporación al surrealismo, en febrero de 1968 (no llegó a tiempo de conocer a 1713). El automatismo iría mutando para llegar a erupciones poéticas más "dirigidas" y privadas, pero unidas por el hecho de ser poemas de amor, o mejor del amor, que a la vez no rompían con todo lo anterior, porque "son, como los textos del período surrealista, textos oídos, que vienen del otro lado del espejo" (y nunca retrabajados). 

Ahora bien: el hito esencial en la biografía intelectual o espiritual de Renaud, y en la originalidad o singularidad de que yo hablaba, es su descubrimiento de la etnología, al haber llegado accidentalmente a sus manos los cantos de Alce Negro, uno de los grandes visionarios sioux, de quien tenemos traducida al español esa maravilla de libro titulada Alce Negro habla, y digo esto porque también yo estoy empapado desde los años mozos no solo de surrealismo sino de la cultura de los indígenas de la América del Norte, y siempre me he sentido atraído por la etnografía de los pueblos "primitivos" (y, a causa de su paganismo, y salvadas las distancias, por la del Portugal popular, cuyas ruinas iluminadas por un sol poniente aún llegué a tiempo de conocer). No encontré en el Bulletin de Liaison Surréaliste, cuando llegó a mis manos, artículos más deslumbrantes y revulsivos que los de Renaud, hasta el punto de que alerté a mi amigo Sergio Lima para que, en el número 2 de A Phala, recuperara un par de ellos, aunque faltó "Je, nous, blessés", que es el propiamente dedicado a la grandeza amerindia.   

En su inmersión etnográfica, a través de la cual Roger Renaud deja claro que ha continuado "avanzando sobre las rutas de exploración mental y sensible, de deseo y de insumisión que me habían llevado al surrealismo", tuvo la suerte de aprender con Robert Jaulin, un verdadero maestro de la materia, lúcido y sin concesiones y autor entre varias obras más que notables de La paz blanca, libro de combate contra el integracionismo cultural del progresismo universalista. También debe señalarse que la fascinación amerindia marca la propia poesía de Renaud, y que quien lea estas páginas suyas recientes sobre su propia trayectoria y su propia poesía (como las de la encuesta sobre la exaltación) no puede sino concluir que la nobleza y la gravedad amerindia es exactamente lo que lo caracteriza como ser individual. Su obra poética, reunida aquí de manera primorosa y definitiva, es sin duda alguna uno de los grandes acontecimientos de este año de cuitas, para sumar a la edición centenaria de Poisson soluble y Les chants de la vue de Guy Cabanel.

"Boire l'horizon / comme un cheval comanche /s'évadant de son galop même / épéronné par ses traces"

domingo, 27 de octubre de 2024

Sergio Lima, por Bruno Barnabé

El boletín Caça e Pesca, siempre abierto al surrealismo, incluye en su número 11, "en memoria de Sergio Cláudio de Franceschi Lima, navegante de la contracorriente", este bello homenaje de Bruno Barnabé, óptimamente acompañado de un collage del propio Barnabé y de un poema de Gilles Petitclerc:


miércoles, 23 de octubre de 2024

"Soapbox", 240-242


Como siempre, muchas noticias, muchos enlaces y mucha poesía en este flamante trío de improvisaciones. Destaque para la exposición organizada por Miguel de Carvalho, para los nuevos libros de François-René Simon, Roger Renaud y Patrick Négrier (sobre Artaud, Mabille, Légrand y Duits) y para otra llamada de atención sobre Le parasite de l'azur de Dan Stanciu y Sasha Vlad.

soapbox 240-242

domingo, 20 de octubre de 2024

Rimbaud y el surrealismo (años 60)

Entre 1959 y 1964 hace Jiri Kolar sus Poemas del silencio, con figuras de estructuras geométricas a base de letras a máquina. Uno de ellos es Rimbaud:


1962 es un año importante en los anales rimbaldianos del surrealismo. Para empezar tenemos este muy característico collage sobre cartulina de E.L.T. Mesens, titulado Art-Arthur (Rimbaud):


Se publica en Niza un lujoso catálogo  sobre Rimbaud "visto por los pintores contemporáneos", del que ya conocemos la contribución de Valentine Hugo. Dejando de lado las de menor interés para nosotros (Picasso, Braque, Giacometti, Jacques Villon y... Cocteau), he aquí las de Arp, Miró y Max Ernst:




Por desgracia, no conozco reproducción alguna de un collage-pintura que hace este mismo año Conroy Maddox, titulado Rimbaud in Charleville.

Un año antes, o sea en 1961, ha publicado un ex surrealista, Yves Bonnefoy, el brillante y ya clásico estudio Rimbaud par lui-même. El poeta ultraacadémico brindará en 1979 otro libro sobre Rimbaud, pero ya temible, titulado Notre besoin de Rimbaud; hablando mucho de "esperanza" y "lucidez", dice este pájaro que Rimbaud "nos puede ayudar a mejorar y ser más serios", lo que apesta a operación que deja chica a la del Rimbaud católico.

De 1963 es este óleo del surrealista australiano Sidney Nolan, Rimbaud at Harrar:


Pero Nolan y Rimbaud es otro capítulo digno de desarrollo, ya que la presencia inspirativa del poeta en el artista fue permanente, desde los años 30 hasta los 80, dedicándole muchos collages y sorprendentes aerosoles (a las Iluminaciones en concreto). El lector solo tiene que buscar en google "sidney nolan rimbaud" para encontrar numerosas imágenes, entre las que selecciono esta de 1942, dedicada a la iluminación "Royauté":


En 1965, La Brèche publica un ensayo de un profesor, Yves Denis, sobre las iluminaciones  "Après le dèluge" y "H", que, a pesar del interés interpretativo que pueda tener, parece desencajado en esta revista. 

Infinitamente más valiosa, al año siguiente, es esta fabulación de Georges Malkine, quien, en su fantástica serie de mansiones, no olvida la de nuestro poeta:

miércoles, 16 de octubre de 2024

Surrealismo y alquimia

Maurice Baskine,
Bacanales. Noveno día: Antimonio

Este tomo de Venus d'ailleurs presenta las actas del coloquio celebrado el año pasado en St-Cirq-Lapopie. En cierto modo complementa al de surrealismo y masonería, y se caracteriza por ser igual de primoroso y por incluir ensayos magníficos.

No puede empezar de peor manera, ya que el presentador consigue en los seis primeros renglones endilgarnos un "las y los", un "la sororidad y la fraternidad" y un "todas y todos" (lástima no metiera alguna arroba). No puedo con el exhibicionismo del lenguaje imbécil, ni con esas presentaciones que no suelen decir absolutamente nada, así que salté al siguiente contenido, que es de Patrick Lepetit, pero su tema coincide exactamente con el de su libro ya reseñado aquí, y lo mismo ocurre con el de David Nadeau y la logia Thébah. En cuanto al de Emmanuel Bauchard ("Alquimia y epistemología en la obra de Pierre Mabille"), también debe ser un extracto o resumen de la obra que acaba de dedicar, con Fabrice Flahutez, a Pierre Mabille, pero en este caso no he accedido aún al libro y me ha parecido un ensayo soberbio, nueva confirmación de que la muerte de Mabille cuando se encontraba en plenitud de facultades ha sido una de las grandes pérdidas del surrealismo; en su trabajo, Bauchard indaga con agudeza el pensamiento de Mabille y dedica una gran parte al impacto de sus ideas en la obra de algunos de los artistas principales del surrealismo, con los que se relacionó. 

El ensayo de Marie-Dominique Massoni, igualmente extenso, es una pura maravilla, una belleza que vale por todo el libro. Trata del "espíritu de los lugares", por el que, como señala, los surrealistas han manifestado privilegiado interés desde sus orígenes, pero centrándose ella en las investigaciones esotéricas o de lugares esotéricos llevadas a efecto por René-Guy Doumayrou, Bernard Roger, Élie-Charles Flamand, Philippe Audoin y Martin Stejskal. 

Los tres grandes nombres del surrealismo más fértilmente enfocados en el catálogo son Mabille, René Alleau y Élie-Charles Flamand, el segundo a través de sendos ensayos de Gilles Bucherie y Jacques Eicher y Flamand gracias a un trabajo del siempre certero Marc Kober. Figuras apasionantes tratadas con esmero y profundidad. Es una pena que no se haya dedicado algún otro ensayo a Maurice Baskine, poeta, artista y alquimista operativo, aunque Patrick Lepetit le hace justicia en el suyo, donde además se reproducen algunas preciosas pinturas de su serie de Bacchanales  que no conocíamos. El volumen está muy bien ilustrado, y con otras rarezas como las que aquí acompañan esta reseña.

Philippe Audoin, La evidencia misma

Hay un estudio de un cuadro alquímico, muy sabroso pese a comenzar de la peor manera. ¿Cómo se puede afirmar que la alquimia es un "arte sacerdotal" y la masonería un "arte regio", cuando la alquimia ha sido considerada siempre como el Arte Regia? O es una errata garrafal o los autores deben releerse el mejor manual que existe sobre la alquimia, o sea el de Julius Evola, titulado precisamente La tradición hermética en sus símbolos, en su doctrina y en su Arte Regia.

Un Diccionario abreviado del surrealismo alquímico cierra el libro y se deja leer con curiosidad, pero de nuevo nos surge una pregunta de base: ¿Cómo se puede dedicar una entrada a Frank Zappa y no decirse ni pío de Maurice Baskine?

En suma, otro catálogo de referencia, en especial por lo que se refiere al ensayo de Marie-Dominique Massoni y a las perspectivas sobre René Alleau, Élie-Charles Flamand y Pierre Mabille.

Élie-Charles Flamand, Autorretrato, 1994

viernes, 11 de octubre de 2024

"Poisson soluble" o la clave del surrealismo

Jacques Lacomblez,
 Al margen de Poisson soluble II, 1999

"Poisson soluble es la clave del surrealismo", proclamaba Sarane Alexandrian, y Simone Breton acertaba al considerarlo cuando lo leyó, o sea en la primavera de 1924, "más bello que Les champs magnétiques". También más libre y divertido (en el sentido que Duchamp daba a esta palabra), fue para mí, cuando descubrí el surrealismo, tan decisivo como el propio Manifiesto. Ahora accedemos a su manuscrito, coincidiendo con el centenario y con la aparición del manuscrito del propio manifiesto. Pero la edición de Poisson soluble ofrece muchísimo más interés que la del Manifeste.

En primer lugar, la edición de 1924 elimina mucho de lo que había en el manuscrito y no incluye ninguno de los poemas collages con recortes de periódicos. En segundo lugar, en la versión de las obras completas de Breton (1988) se separa el texto del 24 y los inéditos, que ni siquiera son todos, por lo cual el Pez soluble de las obras completas puede descartarse en su totalidad (excepto las notas). Y en tercer lugar, este volumen de Jean-Michel Place viene acompañado de un análisis detallado de cada uno de los poemas collages periodísticos, ese género inventado por Breton en 1918 cuando concibió "Pour Lafcadio" (falta un estudio que aborde su presencia a lo largo de la historia del movimiento surrealista) y que no puede de ningún modo disociarse de los textos automáticos.

La edición ha sido establecida y presentada por Georges Sebbag, y la calidad de reproducción del manuscrito, o sea de los siete cuadernos íntegros y continuos, con sus poemas collages, es tan espléndida como la del Manifiesto. Luego de la transcripción, donde se señala todo lo inédito, encontramos el suculento análisis que Sebbag ha hecho de cada uno de los poemas collages, que son catorce (todos de abril de 1924, y solo uno conocido en vida suya), a los que se añade "Confort moderno" (de 1929), el cual formó parte de Le revolver aux cheveux blanc. Sebbag ha descubierto casi todas las fuentes de los 388 recortes usados por Breton, y las reproduce al lado de sus comentarios, en un juego que resulta apasionante. Porque la cuestión es por qué eligió Breton precisamente esos recortes, ya que dan cuenta de sus inclinaciones y preocupaciones más características de aquel período tan fértil en propuestas e indagaciones. Nacido como un juego con Simone, en ellos encontramos (a veces con ironías y por regla general alcanzando imágenes intensas y dislocadas) presagios personales, guiños a la intrahistoria surrealista del momento, frecuentes referencias al cine, a los cuentos periodísticos, a noticias macabras, a espectáculos como los del Folies-Bergère, y, en fin, abundantes temas y motivos muy propios: la lluvia, las máscaras, la vida ebulliciente de la capital, la cuestión del tiempo... Incluso las imágenes de los cuadernos escolares en que se escribió Pez soluble podemos verlas hoy, como significativas: estampas medievales (una de ellas con una fortaleza y un albardero de sabor becqueriano), un retrato de Lamartine "educador de la juventud", una inglesa de belleza melancólica, una escena de la revolución francesa...

La potencia con que cien años después resurge este libro de André Breton lo convierte en la publicación más relevante de este año del centenario que en verdad no esperábamos tan rico y prolífico.

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Elisa Breton
Pájaro lira 1973

"En los momentos en que tiendo mis redes a los pájaros del sueño, tengo ante todo la esperanza de captar los maravillosos paraísos da la lluvia total, el pájaro lluvia que existe como existe el pájaro lira". Formando parte del imaginario personal de Breton, que tenía uno en su vitrina de pájaros exóticos, el pájaro lira aparece en El amor loco (capítulo 5), donde lo ve como el ejemplo mismo de "la intrincación en un solo objeto de lo natural y lo sobrenatural" y dentro de Poisson soluble también en el capítulo 32 (tomo estos datos de la edición de las obras completas).

miércoles, 9 de octubre de 2024

El manuscrito del Manifiesto


Tal y como anunciamos en este enlace, se ha publicado cien años después el manuscrito del Manifiesto del surrealismo. El volumen es a tamaño enorme, y la lectura no puede ofrecer mayor calidad, siendo seguida de la transcripción. Todo un lujo editorial, a la altura de la efemerides.

La edición ha sido establecida y presentada por Thierry Dufrêne, quien además aporta al final un comentario del manifiesto página a página, no especialmente sustancioso y hablando de los "romans" de Breton. Más interés ofrece la introducción de Georges Sebbag ("De Poisson soluble al Manifeste du surréalisme"), quien prefiere recordar "el imperativo surrealista por excelencia: Lâchez tout", y aborda tanto la proclama así titulada, "que puede considerarse el primer manifiesto propiamente surrealista", como Pez soluble y el Manifiesto del surrealismo. Recordemos además que a este último solo le puso Breton ese título cuando corregía las pruebas, o sea a ultimísima hora, ya que lo veía solo como una introducción a Poisson soluble, que era lo mismo que decir como una introducción a la práctica del surrealismo ("hacer surrealismo", decían por entonces).

Las diferencias entre el manuscrito y el manifiesto como lo conocemos no son especialmente significativas, pero aun así hay algunos añadidos de interés, como el relativo a Freud.

Un surrealismo que se aleje de sus fuentes más vivificantes, como Lâchez tout, el primer Manifeste, La Révolution Surréaliste y Poisson soluble, es un surrealismo claudicante, adulterado o muerto. Eso para mí no se somete ni a la más mínima discusión, y es válido tanto para cualquier individualidad como para cualquier grupo que se quiera reivindicar surrealista.

lunes, 7 de octubre de 2024

André Breton y su viaje al territorio hopi (2) / Dorothea Tanning / Péret

Atención, porque a la noticia que dimos de la aparición del cuaderno de viaje de André Breton al territorio hopi hemos añadido este enlace en que puede accederse a todo el material:

https://jsa-asu.org/index.php/JSA

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Debemos a la amabilidad de Richard Waar haber accedido a ese enlace, al igual que a este de la exposición de Dorothea Tanning, con muchas reproducciones:


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Enlace de la Asociación de los Amigos de Benjamin Péret:

viernes, 4 de octubre de 2024

Surrealismo y masonería

Endre Rozsda, Iniciación, 1976

Venus d'ailleurs prosigue con sus libros de bandera, en este caso el catálogo de la exposición sobre surrealismo y masonería que se celebra en París y uno de cuyos organizadores es Patrick Lepetit. Esta exposición es una continuación de la dedicada al surrealismo y la alquimia.

Le château étoilé et la parole perdue. Surréalisme et franc-maçonnerie no deja nada por estudiar de lo esencial en esta materia. En el pórtico, de modo muy apropiado, el Gran Transparente de Jacques Hérold, cuya mano derecha originó un juego ideado por Guy Girard, quien envió a sus amigos surrealistas una fotografía de ella con la pregunta "¿A quién pertenece?", cuyas respuestas comenta en uno de los artículos.

Pero antes nos encontramos con la presentación del catálogo por un "Gran Maestro", que ya nos crea ese sentimiento embarazoso del que luego hablaremos. Sigue al artículo de Guy Girard uno de David Nadeau sobre el talismán atribuido a Charles Fourier y dos aportaciones de sumo interés sobre Ithell Colquhoun y Roland Sig por Patrick Lepetit. A la primera la considera "surrealista olvidada", lo cual no me parece que se ajuste a la realidad, y se centra en su serie Dead of intelligence, serie de pinturas comentadas sobre la Cábala, publicada en 2016 y que aquí es reproducida en su totalidad, junto a su Taro as color, de 1977. Del mismo modo, el catálogo ofrece reproducciones del Mutus Liber Roland Sig, publicado en 1984. Es, en conjunto, un invalorable material facilitado.

Pierre Mabille, masón como los dos nombres anteriores, resulta de referencia obligatoria, ya que se trata quizás de la figura más prominente del surrealismo entre las que han accedido a la masonería, y Jean-Pierre Lassalle ha llegado a  verlo como "el eslabón entre Guénon y Chazal", a lo que hay que añadir su influjo decisivo a la hora de realizarse la exposición internacional surrealista de 1947, apogeo de la comunicación entre el surrealismo y el hermetismo. El ensayo "Mabille y la lógica iniciática", por Emmanuel Bauchard, lo complementan la reproducción de un manuscrito inédito de Mabille, "El secreto iniciático", y un apartado sobre el "test du village", curioso juego psicológico ideado por él y en el que participaron Breton, Elisa, Brauner y Marcel Jean.

René Alleau, Paisaje

Tras un artículo de Laurent Segalini sobre Fulcanelli, se reproduce el ensayo de René Alleau "Los orígenes de la masonería", extraído de la enciclopedia Las sociedades secretas (1963), no exento de cháchara generalizante e idealista, a pesar del respeto que siempre merecen los trabajos de Alleau. Fascinante es en cambio la investigación que hace Ivo Spurs sobre Alleau en Praga.

Jean-Pierre Lassalle, como miembro destacado de la francmasonería y del movimiento surrealista, es una autoridad incuestionable en la materia de este catálogo, y a ello nos hemos referidos en varias ocasiones (véase por ejemplo este enlace). Su ensayo sobre Breton y la masonería es de 2000, pero resulta de presencia obligatoria, por la lucidez y el conocimiento de que hace gala y también por la honestidad intelectual proverbial que siempre lo ha caracterizado.Tras aludir a El tesoro de los jesuitas y su temática masónica, aborda Pleine Marge, donde Breton, en 1940, se distanciaba de los "adeptos" y mostraba, en palabras de Lassalle, su "rechazo a compremeter su libertad en la aceptación de un proceso inicático", lo cual es tocar el meollo de la cuestión. No es menos cierto que Breton en los años 40 profundiza en sus conocimientos del hermetismo en general, hasta llegar a la exposición de 1947 (en que además, como es sabido, pretendió crear una revista del surrealismo titulada Supérieur Inconnu), y no cejando el resto de su vida esa atracción, con el hito en 1952 de su asistencia a las conferencias de René Alleau sobre la alquimia, aunque no podamos aquí enumerar todas sus indagaciones sobre la relación que él veía del esoterismo con los escritores faro del surrealismo, como Raymond Roussel. Pero Jean-Pierre Lassalle no solo estudia el contenido disidente de Pleine Marge, sino que cita estas palabras de Jean-Louis Bédouin, que considera "reductoras pero contundentes": "He conocido un general masón que era una basura; sé que hay policías en la masonería, y por tanto estoy contra una institución que acepta a ese tipo de gente". Por reductor que sea, el mismo sentimiento tuve yo cuando supe que uno de los mayores carniceros de las últimas décadas, George Bush, era masón, como lo habían sido infinidad de monarcas abyectos y políticos igualmente abyectos, esos hasta hoy mismo, por no hablar de que la masonería parece aclimatarse muy bien a la actual política de las élites mundiales y su Agenda 2030, dando muestra del tragacionismo a la orden del día, y de manera flagrante, sin ir más lejos, cuando el monstruoso atentado a las libertades elementales a que asistimos en todo Occidente tan recientemente. En el mismo sentido, y volviendo al "embarazo" que me producía la presentación del catálogo por un "Venerable Maestro", en la página 113 del catálogo se reproducen las declaraciones de obediencia masónica de Alleau y Doumayrou, en 1959 y 1960, que me resulta inimaginable hubieran firmado un Breton, un Péret, un Tanguy, una Toyen, un Marcel Mariën, un Ted Joans, un Jean Benoît o una Annie Le Brun, por citar algunos de los muchos nombres indomables del surrealismo (y no quiero olvidar las virulentas cartas de Artaud a Breton cuando la citada exposición del 47). O un Mesens, del que cuenta Lassalle cómo se burlaba de su integración masónica. Lassalle evoca a Mesens en términos muy gratos, y nos informa en particular de la Logia Thebah, que es la que atrajo a los surrealistas, y de Jean Palou.

Dos espléndidos trabajos de Pierre Mollier iluminan la figura ascendente y creciente del propio Lassalle y estudian el papel de la Logia Thebah, a la que David Nadeau dedicó un libro clave. Por supuesto, la Logia Thebah, y lo mejor que pueda haber en la masonería (donde hay tendencias muy dispares), distanciada del racionalismo, a la vez se ha enfrentado al "desastroso ocultismo confesional". Originariamente, la masonería es un producto del protestantismo liberal británico, de los que se creían "librepensadores" y no eran a fin de cuentas sino esclavos de un sistema diferente de prejuicios, pero su aparato simbólico, enraizado en tradiciones seculares, tenía que atraer a quienes no se podían contentar con el racionalismo, cartesiano, positivista o de cualquier orden. Era de esperar, también, que la alquimia supusiera una atracción aún mayor, y lo que desde luego impide llegar a posiciones obtusas o cerriles es el hecho innegable de que el hermetismo en general ha sido una fuente fertilísima para la poesía y el arte más valiosos de los últimos siglos, y en particular para la tradición romántica en que se inscribe el surrealismo.

Patrick Lepetit, Homenaje a Jorge Camacho, 2021 

El catálogo prosigue su singladura con una nota de Patrick Lepetit sobre Jorge Camacho y un bello ensayo de Marie-Dominique Massoni titulado "Habitar la analogía. Las islas voladoras de la arquitectura utópica", centrado en las indagaciones de Bernard Roger, Martin Stejskal, los jardines de utopía, Ithell Colquhoun, Jorge Camacho y René-Guy Doumariou, de quien se reproduce en seguida su celebrada contribución al número 4-5 de L'Âge du Cinéma.

Charles Jameux publicó en 2018 un importante libro sobre la materia de este catálogo, que reseñamos aquí. Combinando anarquismo, surrealismo y masonería, lleva a cabo una prospección en los lazos que los ligan, pero vuelve uno a sentir cierto tufo a sacristía con eso del "Venerable Maestro" (al que se dirige) y lo de los "hermanos" y las "hermanas". Más concreto es el último artículo del catálogo, consagrado a los símbolos masónicos en la obra de Endre Roszda.

Al final hay semblanzas de estudiosos y estudiados, pero importa más señalar la riqueza iconográfica del catálogo. Aparte las reproducciones apuntadas de Ithell Colquhoun y Roland Sig, sorprenden las de Jean-Pierre Lassalle, Élie-Charles Flamand, René-Guy Doumayrou, Martin Stejskal, Patrick Lepetit, Dominique Paul (preciosos collages y montajes de objetos, incluido un "Registrador de sueños"), Marie-Dominique Massoni y René Alleau, el mundo plástico de este último exigiendo con urgencia un mejor conocimiento.

Élie-Charles Flamand, 
La noche se abre, 2002